Por Hernán Andrés Kruse.-

Si hay una lección que ha dejado la crisis de seguridad que afecta a la provincia de Santa Fe es la siguiente: la policía es parte del problema, no su solución. ¿Por qué es parte del problema? Por una sencilla y contundente razón: la policía ha sido comprada por el narcotráfico. Antes de continuar es fundamental aclarar lo siguiente. De ninguna manera afirmo que todos los policías santafesinos son corruptos. Por el contrario, no dudo que la mayoría de ellos ejercen su profesión dignamente. Pero hay un grupo minoritario que se ha dejado corromper por los cantos de sirena de los narcos. Todo el mundo sabe que el narcotráfico maneja sumas siderales de dólares que les permiten comprar conciencias a diestra y siniestra. He aquí la razón fundamental de que en estos momentos Rosario esté en su poder. ¿Cómo se explica que apenas asumió como gobernador el socialista Antonio Bonfatti designara a Hugo Tognoli jefe de la policía santafesina, un uniformado sospechado de tener sólidos vínculos con los narcos? ¿Cómo se explica la balacera a su domicilio en Rosario en 2013? ¿Cómo se explica que a fines de 2019 quien fuera acusado de esa balacera, Ema Pimpi Sandoval, fuera ejecutado en la mansión de un camarista situada en el coqueto barrio rosarino de La Florida? ¿Cómo se explica que la policía sea incapaz de encontrar los bunkers de los narcos cuando los vecinos saben dónde están? ¿Cómo es posible que la policía no sepa, por ejemplo, que en Empalme Graneros, uno de los barios más humildes de Rosario, los narcos se mueven a su antojo? Todo lo afirmado ha sido posible porque, reitero, la policía fue comprada por el narcotráfico. Pero sería injusto considerar a la policía como la única responsable del dominio narco. ¿Qué han hecho para evitar esta tragedia los políticos, los jueces y los fiscales? No han hecho absolutamente nada. ¿Por qué? Porque un buen número de políticos, jueces y fiscales también fueron comprados por los narcos.

La tragedia que enluta a Rosario en particular y a la Bota en general es similar a la que enluta al conurbano. El dominio de los narcos en la zona más poblada del país se debe a la complicidad de la policía, la política y la justicia. Lo que acaba de acontecer en Virrey del Pino no hace más que confirmar que la policía bonaerense es parte del problema. El pasado lunes 3 de abril, cerca de las cinco de la mañana, el colectivo de la línea 620 que conducía Daniel Barrientos, fue abordado por dos delincuentes quienes, en circunstancias aún no esclarecidas, lo ejecutaron. Luego emprendieron la fuga en un auto que los aguardaba en las cercanías. ¿Cómo es posible que en esa zona la policía brille por su ausencia? Porque Virrey del Pino es igual, en cuanto a su fisonomía, a Empalme Graneros. Y al igual que el barrio rosarino, Virrey del Pino es una zona liberada. Los vecinos consultados por la televisión lo confirmaron. ¿Acaso la policía bonaerense desconoce lo que sucede en Virrey del Pino? ¿Acaso no sabe que los vecinos están a la intemperie, a merced de los narcos y los delincuentes comunes? Por supuesto que lo sabe. ¿Entonces por qué permite que Virrey del Pino esté a merced del narcotráfico y la delincuencia? Por una sencilla y contundente razón: porque los narcos han comprado la conciencia de muchos policías, fundamentalmente quienes integran las cúpulas.

La corrupción mató a Daniel Barrientos. El colectivero tenía 65 años y en pocos días se jubilaba. Fue, conviene no olvidarlo jamás, fusilado por un delincuente despiadado para quien la vida de Barrientos no valía absolutamente nada. El hecho causó una enorme conmoción debido fundamentalmente a la relevancia que le otorgaron los medios de comunicación. Cerca del mediodía se acercó al lugar donde manifestaban su bronca un buen número de colegas de Barrientos el ministro de Seguridad bonaerense Sergio Berni. Al visualizarlo, los colectiveros comenzaron a insultarlo en español y en arameo. Con el correr de los minutos la tensión fue en aumento. Hasta que se produjo lo que nadie imaginaba que podía llegar a suceder: un puñado de colectiveros (los más exaltados) lo agredieron físicamente. Al mismo tiempo, la policía porteña reprimía a un buen número de colectiveros. Uno de los uniformados agredió de manera artera la cara de un trabajador con su escudo protector. Una bajeza incalificable. Pero aquí hay que reconocerlo: gracias a la policía porteña, que sacó a Berni del lugar a los empujones, otro pudo haber sido el desenlace, con consecuencias impredecibles.

Fue entonces cuando la política metió la cola. El gobernador Kicillof, que al principio había optado por el silencio, finalmente habló delante del periodista oficialista Gustavo Sylvestre. Sin ponerse colorado acusó a Patricia Bullrich, precandidata presidencial por el PRO, de haber fogoneado el ataque a Berni. La reacción de Bullrich no se hizo esperar. Exigió la renuncia de Berni y acusó al kirchnerismo de estar del lado de los delincuentes. Mientras tanto, tenía lugar el velatorio de Daniel Barrientos. Entrevistados por la televisión, varios colectiveros afirmaban lo mismo: La Matanza es tierra de nadie.

