Por Paul Battistón.-

La política es un ajedrez y como tal en cada movimiento se pueden tener infinitas consecuencias.

Algún movimiento exitoso puede darnos a la vuelta de la primera o segunda esquina posiciones desventajosas. Quien logre dar movimientos hacia el éxito previendo posteriores consecuencias o logrando que las mismas sean colateralmente favorables también, entonces se parecerá a Cristina Fernández.

Se necesita un Binner, una Lilita, un Raúl Ricardo pero ahora hay un obstáculo, una Pato que obstaculiza al Larreta más óptimo (como adversario, ya que nunca sería enemigo). El consensuador nato capaz de desperdiciar saliva con un Kicillof o llevar adelante un diálogo perdido con Máximo.

¿Qué necesita Cristina para que Horacio le dé ese adversario óptimo? (Léase ¿Qué hay que darle a Horacio para que gane?). Necesita una dosis de sangre de Halcón (atenuada, que después no produzca inconvenientes). La misma sólo le puede ser acercada en un compañero de fórmula. Horacio, por su naturaleza consensuadora, no la tiene. Pero los halcones fueron amontonados por el viento reaccionario en el lado contrario de JxC.

Un Morales intervenido o acorralado y obligado a mostrar las garras puede pasar por un halcón conveniente para corregir lo Harvard boy de Larreta, en una fórmula Gestión-Acción.

La escaramuza de Jujuy, además de servir para ensayar un procedimiento, afinar logística, medir tiempos y duración de encendido, también posiciona un opositor, o lo desposiciona limitando sus tiempos. Morales ha quedado convertido en el elemento ideal para secundar. Para que el kirchnerismo una vez más cree su fórmula adversaria opositora y oportuna.

Share