Por Luis Alejandro Rizzi.-

“Estas PASO son muy difíciles de pronosticar. El “cisne negro” podría venir por el lado de Grabois y Milei; el primero con “sólo” un 10 por ciento y el segundo con un 20, podrían ser decisivos en las elecciones de octubre.”

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Eso lo decíamos el pasado viernes 11 y el “cisne negro” vino por el lado de Javier Milei. Nassim Taleb lo define como “una rareza, pues habita fuera del reino de las expectativas normales, porque nada del pasado puede apuntar de forma convincente a su posibilidad. Segundo, produce un impacto tremendo. Tercero, pese a su condición de rareza, la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que se hace explicable y predecible”.

Sin embargo, cuando lo anunciamos como posible, quiere decir que estaba, paradójicamente, dentro de lo posible. La rareza hubiese ocurrido si no participaba de la elección y la gente lo incluida por su propia iniciativa.

Hubo otro cisne negro, si se prefiere un “cuarto tercio”, que fue la abstención, que, también estaba dentro de lo posible. Ocurrió que, pese a lo palpable de la situación, muy poco previeron que Milei podría lograr la mayor cantidad de votos, siendo probable ahora que una buena parte de la abstención se vuelque a su favor en las elecciones del 22 de octubre.

También fue una pequeño “cisne negro” Juan Grabois, si tenemos en cuenta que lo quitó el 20% de los votos de UxP, reduciendo el caudal de Sergio Massa al 21 y pico por ciento, lo ubicó fuera del “ballotage”.

Este resultado preanuncia una difícil gobernabilidad, ya que en el congreso, después de muchos años, no habrá mayorías propias, lo que significa que el gobierno será sustituido por la “gobernanza”; todos tendrán que aportar un mínimo de buena fe para que la República funcione y la Argentina encuentre un rumbo.

Milei, en definitiva, puso en crisis la calidad de la dirigencia argentina y la mala noticia es que esa calidad no se mejorará de la mañana a la noche o de la noche a la mañana. Reitero, lo único que podrá suceder es que nuestros políticos y dirigencia se asuman como mediocres y aporten su “buena voluntad” en el tratamiento de la conflictividad que nos afecta.

Comenzará una tarea artesanal que exigirá de cada uno de nosotros lo mejor que podamos dar, buscando “soluciones” circunstanciales dentro de los medios con que contamos, que son extremadamente escasos.

La Argentina tiene medios y recursos que, en lo inmediato, si los sabemos gerenciar, pueden servir para revertir estos largos años de decadencia y fracaso.

Pero todo será insuficiente si no somos capaces de establecer un repertorio de ideas vitales que nos permita escalar lugares en eso que se llama “la altura del tiempo”.

Nuestros “factores de poder” apenas intentan ser “grupos de presión” que quieren mantener sus privilegios y prebendas. El tema es que ya no asustan a nadie; al contrario, generan repudio.

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