Por Juan José de Guzmán.-

Quiero expresar por escrito, mi admiración hacia este filósofo-ensayista apellidado Kovadloff, al que, cada vez que lo escucho ratifico mi certeza de estar ante una mente, amén de brillante, privilegiada, capaz de repentizar una idea que a cualquier mortal podría llevarle dos vidas plasmarla.

Los otros días, a propósito de la labilidad del pensamiento del Presidente el periodista, en una breve introducción a la pregunta que le iba a formular, trayendo a escena el valor de la palabra, lo invitó a reflexionar sobre el tema.

Rápido como pocos tomó el guante y esbozó, sobre la marcha: “El presidente tiene palabras… no palabra”.

Fue entonces que el mismo vehículo que me trasladó a infinidad de lugares en la pluma de Santiago me llevó, esta vez, hasta el arcón de los recuerdos, y vino a mí aquella inolvidable canción de Mina espetándole a su ex amado, “Parole, parole, parole”.

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