Por Otto Schmucler.-

Todos los años, cuando llega el 6 de enero solemos extraer, y desempolvar de entre los pliegues de la memoria aquellas fantasías con las que todos crecimos, que nos permitieron disfrutar de ese mundo fantástico que, más temprano o más tarde algún desgraciado/a se iba a encargar de hacerlo trizas guiándonos por el sendero de la cruda realidad, aunque en un principio todos nos resistimos a creer. Nunca faltó, ni faltará (mientras haya padres que quieran preservar la magia de las fantasías en la mente de sus hijos) algún “buey corneta” en el colegio, en la cuadra o en la familia que esté dispuesto a “avivarnos”, demostrándonos con evidencias que aquello que nos contaron nuestros mayores no se condecía con la realidad.

Lo primero que hicieron “los avivados” antes de avivarse fue considerar como verdadera su creencia, aun sin estar seguros ni ser capaces de poder demostrarla, porque todos tenemos creencias acerca de la vida y el mundo y solemos aferrarnos a ellas aunque la lógica nos indique que son falsas (los terraplanistas tienen la firme creencia de que la Tierra es plana).

Un caso análogo a estos, los militantes, creen en el lawfare, descreen de la evidencias que la instrucción de las causas les mostraron (que terminaron en condena) y detestan al Buey corneta del Fiscal Luciani que en su alegato les dijo que “los Reyes eran los padres”.

Vaya nuestro homenaje a esos fieles creyentes que, aun hoy, siguen creyendo en el 28 de diciembre (los santos inocentes).

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