Por Carlos Tórtora.-

Un reducido grupo de encuestadores se inclina por la posibilidad de que Javier Milei gane la presidencia en la primera vuelta. Argumentan que alcanzaría los 40 puntos y que superaría en más de 10 a Sergio Massa.

Otro grupo, mayoritario, sostiene que La Libertad Avanza, pese a que crece, no está en condiciones de llegar al 40% y que, en consecuencia, habrá ballotage.

Se trata de dos situaciones que implican consecuencias distintas. De ganar la presidencia en primera vuelta, el líder libertario tendría una mayor legitimidad política ya que no necesitaría del ballotage para llegar al gobierno. Una diferencia de más de 10 puntos con Unión por la Patria, por ejemplo, lo convertiría a Milei en un presidente fuerte y le daría también un mayor número de bancas en el Congreso. Este resultado también desencadenaría una crisis tal vez incontrolable en el peronismo. Cristina Kirchner aprovecharía su inexistente compromiso con la campaña para reaparecer y culpar a Massa, quien se encontraría en el peor de los mundos. Y ni que hablar de JxC. Mauricio Macri pondría sobre la mesa su alianza con Milei y Horacio Rodríguez Larreta le pasaría la factura a una Bullrich debilitada. Esta debacle de los dos perdedores en principio le facilitaría la gobernabilidad a Milei, aunque no hay que descartar que luego el desorden opositor se convierta en un problema para el gobierno. También es cierto que un triunfo en primera vuelta permitiría contar con mayor tiempo, unos 50 días, para realizar una transición económica más ordenada y sin sobresaltos.

El ballotage

En el segundo caso, el del triunfo en el ballotage, Milei tendría una legitimidad más acotada si gana por unos pocos puntos y se reforzaría la idea de que el kirchnerismo conserva su capacidad de ser una oposición importante. La división de la sociedad quedaría así más cristalizada. En caso de ser eliminada en primera vuelta, el no haber entrado al ballotage haría, por otra parte, que importantes sectores de JxC se pasen a La Libertad Avanza y que ésta amplíe su exigua base de sustentación en el Congreso.

Otra consecuencia probable es que Massa, aun perdiendo, consiga hacer una especie de «sí se puede» y sumar votos de todo el espectro que se resiste a una transformación del rol del Estado.

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