Por Luis Alejandro Rizzi.-

Siempre detrás de una guerra existe un revés en el que los enemigos buscan una negociación. En su intimidad, las partes saben cuáles son sus límites de posibilidades y en el conflicto Israel-Irán, uno sabe que tiene apoyo militar decisivo y el otro sabe que está en inferioridad.

Traducido, EEUU se fijó un plazo de dos semanas y en ese lapso Irán debe encontrar diplomáticamente un final honroso, que no logrará en el campo de batalla.

Los ministros (de Exteriores iraní, Abbas Aragchi, y sus homólogos de Francia, Alemania, Reino Unido y la Unión Europea) han estado de acuerdo en que están “interesados en continuar” las conversaciones con Irán. El ministro de Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, ha afirmado que su país no negociará con EEUU hasta que Israel detenga los ataques, según informó el diario “El país” de España.

Irán sólo pide que Israel cese el fuego, pero parecería estar dispuesto a negociar su plan nuclear, con EEUU, que es el objeto del conflicto.

Si uno agudiza el olfato político, el lado derecho de esta trama podría ser que Netanyahu tomó la decisión de atacar a Irán, cuando EEUU -Trump- advirtió que las negociaciones directas sobre el programa nuclear habrían sido una estratagema de Irán para acelerar los tiempos de sus proyectos, hecho que detectó la OIEA.

Israel puede haber actuado de modo unilateral, pero sabiendo que contaba con el acuerdo implícito de los EEUU, pero esta cuestión es anecdótica. No se puede negar cierto nivel de complicidad.

Esta vez EEUU sabía que Rusia no tenía posibilidades de salir en defensa de Irán y que China sólo observaría desde la mirada impenetrable de Xi Jinping.

La información dada a conocer por «El país» era presumida por muchos. Europa no podía ni puede permanecer ajena.

Ahora todo depende de Israel; debería disponer un cese, otra vez unilateral, de sus ataques a Irán y en simultáneo Irán tendría dos obligaciones, cesar también el fuego y aceptar las condiciones de negociación de EEUU-Trump, limitar su plan nuclear y permitir rígidos controles para garantizar su cumplimiento.

Es la única forma de rendirse decorosamente, sin firmar una rendición, simétricamente ni EEUU ni Israel deberán mencionar esa palabra.

En castellano básico, diríamos “sin vencedores ni vencidos”, pero todos sabríamos que los hubo.

Sería una “hipocresía venial”, en términos religiosos.

“The last, but no least”; esto significaría el fin de Netanyahu en lo inmediato, pero sólo el posible fin mediato de los ayatollahs y su teocracia.

Es el precio de todo dilema.

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