Por Juan José de Guzmán.-

Siendo muy joven aún, el fiscal Diego Luciani tiene un currículum envidiable.

Pero no sólo por sus antecedentes académicos y extracurriculares (no hay más que entrar en chequeado.com para corroborarlo) sino porque ha dado prueba de “tener lo que hay que tener”, dejado atrás su bajo perfil para convertirse en una figura relevante en este momento crucial que vive la justicia en nuestro país.

No sólo se le plantó y enfrentó con sólidas respuestas a reconocidos estudios de abogados, que defienden a “presuntos corruptos”, o “perennes inocentes”, que salvo que la condena que pesa sobre ellos fuera confirmada en ultimísima instancia, que en nuestra Judicatura es nunca, nos enrostrarán “hasta el cansancio” que “no son culpables”, ya que no tienen condena firme (gracias a los servicios de los costosísimos abogados que los defienden, que conocen al dedillo todos los agujeros negros que existen en Comodoro Py logrando con sus remanidas jugarretas legales que se declare la nulidad de lo actuado o bien la prescripción de la causa que agobiaba a sus clientes).

La más reciente y notoria actuación fue en el juicio oral de la causa “Vialidad” y fue la que le cupo ante el mismísimo Presidente de la Nación quien como testigo se encontró con un fiscal que lejos de permitirle la huida por las ramas ante una pregunta incómoda supo replicarle con firmeza con un “no me falte el respeto, doctor” cuando debió enfrentar el intento de menoscabo hacia su figura por parte del testigo Fernández que lanzó un ofensivo “pero entonces usted tiene un problema de comprensión”.

No sólo obtuvo la aprobación del Tribunal (que resolvió que era conducente la pregunta del fiscal) sino que forzó a que el testigo debiera contestarla.

Ahora bien, por qué un acto que debería ser simplemente correcto (que un fiscal actúe de fiscal) merece una ponderación ciudadana? Porque estamos en Argentina, donde el Presidente decreta el confinamiento, debido a la pandemia y lo incumple con fiestitas organizadas por su esposa, el Procurador del Estado miente declarando bajo juramento ser personal de la salud para ser vacunado mucho antes de lo que le hubiera correspondido y donde los fiscales no apelan cuando deberían hacerlo entre otras delicias a las que nos hemos acostumbrado.

Por ello es que hoy toma una dimensión mayúscula ese acto de coraje de un ciudadano, como tantos, que algún día soñó, envuelto en sus ideales y que fiel a los mismos nos está indicando por dónde es el camino que hace rato perdimos y hoy procuramos encontrar, desesperadamente.

Gracias, Diego Luciani, Fiscal Federal de la Nación.

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