Por Juan José de Guzmán.-

5 vidas multimillonarias vs 600 náufragos desaparecidos, allá en el fondo de todo.

Ante la muerte, “somo todo igualeee” (diría Minguito si pudiera comentar acerca de la implosión y del hundimiento del barco pakistaní). Todos iguales pero no despertaron la misma atención en los medios.

Unos, estuvieron en la tapa de los medios durante 10 días, el tiempo que la reserva de oxígeno marcaba como límite para la supervivencia dentro del mini-submarino extraviado en las profundidades del océano.

A la zona donde se había perdido la comunicación con el Titán (el mini-submarino que transportaba 5 magnates que realizaban un viaje turístico para ver de cerca los restos del Titanic que descansan en las profundidades oceánicas) acudieron desde varios lugares y países con aviones y embarcaciones de todo tipo para el fondeo de sumergibles dotados de la más alta tecnología de última generación y barcos de rescate intentando lo que terminó siendo vano, su ubicación y rescate a tiempo.

Los otros, tras el hundimiento del Adriana (un barco pesquero muy sobrecargado) en el mar Jónico que trasladaba alrededor de 750 migrantes entre adultos y niños solo se logró rescatar a unos pocos, no más de 100. El mar, como tantas veces ocurrió en el Mediterráneo se convirtió, una vez más en la tumba de los que huyen del horror de las guerras y el hambre. Pero de estos otros los diarios hablaron unos pocos días. Como siempre, diría Sabina.

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