Por Ricardo Bustos.-

Esta película ya la vimos. Ojalá me entiendan. «Cuiden más lo que lograron con tanto sacrificio, pero no lo dejen por ahí».

En el año 2001, una tarde me depositaban el dinero que correspondía por la venta de una casa…. en dólares… Al otro día se convirtieron en Patacones y solamente podía retirar 200.

Lo único bueno de todo el dinero que perdimos, es que el Patacón, siempre me lo aceptaron en todas las Provincias y Capital Federal. Cada uno entienda como quiera. «2001 Odisea del Espacio» fue una película, lo nuestro, la realidad. Casualmente, estaban los mismos pero con menos canas. Saben cómo se hace y a quien se lo hacen.

Increíblemente Argentina mi país, cada 10 años, se transforma en un monstruo que devora el esfuerzo de toda la gente que trabaja para hacer un país viable en el futuro.

Desde la política se pone como argumento sin sustento, que el fracaso económico es obra de la Pandemia que golpeó al mundo por igual en todos los Continentes, pero quienes vivimos y padecemos esta decrépita y ruin política ancestral, de coimas, dádivas, robos al Estado a la vista de todos, sin que la Justicia actúe en consecuencia porque es cómplice de los propios delitos, sabemos que hay un solo virus atacando desde el propio interior del poder.

Ya no hay culpables fuera del territorio para defenderse porque hoy los enemigos están dentro y fuera del poder político de turno. Frentes, Organizaciones, Movimientos, han reemplazado y de manera desastrosa, a los Partidos políticos tradicionales, dejando el terreno fértil para que una horda callejera, a diario invada las calles y rutas de Argentina reclamando cualquier cosa porque todo les viene bien.

Hemos caído a niveles lamentables en los servicios de Salud, Educación y Previsionales. La Seguridad de los ciudadanos ya no está en manos del Estado porque se han liberado a merced de delincuentes, narcotraficantes, en su mayoría jóvenes y adolescentes impunes por su edad ya que la ley promovida por un ex juez corrupto, miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, puso a todos en igualdad de condiciones, sean o no asesinos, ladrones, traficantes o exitosos alumnos de una Universidad.

Hemos vuelto, para orgullo de quienes gobiernan nuestra amada tierra como peones de estancia, a ser aliados de líderes fracasados y delincuentes políticos reconocidos como tal por el mundo entero. Cuba, Nicaragua, Venezuela, solo por nombrar algunos. Le debemos al mundo como país y por ende, como habitantes con nuestra nacionalidad, muchos más dólares de los que podemos producir en nuestras vidas. Tenemos millones de argentinos y residentes con carta de ciudadanía, todos los meses haciendo largas colas en los cajeros de los Bancos para cobrar un subsidio que el Estado Argentino les regala por «no hacer nada», porque no trabajan ni estudian, pero viven tomando cerveza de fiesta permanente todos los días. Les han vaciado el cerebro para que no puedan decidir por si mismos y son los denominados «NI NI» que, como NI estudian NI trabajan, son entes deambulando por las calles «haciendo nada» para no molestar a los gobernantes con sus reclamos. Duele en el alma ver los titulares en los medios de información más importantes del planeta… «El Gobierno brinda comida a más de 11 millones de personas, pero el hambre llega, sobre todo, a los más jóvenes: el 62,9% del total de población infantil y adolescente está en situación de pobreza monetaria mientras que la red de comedores sociales está colapsada».

¿Por qué hay hambre en Argentina si se produce comida para 440 millones de personas? (10 veces su población).

El hambre en Argentina, coincidieron varios expertos en conversación con BBC Mundo, no se debe a escasez de alimentos, sino a falta de ingresos, distribución desigual de la riqueza o ausencia de generosidad.

Aunque hay países más desiguales que Argentina, la economía de este país es una de las más frágiles de la región, azotada por años de políticas de Estado ambivalentes que han resultado en traumáticas etapas de inflación, devaluación y recesión.

Hoy gran parte de la producción, sobre todo de granos, se exporta, pero hay rubros como la carne, el vino y el trigo que en su mayoría se quedan y abastecen el mercado local.

«El problema de Argentina no es que falten alimentos», dice Iván Ordoñez, economista especializado en el campo. «No somos India ni Haití ni Venezuela; nosotros no importamos alimentos, todo lo que comemos es industria local».

«Lo que debería pasar, y no ha pasado, es que el mercado interno compita con el mercado externo, que se exporte más, se genere más riqueza y eso genere más empleo».

Mientras todo esto ocurre frente a nuestros ojos, en campaña política, hace apernas unas semanas, hemos escuchado a los candidatos debatir sobre sexo, preservativos, penes de madera, cuestiones de género, pero nada se dijo sobre la vulnerabilidad a la que están expuestos los niños, adolescentes y ancianos al no poder acceder a los nutrientes más elementales para la subsistencia. Argentina, ha vuelto a ser, lamentablemente, sólo un territorio al sur de Bolivia. Hoy nos superan en economía, Chile, Uruguay, Paraguay y ni hablar Brasil. El problema somos todos los argentinos que por error o complicidad, hemos apoyado a los políticos que nos llevaron a la destrucción institucional, social y económica como Nación. No hay otros culpables, El día que comencemos a aceptar nuestros errores, quizá, si todavía existimos como República, podremos volver a comenzar.

«Por más que la abeja le explique a la mosca que la flor es mejor que la basura… no lo va a entender porque siempre vivió de la basura».

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