Por Oscar Edgardo García.-

El Presidente y la Vicepresidente de la Nación, así como también los funcionarios del gobierno central, ante las adversidades a las que se enfrentan reaccionan habitualmente con falsas imputaciones culpando a otros por errores, desaciertos o impericias que les son propias.

Sus permanentes difamaciones no sólo persiguen la eximición de las responsabilidades que sobre ellos recaen sino que también conllevan la intención de causar daño o perjuicio a los imputados.

Para eludir el debate y las respuestas a las preguntas comprometedoras apelan al uso de una herramienta que caracteriza a los mediocres y a los malos perdedores: la calumnia.

Lamentablemente esta es la herramienta elegida por el extraviado gobierno nacional y todo indica que la continuará utilizando ininterrumpidamente hasta el final de su mandato.

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