Por Carlos Tórtora.-

El complejo juego de tres fuerzas dominantes que se da este año parece condenar a Sergio Massa a articular difíciles equilibrios. Para las PASO, Unión por la Patria se dedicó con entusiasmo a cuidarle los votos a Javier Milei con el objetivo de vaciar todo lo posible a JxC. Esto sobre la base de un diagnóstico, parcialmente erróneo, que señalaba que La Libertad Avanza estaba tercera en las encuestas y por lo tanto en una posición más débil que la coalición opositora. El resultado de la táctica massista fue que se potenció al máximo el crecimiento de los libertarios y, a este precio, se consiguió que JxC saliera de las PASO debilitada y con sólo 28 puntos cuando apuntaba a cerca de 35.

Ahora, para la primera vuelta, la situación tiende a invertirse: Milei se fortalece cada vez más con votantes que eran de Bullrich y ésta no alcanza a retener la totalidad de sus seguidores y tampoco capta en masa a los que se inclinaron por Horacio Rodríguez Larreta, como lo ponen en evidencia los planteos de Federico Storani y otros dirigentes radicales que dicen sentirse más cerca de Massa que de Bullrich. Como están las cosas, no se puede descartar un derrumbe de JxC que llevaría a Milei a aproximadamente el 40%. Es decir, muy cerca de ganar en primera vuelta o de quedar muy bien posicionado para imponerse en el ballotage.

La nueva apuesta

A la fecha, el principal riesgo que enfrenta Massa es la caída abrupta de JxC. Para mantenerse en carrera, UxP necesita que Bullrich quede tercera pero con alrededor de 28 puntos y que Milei no se escape por encima de los 35.

Se trata de un verdadero malabarismo. Por ejemplo, a Massa le conviene que Carlos Melconian le reste protagonismo al líder libertario, esmerilando sus principales propuestas económicas. En consonancia con esta situación, se advierte que el ministro de economía evita atacar a Bullrich y se concentra en Milei. En el kirchnerismo tienen cierta expectativa de que JxC se imponga ahora en septiembre en las elecciones de tres provincias: Santa Fe, Mendoza y Chaco. Un triple triunfo podría permitirle a Bullrich revertir de algún modo su actual posición perdedora. Massa, con su calculadora, necesita ganarle pero no por mucho. Todo un ejemplo de ingeniería electoral compleja.

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