Por Carlos Tórtora.-

La relación de fuerzas en el seno de JxC acaba de cambiar. Con sus victorias recientes en Chaco, Mendoza y Santa Fe, la UCR gobierna cinco provincias sumando las Corrientes y Jujuy. Esto significa que los radicales ya son hoy la segunda fuerza política nacional detrás del kirchnerismo y obviamente por delante de La Libertad Avanza, que completaría el año electoral sin gobernar ninguna provincia. Aun con Jorge Macri ganando la capital, es obvio el mayor peso de la UCR en el contexto nacional. Esta realidad impacta seriamente en el posicionamiento de Patricia Bullrich, en medio de su carrera para colarse en el ballotage. El crecimiento del radicalismo se da junto con otro fenómeno, que es la aproximación a Sergio Massa de muchos de sus dirigentes, empezando por el presidente del Comité Nacional, Gerardo Morales. Massa lo dice en público: su proyecto de gobierno de unidad nacional implica en la práctica un gabinete con varios ministros radicales. Esto a cambio de que la UCR se sume a Unión por la Patria. Como es evidente, ya es imposible legalmente que el radicalismo se separe de JxC. Por otra parte, el centenario partido necesita cosechar el 22 de octubre todas las bancas posibles y para ello debe mantener su adhesión a Patricia Bullrich. Ahora bien, si ésta queda fuera de la segunda vuelta como todo hace pensar, no hay que descartar que para el 19 de noviembre la UCR dé el batacazo y convoque a votar por Massa rompiendo JxC. Esta sería la principal maniobra estratégica del kirchnerismo.

Claro está que semejante viraje podría tener el costo de una fractura. Serían muy pocos los dirigentes radicales que se inclinarían a votar por Javier Milei, lo que facilitaría la operación de Massa.

Por otra parte, JxC prácticamente se extinguiría ya que, derrotada Bullrich, Mauricio Macri tendría las manos libres para negociar con La Libertad Avanza.

A fuego lento

Hay además otros factores que entran en juego. Por ejemplo, que en diciembre próximo deberá elegirse una nueva conducción de la UCR. Gerardo Morales aspiraría a renovar su mandato y estaría más cerca de lograrlo si surge como el que consiguió que su partido cogobierne con el peronismo. En cuanto al PRO, una vez fuera de juego Bullrich, se dividiría entre el macrismo pro Milei y el larretismo. El jefe de gobierno ya les dijo a sus allegados -entre ellos María Eugenia Vidal- que se lanzará para presidente en el 2027.

Volviendo al cogobierno radical-peronista, Massa creería que la entente tendría la suficiente fuerza como para emparejar con Milei.

Desde ahora hasta el 22-O, formalmente todo seguiría más o menos igual en JxC mientras se cocina a fuego lento el futuro mapa político.

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