Por Luis Américo Illuminati.-

El panorama social, económico y político de la Argentina de los últimos 30 años me hace acordar a la famosa propaganda de Charles Atlas, «el hombre más perfectamente desarrollado del mundo», una propaganda que salía en todas las revistas de superhéroes como «Superman» que se vendían en todos los kioscos, con su famosa técnica de «tensión dinámica» para conseguir músculos y que ilusionó a más de tres generaciones de nuestro país, incluida la mía (los nacidos en la década de los cincuenta, plena época peroniana). El fantástico plan consistía en dejar de ser un alfeñique de 44 kg. para convertirse en una especie de Hércules o en un Atlas, el semidiós que sostenía el mundo sobre sus poderosos hombros, aunque ese mundo fuera de cartón, como en las películas donde los forzudos de celuloide levantan pesadas rocas.

Lamentablemente después de 50 años, este tipo o modelo de hombre fuerte y exitoso, fue un camino de decepciones y rumbos erróneos que terminaron en el más rotundo fracaso y llegamos al presente en que la pobre Argentina en lugar de ser Atlas, Hércules, Tarzán o el Coloso de Rodas, «séptima maravilla del mundo antiguo», nuestro país pasó a ser Sísifo, el hombre que los dioses condenaron a arrastrar eternamente una pesada roca hasta la cima de una montaña que luego regresa al punto inicial para que Sísifo la vuelva a empujar, un trabajo completamente inútil. Un ejemplo es la generación del tío «Cámpora», oscuro personaje que traicionó al viejo líder del movimiento y que actualmente una organización comercial-partidaria lleva su nombre, donde un vago que es supermillonario es el gerente general o Ceo. Su extraviada misión consiste en secundar a su madre -condenada por la justicia- y acomodar a sus adeptos en los mejores puestos del Estado, además de acompañar la nueva fórmula o cóctel explosivo Massa-Rossi, cuyo objetivo es terminar de hundir la Argentina.

La Náusea

La horrible sensación de intranquilidad, disgusto y desagrado causada por una cosa o una situación, mezcla de repugnancia, rabia y náusea se denomina grima. Cuando el sufrido ciudadano ve por la pantalla de televisión y los escucha hablar o arengar a Sergio Massa, a Cristina Kirchner, su hijo Máximo, Alberto el títere, Axel Kiciloff, la vocera Gabriela Cerruti, Juan Grabois, Milagro Sala y toda la caterva de depredadores profesionales que tiene el kirchnerismo, casi automáticamente frunce el ceño, aprieta los dientes y emite un gruñido de león o un alarido parecido al de Tarzán que sale del fondo de la garganta. Eso es la grima. Por ejemplo, ver y escuchar por televisión a Alberto Fernández pedir a los gritos a los chaqueños que apoyen a su amigo Coqui Capitanich, en un salón semivacío, luego del aberrante crimen de Cecilia Strzyzowski, donde los acusados -el clan Sena- son conocidos operadores del mismo gobernador, constituye una burla infame que envenena el aire y oscurece el cielo de esa sufrida provincia.

https://youtu.be/bNhcUMEog7c

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