El ambiente era de desolación, bronca, impotencia y desesperanza.

Horas más tarde la policía bonaerense detuvo a los colectiveros que golpearon a Berni. Se trata de Jorge Galiano y Jorge Ezequiel Zerda, quienes trabajan en la empresa Almafuerte. Se los acusa de los delitos de lesiones graves, atentado y resistencia a la autoridad. El primero de los nombrados reside en Merlo. Su detención fue sencillamente cinematográfica. El colectivero fue reducido con fuerza por la UTOL, una de las áreas de la policía bonaerense que mayor protagonismo adquirió desde que Berni tiene a su cargo el manejo del ministerio de Seguridad. El video que captó la dantesca escena no admite ningún tipo de duda. Se trata de policías de élite que en buen número redujeron a un colectivero indefenso y atemorizado en la entrada de su domicilio. Fue una verdadera vergüenza el espectáculo que montaron los uniformados. ¿Qué necesidad había de atemorizar de esa manera al colectivero? ¿Se trató, acaso, de una venganza de Berni? Tal era la desesperación de Galiano que exclamó: “están reconfundidos, bajen las armas, soy chofer”.

Las escenas captadas por la televisión causaron una gran conmoción. Diego Santilli, diputado nacional y candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires de JxC, expresó (fuente: Infobae, 6/4/023): “Cuando decimos que están del lado de los delincuentes nos referimos a esto. No les importa cuidar a la gente, nunca les importó. Así detienen a los laburantes mientras los chorros siguen haciendo de las suyas. Pero falta menos”. Por su parte, Marcelo D´Alessandro, ex ministro de Justicia y Seguridad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, dijo: “Los que liberaron delincuentes en la pandemia mandan a detener a un chofer de colectivos en el medio de la noche con un operativo nunca visto en ningún barrio del conurbano. Nunca con un narco. Mucho menos con aquellos que agreden a hombres y mujeres de las fuerzas de seguridad”.

Promediando la tarde del jueves 6, la vicepresidenta de la nación publicó un twitt en el que fija su posición en relación con la oprobiosa detención de los colectiveros. Casualmente (o no tanto) dio a conocer su postura justo cuando el vapuleado ministro Berni estaba por participar de un cónclave con colectiveros de diferentes líneas del conurbano. En el twit de Cristina se lee lo siguiente (fuente: Infobae, 6/4/023): “Acabo de ver por televisión el operativo policial donde se detuvo a uno de los colectiveros que agredió salvajemente al ministro de seguridad de PBA. Me dicen que se trató de un operativo conjunto de la policía de CABA con la bonaerense. ¿Era necesaria la magnitud del operativo y el tratamiento que se le dio al detenido, como si se tratara de aprehender a un narco en su bunker? Alguien me escribe… Textual: “Al copito que quiso matar a CFK lo trataron mejor que a un colectivero que le metió una piña a Berni”. Claro que lo trataron mejor: lo detuvieron los militantes no la policía y yo tuve la suerte que no tuvo Barrientos, la bala no salió”.

Llamó la atención la dureza de sus palabras. Se trata de una dura crítica al operativo policial que tuvo lugar en el domicilio de unos de los colectiveros que agredió a Berni. Como Cristina es una política harto experimentada, resulta por demás evidente que lo que escribió en el twitt lejos está de ser el fruto de un momento de enojo. Cristina siempre medita lo que piensa publicar. En consecuencia, cabe que nos preguntemos lo siguiente: ¿por qué la vicepresidente efectuó semejante crítica y, para colmo, justo antes de la reunión de Berni mencionada precedentemente? Se trató, qué duda cabe, de un golpe por elevación al gobernador Kicillof, máximo responsable del accionar de la bonaerense. ¿Significa entonces que la relación entre ambos se ha cortado? Porque Axel Kicillof fue desde siempre uno de los dirigentes más cercanos a la ex presidenta. ¿Acaso Cristina olfatea cierto amago del gobernador de alejarse del cristinismo?

Horas más tarde Sergio Berni mantuvo un diálogo con la prensa luego de dialogar con los colectiveros. Expresó lo siguiente (fuente; Perfil, 6/4/023): “Vine a terminar con lo que habíamos empezado el lunes”. “Yo estoy convencido de que, por parte nuestra, son trabajadores”. “Incluso hoy hubo un comunicado disculpándose de parte de los trabajadores, eso para mí es más que suficiente”. “Si son choferes y no fueron infiltrados, yo no voy a ser parte de ninguna cuestión judicial, y si fueron infiltrados todavía tenemos mucho tiempo”. “Ser ministro de seguridad no es ser gerente general de Disney”. Afirmó que su prioridad es encontrar a los asesinos de Daniel Barrientos. “Estoy en deuda con la familia, tengo la obligación moral de dar con los asesinos”.

¿Dará Berni con los asesinos de Daniel Barrientos? Sinceramente no creo que Berni pueda cumplir su promesa. Por el momento, hay algunos detenidos pero da toda la sensación que no tienen anda que ver con el macabro hecho. Mientras tanto, los colectiveros que fueron detenidos recuperaron su libertad. Una buena noticia entre tanta malaria.

Share