Por Hernán Andrés Kruse.-

El Presidente de la Nación sigue empecinado en promover el juicio político a todos los miembros de la Corte Suprema, especialmente a su titular, Horacio Rosatti. Profesor en la Facultad de Derecho de la UBA y experimentado político, el presidente es consciente de que su pedido se estrellará contra el Congreso porque no estará en condiciones de reunir las mayorías calificadas en ambas cámaras que exige la constitución. Sin embargo, está decidido a llevar a cabo su “quijotesco” accionar hasta las últimas consecuencias.

La pregunta que todos nos formulamos es la siguiente: ¿por qué el presidente de la nación tomó semejante decisión? Me parece que el motivo más valedero es el siguiente: Alberto está obsesionado con continuar en el poder a partir del 10 de diciembre próximo y la única manera de tener éxito es presentándose como el emblema de la lucha contra la mafia judicial. Si bien su pedido de juicio político fracasará de manera estrepitosa, el haber desafiado a la corporación judicial lo elevará, calcula Alberto, a la categoría de mártir.

Lo que necesita imperiosamente el presidente de la nación es contar con un fuerte apoyo del oficialismo. Hasta ahora ese apoyo es respetable ya que cuenta con el respaldo de una decena de gobernadores del PJ y de un buen número de diputados nacionales. Sin embargo, hasta ahora retumba el silencio de Cristina Kirchner y Sergio Massa. A ninguno de ellos les conviene un éxito del presidente en esta pulseada. Porque si finalmente la opinión pública termina valorando su “quijotesco” accionar, Alberto pasará a ser la única carta de triunfo del FdT en las presidenciales. Y si en algo coinciden Cristina y Massa es en lo siguiente: es preferible un triunfo de Macri o Larreta antes que la reelección de Alberto.

El presidente recibió este miércoles a Germán Martínez, jefe del bloque del FdT en Diputados, y a la legisladora Carolina Gaillard, presidenta de la comisión de Juicio Político de la Cámara Baja, para hacerles entrega del pedido para evaluar a los miembros de la Corte, acusados por el presidente y varios gobernadores de mal desempeño luego de que tomaran estado público una serie de mensajes que ponen en evidencia la connivencia entre funcionarios porteños y asesores de la mismísima Corte Suprema. “Les pedí que inicien su pronto tratamiento legislativo”, sentenció el presidente. El siguiente paso será el llamado a sesiones extraordinarias, que se concretaría durante el mes en curso. Luego de efectuado ese llamado Gaillard formalizará el llamado a los miembros de la comisión. En ese cuerpo el oficialismo cuenta con la mayoría necesaria para aprobarlo.

Según su presidenta “todos sospechábamos que había connivencia entre el Poder Judicial y sectores de la política. Claramente, no hay un Poder Judicial independiente”. “La gota que rebalsó el vaso” fueron los chats entre D´Alessandro y el vocero de Rosatti, Silvio Robles, “en los que esta persona le recomendaba la mejor estrategia para tener un fallo favorable por la coparticipación”. Hugo Yaski, integrante de la comisión, coincidió con Gaillard: “Hubo connivencia de Rosatti con el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. La decisión de la Corte de favorecer a Larreta en momentos en que inicia su campaña electoral, con la restitución de recursos de la coparticipación que se habían retraído al resto de las provincias, de manera arbitraria, al principio del gobierno de Mauricio Macri, pone al presidente de la Corte en situación de mal desempeño”. “Pedir su juicio político es la decisión que corresponde. Queremos defender la independencia de los poderes y terminar con una Corte que actúa como un poder despótico, desconociendo las facultades que le competen al Poder Legislativo y en muchos casos obstruyendo las decisiones del Poder Ejecutivo, ambos elegidos por el voto popular, que no es el caso de Rosatti a quien eligió Macri” (fuente: Página/12, 5/1/023).

La política argentina siempre sorprende

La política autóctona siempre sorprende. Por eso es tan apasionante. Dramáticamente apasionante, para ser más preciso. Gastón Marano es el abogado defensor de Gabriel Carrizo, jefe de la banda de los copitos que intentó asesinar a Cristina Kirchner el 1 de septiembre. Este letrado se presentó este miércoles en Comodoro Py para denunciar a Silvio Robles, el principal operador del presidente de la Corte Suprema. De esa forma, el doctor Marano no hace más que beneficiar al propio Robles, porque le disputa la causa judicial al juez federal de Santiago del Estero, Guillermo Molinari, quien hace unas horas le pidió a Robles que entregue su celular a una Secretaría de la Corte para efectuar los correspondientes chequeos de los mensajes que intercambió con D´Alessandro.

