Por Carlos Tórtora.-

Patricia Bullrich tendrá algo de oxígeno con el casi seguro triunfo de Maximiliano Pullaro en la elección santafesina. La candidata necesita imperiosamente demostrar que todavía puede pelear por su inclusión en el ballotage y las elecciones en Santa Fe, Chaco y Mendoza son su mejor recurso. Si JxC gana en estás tres provincias, esto le daría a Bullrich un aire de competitividad en las próximas semanas. Mientras tanto, JxC se desangra por el juego dual de Mauricio Macri, que volvió a exhibir su aproximación a los libertarios reuniéndose con Karina Milei y ofreciéndole dos de sus contactos en EEUU para colaborar en el financiamiento de la campaña. Macri se ofrece así como el puente por el que podrían migrar los bullrichistas que huyen hacia Milei. La sangría que la actitud de Macri le causa a la candidata es inconmensurable. Lo que ahora se discute es si el expresidente debe sumarse o no a la campaña de JxC. Un nuevo coqueteo de Macri con Milei, en ese contexto, podría causar un daño enorme. Los problemas de JxC son los deslizamientos de votantes. En cambio, Sergio Massa tiene otro problema: recuperar el piso histórico del peronismo, mermado por la excelente elección de Javier Milei en las PASO en una serie de provincias tradicionalmente peronistas. Para esto, el ministro de economía depende del empeño que le pongan a la cuestión los gobernadores peronistas que para octubre, se supone que jugarán todas sus cartas para asegurarse la mayor cantidad de diputados nacionales y los dos senadores por la mayoría.

Massa lucha estos días contra un fuerte oleaje. El fallo en los EEUU sobre YPF sacudió al oficialismo pero no tanto como la inflación de agosto de más del 10%. Normalmente, un candidato contra las cuerdas en estas condiciones estaría próximo al derrumbe. Pero el tigrense tiene una gran ventaja sobre Bullrich y es que no sufre el deslizamiento de sus votantes. Los peronistas no tienen adónde ir y lo que ocurrió en las PASO se debe fundamentalmente a que los aparatos del PJ decidieron cuidarle los votos a Milei, lo que ahora no ocurriría. El anuncio de Massa de terminar con el impuesto a las ganancias para los trabajadores puede ser un golpe electoral efectivo. Así, casi penosamente, el ministro de economía se coloca a 5 puntos de Milei y se muestra competitivo pese a la gravedad de la situación económica. En el oficialismo confían en que si JxC implosiona en caso de quedar fuera del ballotage, Unión por la Patria se lleve la mitad de sus votos.

Realpolitik

A todo esto, Milei está en un proceso distinto al de sus rivales. Sigue primero, pero empezó a moderarse en la búsqueda del electorado de centro. Así es que relativizó su proyecto de dolarización, así como la liquidación inmediata del Banco Central y se reunió con dos figuras de la «casta» sindical, Gerardo Martínez y Luis Barrionuevo. Luego de estas conversaciones, abjuró de querer poner en marcha un proceso de democratización sindical.

Este baño de realpolitik lo mostró más preparado para gobernar y lo alejó de las acusaciones de desequilibrio emocional que reaparecieron como respuesta a sus insultos contra el Papa.

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