Por Carlos Tórtora.-

Máximo Kirchner es prácticamente el único político de primera línea que está en plena gira durante enero. La mayor parte de las explicaciones apuntan a que se prepara para asumir la conducción del PJ bonaerense, para lo cual debe antes atenuar los brotes de resistencia que existen entre los intendentes, naturalmente reacios a que La Cámpora se haga cargo del aparato partidario. La idea es que no se consolide un frente anti-Máximo y que haya consenso, para lo cual es fundamental el apoyo activo de Axel Kicillof a la jugada. Pero el nuevo protagonismo de Máximo y la urgencia con la que salió a levantar su perfil también tienen otros motivos. Diversos sondeos realizados durante diciembre pusieron en evidencia que tanto la imagen presidencial como la imagen de la gestión de gobierno están en baja en el territorio bonaerense. Un estudio de CB Consultora indica que en la provincia de Buenos Aires es donde más bajó en relación a diciembre (-5,8 puntos). Obviamente la situación económica sería la causal determinante en primer término, seguida de la inseguridad y la pandemia. Aunque de este tema no se habla en público, la alarma crecería en la Casa Rosada y sobre todo el Instituto Patria. Buenos Aires no sólo es el bastión electoral por excelencia del kirchnerismo sino que es el distrito de la vicepresidenta, que se encontraría estacionada en las encuestas. En la mesa chica del kirchnerismo se teme la reaparición de María Eugenia Vidal para captar el descontento social, no así la nueva etapa de Elisa Carrió, que carece de penetración en el peronismo.

A todo o nada

Al ponerse sobre el hombro el paquete del peronismo bonaerense, Máximo está haciendo una apuesta fuerte. Si el Frente de Todos consigue ganar por un buen margen en octubre próximo, quedará allanado el camino para Máximo 2023. Pero si los resultados son escasos, la candidatura presidencial del primogénito de los Kirchner podría entrar en crisis.

Hasta ahora los titulares de los dos municipios más grandes de la provincia, Fernando Espinoza (La Matanza) y Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), dan muestras de adherir al proyecto de Máximo y esperarían compartir el poder provincial con el equipo de La Cámpora.

Otro efecto de esta movida es liquidar anticipadamente cualquier aparición del albertismo en suelo bonaerense. Intendentes amigos del presidente, como Juanchi Zabaleta (Hurlingham), se mostrarían desesperanzados de que el presidente apueste a formar una línea dentro del PJ. Como es obvio, si no lo hace ahora, con las elecciones de medio término a la vista, será más improbable que lo haga después.

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