¿Por qué Marano termina siendo funcional a Robles y compañía? En su edición del 5/1/023 Página/12 publicó un artículo de Raúl Kollmann titulado “La insólita conexión de Silvio Robles, la mano derecha de Rosatti, con el atentado a CFK”. El autor responde tal interrogante de la siguiente manera:

“El gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, presentó el lunes una denuncia contra Robles, por tráfico de influencias e incumplimiento de los deberes de funcionario público. De inmediato intervino el juez Molinari y el fiscal Pedro Simón, ambos de la capital santiagueña, y se le ordenó a Robles que deposite su celular en la secretaría de turno de la Corte Suprema. Por supuesto, enseguida apareció el coro político-mediático-judicial aliado a Juntos por el Cambio reclamando, como siempre, que la causa se traslade a Comodoro Py, donde juegan de local. Y, en paralelo, Robles no sólo se negó a depositar el celular sino que recusó al juez y, tácitamente, pidió el traslado al edificio de Retiro: sostuvo que Molinari no es juez natural y que hubo una maniobra de forum Shopping.

Curiosamente este miércoles se presentó Marano en Comodoro Py con una denuncia contra Robles por negociaciones incompatibles con la función pública. Un diagnóstico más que razonable es que el abogado de quien participó de la tentativa de matar a CFK le dio una manito al dúo Robles-Rosatti porque el juez que resulte sorteado podría pedirle al magistrado de Santiago del Estero, igual que Robles, que dé un paso al costado, con el argumento de que los hechos ocurrieron en CABA. Justito lo que andaba necesitando el bloque integrado por Juntos por el Cambio y la mayoría de la Corte Suprema”.

¿Por qué el doctor Marano le dio una manito al dúo Robles-Rosatti? La respuesta está implícita en esta otra pregunta: ¿a quién representa en estos momentos el doctor Marano? No hay que ser un fino analista político para vincular ambos interrogantes. No causó, por ende, ninguna sorpresa el twit que, en base al artículo de Kollmann, publicó horas más tarde la vicepresidenta en el que formula una pregunta por demás inquietante: “¿Entendés por qué en Comodoro Py no se investiga a fondo el intento de magnicidio?”

Anexo

Alivio para Cristina

Hugo Chávez obtuvo una gran victoria el pasado domingo. Según el escrutinio final un poco más de ocho millones de ciudadanos le extendieron un nuevo voto de confianza por los próximos seis años. Pese a que ya lleva casi 14 años en el ejercicio del poder, su legitimidad política está más vigente que nunca. Desde que ganó las elecciones presidenciales a fines de 1998, el líder bolivariano sólo perdió en una oportunidad. ¡Pensar que son muchos los que lo acusan de ser un dictador! Peculiar dictador, como bien dijo hace poco Eduardo Galeano, que periódicamente se somete alegamen de los venezolanos y al desafío de una aceitada oposición. La permanencia de Chávez en el poder sorprende a propios y extraños porque desde hace años que la derecha internacional pretende derrocarlo. En 2002 sufrió un golpe de estado y dos años más tarde se sometió a un referéndum para que el pueblo decidiera sobre su continuidad o no en la presidencia. Chávez siempre salió airoso. La elección presidencial del 7 de octubre fue la más dura de todas. Capriles contó con el apoyo de una oposición unificada, de los grandes medios concentrados, de la derecha sudamericana y, fundamentalmente, de la Casa Blanca. Estados Unidos está harto de Chávez y no ve la hora de su retiro definitivo del poder. No tolera que una de las naciones petroleras más importantes del mundo esté en manos de un socialista marxista.

La victoria de Chávez fue recibida con beneplácito por todos los gobernantes progresistas de Sudamérica y por el conservador presidente colombiano, quien lo felicitó por su triunfo. Para Cristina significó un gran alivio. Desde hace meses que se viene enrareciendo el clima político argentino. Todo comenzó con unos cacerolazos que muy pronto se extinguieron. El poder mediático concentrado les dio todo su apoyo, pero fue imposible mantener la llama anticristinista encendida. Sin embargo, en aquellas manifestaciones fue palpable el odio a la presidenta, los gritos destemplados, los insultos descalificadores; la falta de respeto por las mínimas normas de convivencia democrática, en suma. Fue evidente que desde las usinas mediáticas anticristinistas daba comienzo una operación política de esmerilamiento de la figura presidencial. Pasaron unos meses y las cacerolas retornaron a la vía pública con una fuerza inusitada. La manifestación popular contraria a Cristina del 13 de septiembre asombró por su virulencia y, fundamentalmente, por su masividad. Una marea humana copó los centros neurálgicos de los principales centros urbanos del país, tal como había acontecido durante el conflicto por la 125. El escenario volvía a repetirse. Miles de argentinos pertenecientes a los sectores medios altos y altos salieron a las calles del país para vociferar consignas contrarias a Cristina. La reelección indefinida fue el canto de batalla de una derecha que puso en evidencia, una vez más, una gran capacidad de movilización a través de las redes sociales.

