Por Luis Alejandro Rizzi.-

No es una buena señal la forma y el modo en que se está desarrollando la interna de JxC. En realidad, es la interna del PRO, una cofradía de “devotos” más que de afiliados con claras características endogámicas en torno a la figura de Mauricio Macri, con signos de “patrón” o de “protector” al que debe venerarse.

Larreta y Bullrich han excedido el límite de una elección interna cayendo, en especial por parte de Patricia, en el agravio personal lindando con el insulto, pero que se ve como más “emocional”.

En ese sentido, Larreta se muestra más prolijo o prudente pero sólo hace hincapié en la “gestión” como si con ello se pudieran garantizar buenos resultados; le falta -diría- el sustento emocional que genera esperanza.

El problema, en mi opinión, es que Patricia se monta en la agresividad para despertar simpatías emocionales. Larreta, al jugar en el polo opuesto, luce como un ser fróo desprovisto de proximidad.

Personalmente creo que en ese punto está la diferencia a favor de Patricia, pero cayendo en el “populismo”, a Larreta lo ha convertido en su significante negativo, como expresión de un lesivo conformismo que le vacía de contenido a su supuesta capacidad de “gestor-administrador”.

Bullrich ofrece una variante del “populismo político” en dimensión performativa; su palabra es suficiente para operar sobre la realidad, como cuando dice “a mí no me harán eso o no lo permitiré”, refiriéndose a los piquetes.

Larreta, por el contrario, se comporta como “anti-performativo” al hacerse fuerte en su capacidad de gestión, pero no encuentra o no busca el sentimiento emocional del elector.

En cierto modo, Larreta se ve en su relación con la gente en una perspectiva de lejanía de relación fría o aséptica.

No olvidemos que la «agresividad» es un modo de relación social, probablemente neurótico, pero lo es, en cambio la moderación, por lo menos en nuestra realidad, luce más bien como una ausencia de compromiso o falta de carácter, como si la prudencia fuera más vicio que virtud.

Patricia es más emocional -en general lo son las mujeres- y en ese punto radica la ventaja, para algunos ya indescontable, que le estaría sacando a su rival enemigo, Larreta.

Estas “formas de ser” presentan un interrogante. ¿Los votos del perdedor se trasladarán al ganador o se desviarán hacia Milei, hoy muy vapuleado por las presuntas licitaciones de candidaturas, hecho que es común en toda campaña electoral?

Esto tiene que ver con el financiamiento de la política, hay gente, me consta, que está dispuesta a financiar su propia candidatura, que parece ser el modo de financiamiento al que recurre Milei, ante la falta de recursos de otro origen.

No me parece que ello sea motivo para investigar a Milei desde la justica electoral. Supongamos que se comprobara que el 50% de los candidatos financiaron sus propias campañas y las del partido por el que se postulan, ¿dónde estaría el pecado? Siempre que los fondos se puedan justificar.

Regresando a la migración de los votos perdedores en la interna de JxC, todo indicaría que es más probable que los votos de Larreta migren parcialmente a Patricia que a la inversa. En los votantes de Patricia se esconde “el macrismo” y diría que mayoritariamente se dirigirán hacia Milei o la abstención.

El hipotético triunfo de la dupla “Larreta-Lousteau”, podría significar que el PRO se convierta en partido político y el fin del macrismo, como cofradía.

Share