Por Hernán Andrés Kruse.-

A fines de enero de 2022 el presidente Alberto Fernández se dirigió a los argentinos para anunciar el acuerdo que su gobierno había llegado con el FMI. Dijo el primer mandatario (fuente: Casa Rosada-Presidencia, 28/1/022):

“Quiero anunciarles que el Gobierno de la Argentina llegó a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Gobernar es un ejercicio de responsabilidad, sufríamos un problema y ahora tenemos una solución. Teníamos una soga al cuello, una soga de Damocles, y ahora tenemos un camino que podemos recorrer. Sin acuerdo no teníamos un horizonte de futuro, con este acuerdo podemos ordenar el presente y construir un futuro. En comparación con otros anteriores que la Argentina firmó, y es bueno recordarlo, este acuerdo no contempla restricciones que posterguen nuestro desarrollo. No restringe, no limita, no condiciona los derechos de nuestros jubilados que recuperamos en el año 2020. No nos obliga a una reforma laboral, promueve nuestra inversión en obra pública, no nos impone llegar a un déficit cero, no impacta en los servicios públicos, no relega nuestro gasto social, y respeta nuestros pales de inversión en ciencia y tecnología. Además, vamos a poder acceder a nuevos financiamientos, precisamente, porque este acuerdo existe. Este entendimiento prevé sostener la recuperación económica ya iniciada, prevé que no hay una caída del gasto real y si un aumento en la inversión de la obra pública del Gobierno nacional; tampoco dispone de saltos devaluatorios. Sin el acuerdo, las posibilidades comerciales, económicas y de financiación, que nuestra Nación necesita, estarían seriamente limitadas. Este acuerdo no nos condiciona, podremos actuar ejerciendo nuestra soberanía y llevar adelante nuestras políticas de crecimiento, desarrollo y justicia social. Es un acuerdo basado en la confianza del mundo en nuestras capacidades, tenemos que crecer para poder pagar. De otro modo, no era posible. De otro modo, tampoco será imposible. Teníamos una deuda impagable, que nos dejaba sin presente, ni futuro. Ahora, tenemos un acuerdo razonable que nos va a permitir crecer y cumplir con nuestras obligaciones, a través de nuestro crecimiento.

Tengo fe en la Argentina, yo tengo fe en la Argentina. Sé que somos capaces de levantarnos y salir adelante, confío en el dinamismo de nuestras empresas, en la fortaleza de nuestra industria, en compromiso de quienes trabajen, en la valía de nuestras científicas y nuestros científicos, en el talento de nuestros emprendedores, en la enorme capacidad de nuestras pymes y en los sueños de nuestros jóvenes. Creo en la Argentina, debemos crecer y debemos honrar nuestras obligaciones, al mismo tiempo que hacemos una Argentina más justa, con más desarrollo, con mejor infraestructura. Seguiremos también la senda de ordenar las cuentas públicas, sin condiciones a nuestras políticas de justicia social. Tengo confianza en la Argentina y en las líneas generales de este acuerdo. Elevaré al Congreso de la Nación para su consideración, el acuerdo este. Necesitamos que apoyen este convenio y apelo así al compromiso nacional de todos y todas. Hay futuro porque estamos afianzando este presente, la historia juzgará quién hizo qué, quién creó un problema y quién lo resolvió. Los invito a mirar hacia adelante, sin olvidar el pasado. Había un problema gravísimo y urgente, y ahora tenemos una solución posible y razonable. Es tiempo de unirnos en las soluciones y no de dividirnos en los problemas; confío en la Argentina, confío en los argentinos y argentinas”.

