Por Claudio Valdez.-

“Ningún viento será bueno para quien no sabe a qué puerto se encamina”, expresó el moralista del mundo clásico romano. Su observación pareciera importante para la Argentina actual, donde, además de una tremenda desorientación, “los vientos” se presentan con peligrosa adversidad.

Navegar contracorriente requiere oficio, experiencia y acierto. Cualquier “piloto” no es apto para tormentas; ni para las climáticas, ni para las ocasionadas en el ánimo de “la tripulación”: temores, celos, envidias, codicias, sevicia; pasiones todas que asaltan a la naturaleza humana en cualquier momento, pero que en situaciones críticas atentan contra la supervivencia comunitaria. El siglo XXI continúa poniendo a prueba a los dirigentes por la complejidad del entramado “socio cultural y político” en espacios locales y globales: países, naciones, bloques regionales, organizaciones transnacionales; además de entidades políticas, económicas y culturales de menor magnitud, pero causantes de dificultades ampliadas.

Subvertidas y revolucionadas “costumbres y valores” impulsan a los políticos profesionales a extremar sus hipócritas oportunismos. Muchos de ellos así logran posicionarse en el “poder del absurdo”, a pesar de lo cual “el mundo sigue andando”. Claro que ni exagerados ecologismos, ni equivocados progresismos, ni forzados pacifismos, ni encendidos belicismos, ni cooperativismo de miserables, ni acelerados industrialismos, ni estimulados consumismos tienen capacidad para compensar las normas de rectitud moral abandonadas.

Suelen ganarse elecciones mediante costosas alianzas, coaliciones y “compromisos”, pero evidenciando menguado poder. Pareciera que el lamento de Pirro (318 a.C-272 a.C) rey de Epiro, luego de haber ganado penosamente a las legiones romanas cobrara actualidad: “Otra victoria como ésta y estaré perdido”. ¡Con ese tipo de victorias todos estamos perdidos!

“Sin vientos favorables” y con dirigentes y dirigidos inmersos en “corrupción socio cultural y política” poco es posible, aún para los gobernantes y gobernados mejor intencionados: “No queda esperanza de remedio cuando los vicios se mudan en costumbres” insistió el señero orador, escritor, poeta y filósofo Séneca (4 a.C al 65 de nuestra era).

Tremendo extravío cultural que reclama ser rectificado también en nuestro tiempo.

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