Por Raúl Mario Ermoli Galluppi.-

Es común escuchar «no sé a quién votar», y es muy comprensible, pero si soñamos con una Argentina libre de inseguridad, delincuencia, narcotráfico, corrupción y demás males en consecuencia, pensemos seriamente a quiénes no votar…

En primer lugar, no hay duda que la verdadera grieta que divide a los argentinos es la que existe entre las personas honestas y las que no lo son, porque eligieron el triste camino del delito en todas sus formas, y eso incluye desde luego a los que, aprovechándose de la ventaja que da un cargo o un puesto político, buscan enriquecerse de manera desmedida, y eso se llama corrupción, que es también delincuencia.

Por eso, la consigna debería ser no votar a quienes directa o indirectamente, apoyan, protegen, o encubren a la delincuencia y la corrupción… Pero, por sobre todo, nadie en su sano juicio puede dudar que nada puede ser más importante que la vida misma, sea la de nuestros seres queridos, la de nuestros semejantes, o la nuestra propia.

Por eso la prioridad absoluta para todo gobierno con valores debe ser procurar la seguridad de sus ciudadanos, ya que de nada vale el bienestar económico si nuestras vidas y bienes están en constante peligro… Lamentablemente, la realidad de nuestro país es así, aunque parezca exagerado. Situación que no tiene solución si no se pone freno con todo rigor a la delincuencia en todos los órdenes, y a quienes directa o indirectamente posibilitan su auge y desarrollo, y eso incluye a quienes pudiendo hacerlo no hacen nada, incluso nada contra algunas de las causas que posibilitan esta enfermedad social: como el narcotráfico, la marginalidad y la indigencia, estigmas sociales que no dejaron de aumentar en estos últimos años…

Por eso, lo único razonable es no votar a quienes posibilitan con su inacción o su complicidad estos males que tanto daño nos causan.

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