Seguramente fueron millones los argentinos que le creyeron. En ese momento probablemente olvidaron la sabia sentencia de Albert Einstein: “locura es creer que se puede obtener resultados diferentes aplicando los mismos métodos”. En ese momento probablemente olvidaron el mensaje del entonces presidente Macri al pueblo sobre su decisión de entablar negociaciones con el FMI (8 de mayo de 2018). Palabras más, palabras menos, dijo don Mauricio: “Argentinos, estamos atravesando una situación harto delicada, fruto de los desaguisados cometidos por anteriores gobiernos. Ha llegado, pues, la hora de dar soluciones a los graves problemas que nos aquejan. Y esas soluciones sólo las puede brindar el FMI. Tengamos confianza”. Eso es exactamente lo que dijo Alberto Fernández en enero de 2022. Pues bien, ambos acuerdos atentaron contra la calidad de vida de los argentinos. A partir de la “amistad” entablada con Christine Lagarde,  la entonces mandamás del FMI, el presidente Macri perdió el control de su gobierno. Las variables económicas estallaron en mil pedazos (inflación, dólar blue y compañía), creando el escenario ideal para el retorno de Cristina al poder. Cuatro años después, sucedió exactamente lo mismo obligando al presidente Fernández a reemplazar a Martín Guzmán por Sergio Massa en el ministerio de Economía, quien a partir de entonces (agosto de 2022) se convirtió en el presidente de facto de la Argentina.

Tres años más tarde la historia se repite. Hace unas horas el presidente Milei anunció que habrá un acuerdo con el FMI y que será por un Decreto de Necesidad y Urgencia, y no a través de un proyecto de ley aprobado por el congreso como sucedió con el acuerdo del gobierno de don Alberto con el FMI. A continuación paso a transcribir el comunicado de la Oficina del Presidente (fuente: Página/12, 7/3/025):

“La Oficina del Presidente informa que, tal como se comprometió el Presidente Javier Milei en la apertura de sesiones ordinarias, se dictará y remitirá al Congreso Nacional un Decreto de Necesidad y Urgencia para obtener su apoyo en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Dicho acuerdo implicará una operación de crédito público mediante la cual el Tesoro Nacional cancelará deuda existente con el Banco Central. El resultante neto de esta operación implicará una reducción del total de la deuda pública. Este acuerdo permitirá fortalecer el balance del Banco Central, hito esencial para consolidar la estabilidad monetaria, financiera y macroeconómica y continuar con el proceso de desinflación y de liberación de las restricciones cambiarias.

No existe asunto más necesario y urgente que terminar con la inflación que durante años le arruinó la vida a los argentinos. Por ello, el Presidente de la Nación aspira a obtener un compromiso urgente de parte del Congreso, tal como ocurrió con todos los gobiernos anteriores. Convertir la lucha contra la inflación en una política de Estado constituye una clara señal de que los representantes del pueblo han comprendido el mandato expresado en las urnas. Es por esto que el Presidente Javier Milei deposita su confianza en el compromiso y la responsabilidad de cada legislador nacional para con el pueblo argentino y su bienestar económico”.

Milei no hace más que reiterar los mensajes de Macri y Alberto: “estimados argentinos, la situación es harto complicada, producto de los desaguisados cometidos por el kirchnerismo. La única solución es acordar con el FMI. Tengan confianza ya que todos juntos lograremos sacar a la Argentina de la ciénaga en la que se encuentra por obra y gracia de décadas de populismo”. ¿Qué nos enseña la historia? Que los acuerdos de Macri y Alberto con el FMI (al igual que todos los acuerdos firmados por los gobiernos de turno con el FMI a partir de 1956) hundieron más al país en la ciénaga. ¿Por qué ahora sería diferente? ¿Porque Milei es el presidente? Si los acuerdos de Macri y Alberto fracasaron, el de Milei seguirá el mismo derrotero. Lo hará porque el presidente libertario no tendrá más remedio que poner en práctica las recetas ultraortodoxas del FMI, recetas que siempre provocaron el colapso de las economías de los países que las aplicaron.

Creo, por ende, que ha llegado el momento de formularnos el siguiente e inquietante interrogante: ¿los argentinos estamos locos? A tenor de la naturalidad con la que aceptamos la decisión de Milei de utilizar un DNU para imponernos un nuevo acuerdo con el FMI, la respuesta es afirmativa. Y sí don Albert: usted tenía toda la razón del mundo.

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