Mientras tanto, los grandes medios concentrados continuaron con su prédica antigubernamental, centrada en la “personalidad autoritaria” de la presidenta, en la inexorable “chavización” de su gobierno, en su desdén por la “prensa independiente”; en su espíritu antidemocrático y antirrepublicano, en suma. El cacerolazo del 13 de septiembre fue exitoso. La oposición se envalentonó procurando poner contra las cuerdas al gobierno nacional. Por primera vez en mucho tiempo, Cristina había perdido la iniciativa política. Por su parte, Hugo Moyano arreciaba con sus críticas a su antigua aliada, mientras Micheli y Buzzi tejían una alianza con el camionero para atacar a Cristina desde el lado gremial. La presidenta de la nación se transformó en el blanco de un ataque perfectamente coordinado y planificado por el poder mediático concentrado, siendo los caceroleros y los miembros de la CTA antiK y la Federación Agraria sus fuerzas de combate.

Pasado el 13 de septiembre, Cristina continuó gobernando como si nada hubiera pasado, lo que encolerizó al orden conservador. Acostumbrada a que cada vez que se moviliza “algo tiene que pasar”, la derecha no toleró que la presidenta no hubiera agachado la cabeza en señal de sumisión luego del 13 de septiembre. Por eso su convocatoria para un cacerolazo el 8 de noviembre que promete ser, tal como lo han dicho sus voceros, más multitudinario que el del 13 de septiembre. El orden conservador está en pie de guerra, no tan eufórico como hubiera estado de haber perdido Chávez, pero empecinado en derrotar a Cristina a como dé lugar. Para la derecha Cristina es una “okupa” que debe ser desalojada de la Casa Rosada cuanto antes. Para colmo, un error cometido en la liquidación de sueldos dio lugar a una protesta de prefectos y gendarmes que mantiene en vilo a la sociedad desde hace una semana. En el momento de escribir esta nota, los sublevados están a la espera de una inminente respuesta del gobierno nacional a sus demandas. Como si todo ello no hubiera resultado suficiente, el clásico entre Argentina y Brasil a jugarse en el Chaco debió suspenderse abruptamente porque cuando estaba por comenzar el partido hubo un extraño apagón.

Muchas cosas pueden pasar de aquí al 7 de diciembre. Ese día los multimedios deberán desprenderse de las licencias que, de acuerdo con la ley de medios, tienen de más. Es un golpe al bolsillo de los poderosos mediáticos, acostumbrados desde siempre a que el gobernante de turno les rinda pleitesía. Es probable que jamás sospecharan que algún día una mujer como Cristina llegaría a la presidencia y que se atrevería a desafiar su poder. Todo lo “raro” que está aconteciendo en el país desde hace unos meses mucho tiene que ver con el 7D, fecha impuesta por la Corte Suprema como límite máximo de tiempo para efectuar la desinversión ordenada por ley. Como se afirma que vivimos en un estado de derecho, la norma sancionada por el congreso debe ser acatada y quien no lo hace queda al margen de ella, ingresa a la ilegalidad. Ojalá que a partir de la mágica fecha, quien quede al margen de la ley sea sancionado como corresponde, por más poderoso que sea.

Pero antes de llegar al 7D, habrá mañana (miércoles 10) una manifestación a cargo de la CTA antiK, el moyanismo y la Federación Agraria. Moyano acaba de decir que no asistirá y el gremio de los trabajadores estatales porteños anunció que no se plegará a la protesta de Micheli, por considerarla funcional a los intereses de la derecha. El plato principal será servido el 8 de noviembre, fecha programada para un nuevo cacerolazo que promete ser, según sus promotores, más impactante que el del 13 de septiembre. Mientras tanto, la oposición se limita a ser el portavoz argentino del antichavismo, a obedecer sin chistar las órdenes del grupo Clarín y a celebrar cada vez que la presidenta sufre algún traspié. Sus principales referentes se limitan a comentar ácidamente las decisiones que toma Cristina y a ser obsecuentes con el orden conservador. Duele ver a algunos importantes dirigentes del radicalismo reducidos a la categoría de “perritos falderos” de Ernestina Herrera de Noble. Si Alem, Yrigoyen, Balbín, Alende. Illia y Alfonsín, entre otros, resucitaran, regresarían inmediatamente a sus tumbas, avergonzados ante tanta bajeza ética, tanta flaqueza de principios, tanto servilismo.

Luis D’Elía acaba de reiterar su apoyo a una eventual re-reelección de la presidenta. Que lo haya pronunciado inmediatamente después de la espectacular victoria de Chávez no es casualidad alguna. Es probable que por el momento ningún funcionario del gobierno nacional hable al respecto. Demasiadas son las tormentas que lo acechan, lo que lo obliga a ser extremadamente cauteloso. La oposición está esperando a que Cristina se pronuncie a favor de su re-reelección para unirse en su contra. En consecuencia, lo más probable es que el gobierno nacional aguarde los resultados de la elección del año que viene para, números en mano, decidir finalmente qué decisión tomará sobre esta delicada cuestión.

(*) Publicado en Redacción Popular el 11/10/012.

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