Por Alfredo Nobre Leite.-

Señor director:

Llama poderosamente la atención la ceguera intelectual y moral del presidente Alberto Fernández, que dice que «el Fondo Monetario Internacional (FMI) quiere imponernos un programa y nosotros no estamos de acuerdo». Su ceguera intelectual y moral es asaz proverbial, porque lo único que pedimos al cuarto gobierno kirchnerista es que presente un plan de gobierno y económico que demuestre la capacidad de pago del país para que cumpla con sus compromisos, a contrario sensu del kirchnerismo que ignora sus compromisos, y por ello todos los mercados voluntarios de crédito y del FMI están cerrados para la Argentina, que está entre el lote de los países más pobres e ignorados del mundo. Considerando que la Argentina siempre fue un país rico y fértil con todas las riquezas minerales, de gas y petróleo, y por ello no se entiende cómo estamos abandonados a nuestra suerte y mendigando, a contrario sensu de países cómo Uruguay, Chile, Brasil, Paraguay que atraen a las empresas que por el desmadre de nuestra situación política y económica se cierran y nos abandonan, ante la actual situación de desmadre en todos los aspectos, y ante la falta de garantía jurídica, la excesiva presión impositiva, y un país sumido en la pobreza, con una inflación superior al 50% anual.

Y ante un gobierno sin norte, carente de proyección futura, sin un proyecto presupuestario aprobado por el Poder Legislativo, por ser un dibujo que da de bruces con la realidad palpable por todo el mundo, salvo para el kirchnerismo, que se ha llenado sus alforjas a costa de la corrupción iniciada por él es presidente Néstor Kirchner, que con su consorte, la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner cometiendo un desfalco/latrocinio estimado en US$ 80.000 mil millones; que deben regresar a las arcas públicas, por ser nuestros impuestos.

Todo el mundo nos mira asombrados de que estemos cómo estamos, abandonado el pueblo a su suerte y sin futuro; salvo que se produzca un milagro y que aparezcan ciudadanos virtuosos que nos encaminen hacia el bien, la honestidad y el servicio al próximo, en vez de robar cómo viene sucediendo desde 1946, en que Juan Domingo Perón asumió la presidencia y se apropió de reservas en billetes y oro en las arcas del del tesoro del Banco Central por US$1.780 millones que se esfumaron en sus bolsillos, y que tras la Revolución Libertadora, estando en el exiliado dorado de Madrid, entre los diez mayores inversores de Wall Street.

Seguimos estando a tiempo de rever todo el mal expuesto, faltando decisión y honestidad intelectual y moral para levantar a la Argentina de su letargo intelectual y moral.

Con cordiales saludos.

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