Por Italo Pallotti.-

Este país al que pareciera haberlo cubierto por décadas un verdadero rosario de ficciones y hasta realidades de fantasías, con cuentas del mismo tenor, está paulatinamente abandonando las mismas para introducirse lentamente en una seguidilla de cuentos que, de la mano de gobernantes inoperantes, mendaces, cuando no corruptos, se les están agotando peligrosamente los argumentos. Ya no es suficiente el relato propio y el del ejército de obsecuentes y militantes para sostener historias que ni sus propios miembros pueden sostener, y menos creer. Ya a esta altura de la historia que pretendió imponer con cada una de las variantes el peronismo, se están cayendo como cada una de las hojas de un trágico almanaque. Desde los primeros herederos del “modelo” original del peronismo (de Perón)/justicialismo, pasando por el menemismo, el kirchnerismo, cristinismo, Unidad Ciudadana, de nuevo el cristinismo, el amague camporista y otras insinuaciones, a cual más ostentosa, como inocuas, han ido deshilachando una supuesta doctrina en favor de las clases más desposeídas que a la luz de la historia no han hecho otra cosa que sembrar pobreza y desgracia e indignidad a un pueblo que, llevado de la mano de prometedores farsantes y embaucadores sumado a un mensaje populista y demagógico lo están depositando en un calvario, cuyo martirio más elocuente es el hambre, la indigencia y la pobreza extrema en miles de personas. Ya ni siquiera vale mostrar las cifras de lo señalado, por cuanto hacerlo no hace otra cosa que llenarnos de vergüenza y pena. Ya se les agotaron los discursos, las promesas de un país mejor; cuando ellos son los destructores seriales, o por lo menos los más responsables en función de los años que llevan gobernando, de aquel “país mejor” que alguna vez la historia argentina supo exhibir a los ojos del mundo. Ya a esta herencia le queda poco por mostrar de aquel mensaje plagado de ilusiones, que apenas un poco se hizo realidad. Desde aquel “todos unidos triunfaremos” del versito partidario, hasta este “todos desunidos”, con la comandancia de un dúo “Presidente vs. Vice”, al que se le suma una legión de dirigentes con la misma variable, ha corrido mucha agua bajo el puente para sepultar una supuesta doctrina reivindicatoria de anhelos populares. Ya no son viables las culpas que se tratan de poner sobre el enemigo/adversario. El mensaje, hasta por momentos de corte pandillero de los actores del gobierno, sus adlátares y los fanáticos militantes, tratando de poner sobre otros las culpas propias, dejó hace tiempo de tener vigencia. Demasiados errores se acumulan en sus espaldas, para tratar de disimularlos. Los argumentos son cada vez más inconsistentes; podría decirse que ridículos, cuando no risibles. Es tan patente la sinrazón del manejo del gobierno que da la sensación, con fuerte evidencia, que los acuciantes problemas del pueblo han pasado a un segundo plano. La lucha en la cúpula del poder nos está poniendo a todos en modo “qué les pasa” o “qué quieren hacer con nosotros” para utilizar eufemismos suavizantes, aunque en realidad lo viable sería dejen de hacer groserías o ridiculeces. Frente a este cuadro ya no hay opciones. Los atajos que buscan para salvar la ropa propia se da de bruces con el arraigado sentimiento popular del “háganse cargo”, contundentemente. Dejen de simular, la verdad los atropella; el relato está en retirada. Se les agotó. El hastío popular ya es de una crudeza que hasta los propios, aunque lo disimulen, no les tolera que aquel chispazo doctrinario “del pueblo es lo mejor”, hoy es sólo una patraña intolerable. Se agotó en los vericuetos discursivos. En los mesías, que cada cuatro años vienen a redimir los pecados de los antecesores; si bien es cierto que cada uno que se va deja sus pecados, sin pasar por el purgatorio de una sociedad en la plenitud de su hartazgo. Porque la gloria que debería esperarse de los que están y los que estuvieron, por desgracia, nunca llega. Los problemas a los que nos han sumido (todos, con menor o mayor culpa) no tienen, al parecer botón de pausa.

Mientras lo cotidiano está con rigor lastimando el cuerpo social, la Sra. Vice, con su verborragia habitual, que se manda redoblando apuestas contra la Suprema Corte, ante el avance posible de un sinceramiento de sus causas, vía un fiscal (Luciani) con el aparente coraje de ir hacia una verdad que se escamotea con recursos y artimañas. La Sra. Peñafort diciendo a los cuatro vientos que a la Sra. la quieren proscribir. Los sindicalistas que “inventan” actos con los mensajes y propuestas más inverosímiles. Los chicos de la UBA que sí proscriben a un diputado que daría una charla. Los artistas, pañuelistas y otros varios; aquellos de “primero la Patria” cuando el dólar estaba a $ 40,00 y querían lapidar a Macri, hoy en un silencio que aturde. Los tuits de la Vocera en la misma línea de olvido selectivo. Hoy al vapuleado dólar casi le debemos agregar otro cero (para los 400), y los atacantes del malvado “gato” parecen satisfechos (¿o no?) con una hipocresía y cinismo que da vergüenza. En tanto, el Sr. Grabois, que se pone al borde de la histeria y promete “que habrá sangre”, si los “beneficios” no llegan e insinúa saqueos. ¡Grave! La Vice que vuelve a Olivos para dialogar, se supone. A su manera, obvio. ¿Se sabrá el contenido? El Sr. Rico (el carapintada), que con su videíto llama a sus camaradas estar atentos, por si las moscas. El Sr. Kicillof, que convoca a la oposición y luego lo desmiente. ¡Un clásico! El Sr. Heller, que vuelve a la carga (de vez en tanto) para decir que la culpa es del periodismo. Otro clásico. Los enemigos imaginarios siguen a la vanguardia. El ex Guzmán que se lleva el “Ah…pero” actual. La Sra. Batakis, que viaja al Fondo buscando resucitar migajas de un reciente acuerdo. ¡Otra vez! Los opositores (PRO y cía.) que le escabullen a los acuerdos, salvo en el Congreso, afirman, pues temen quedar pegados… o quemados, para mejor decir; en una actitud peligrosa pues su porcentaje de votantes espera otra reacción más contundente dentro de los parámetros constitucionales. La Sra. Bonafini, con su clásico de los jueves, nos dice que el Presidente es cada vez más mentiroso. ¡Chocolate por la noticia! El Financial Times, que pone la cuotita revulsiva titulando que estamos al “borde de la ruina”. ¿Es novedoso? Es bueno avisarle, de paso, a Dady Brieva, que sus vaticinios que “quiero le vaya realmente mal a los argentinos para que no compren más espejitos de colores”n referido al gobierno de Macrin y que “volvimos al pedo”, en alusión al kirchnerismo, se están cumpliendo. Precisamente porque sus “amigos K” volvieron, como él dice, a terminar (para peor, en todo caso) la “obra” del anterior. ¡Todo un profeta! Mientras tanto, en una repetida y vieja historieta (ya ni siquiera historia), los turistas extranjeros que se hacen un picnic vacacionando en el país con precios de demolición; en tanto el argentino común rasca y demuele sus lánguidos bolsillos si quiere tomarse “unos días”. Por otro lado, a una alianza de tres que agoniza le sucede la nada misma, por errores forzados o por mediocridad manifiesta. Y la frutilla del postre: el Presidente, que se tira contra el campo, ya un clásico del kirchnerismo/cristinismo/camporismo; pero horas antes diciendo que “no es como los otros” y que “no quiere ser el mejor Presidente”, sino “el Presidente del mejor pueblo”. ¡Una pinturita de mensaje!

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