Por Rodolfo Patricio Florido.-

Hasta ahora, la clase política de Río Negro es un ejemplo de incapacidad para imaginar destinos generales que vayan más allá de los destinos personales.

Es como si todos se tomaran de una Constitución Provincial republicanamente mediocre, se puede ser Gobernador con 1%. Obviamente no sucederá pero se puede. Los que piensan que tienen una primera minoría no quieren someterse a los riesgos de una segunda vuelta electoral. Y, los que piensan que pueden ser segunda, tercera o cuarta minoría, prefieren más apostar a acceder al poder por una suerte de diáspora generalizada que por imaginar la construcción de una provincia más sólida. De hecho, en Río Negro se puede ser Gobernador con cualquier número porcentual y esto, en una provincia sin liderazgos carismáticos fuertes, abre sueños donde debería haber siestas.

Desgraciadamente en nuestra provincia, la palabra “integración” pareciera ser una mala palabra. Todo está desintegrado en Río Negro. Siendo una provincia inmensa, riquísima, petrolífera y con muy poca población, el destino de esta pareciera que siempre termina siendo construido por una suerte de centralismo nacional cuya mano abierta o cerrada, determina el status económico de nuestros habitantes. O sea, un absurdo. Con un poco más de 600 mil habitantes, poseedores de petróleo, gas, grandes extensiones frutihortícolas, ganado y turismo nacional e internacional, la dirigencia política se mira su propio ombligo, por lo menos, la gran mayoría.

Lo que sucede a nivel nacional parece no importarles en lo más mínimo a los referentes locales de esos partidos. La decisión de la Convención Nacional Radical en cuanto a una alianza con el PRO y la Coalición Cívica, o sea, 3 partidos un solo Frente; en Río Negro, son 3 partidos, todos enfrentados entre sí. Solo el PRO desestimó presentarse con fórmula propia. De hecho, no la tiene, por lo menos competitivamente hablando. Obviamente estos no irían hacia Pichetto y difícilmente hacia Odarda o Massaccesi.

Mientras tanto, el Senador Pichetto, primera espada legislativa de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, debe estar más que feliz porque nada le ha simplificado más su intento de caminar hacia la Gobernación que observar como un eventual acercamiento entre estructuras afines, se dinamitó entre ellos mismos sin hacer siquiera un esfuerzo por ello. De hecho, hoy por hoy, el principal adversario de Pichetto son sus propias dudas no expresadas sobre cómo se comportará el electorado del heredero Martín Soria a la hora de apoyar al principal adversario peronista interno de su fallecido padre. Su otro gran enemigo es su propia y distante personalidad. Lo cierto es que los votantes de la Provincia nunca han reconocido que los esfuerzos del Senador por obtener dineros nacionales para obras provinciales, hayan existido. Quizás, porque después de 12 años, la matriz productiva de la Provincia es la misma de siempre, con los problemas de siempre. La excepción es INVAP, pero su capacidad no tracciona resultados electorales o económicos que se vuelquen hacia el interior de sus comunidades más allá de una notable eficiencia productiva y de gestión que nunca traspasó su propio perímetro. Una suerte de ave raris que se mira con sorpresa y que nadie intenta replicar en el resto de los sectores productivos. Por otra parte no a pocos les debería llamar la atención que en la Cadena Nacional del martes pasado, la Presidenta haya dejado de lado a Río Negro fuera de la refinanciación de la deuda. Algunos piensan que si Pichetto compromete a todos los habitantes de la Provincia solo para minar los recursos de Weretilneck, una cuña muy fuerte podría recalar en el ánimo ciudadano a la hora de votarlo.

Por su parte, el Gobernador, Alberto Weretilneck sigue comportándose como un massista un tanto ecléctico y, en la expectativa de que un sentimiento de voto útil no kirchnerista, le de los puntos necesarios para ganarle la elección a Pichetto. Construyó su capital electoral con prolijidad administrativa desde una posición de origen más que complicada. Había llegado a su rol por su gestión en Cipolletti y su afinidad política con el malogrado Carlos Soria. De hecho, Weretilneck representaba casi la pata progresista dentro de la ortodoxia peronista de un Soria que el kirchnerismo de paladar negro no miraba con particular simpatía. Asesinado este por su esposa a pocos meses de su llegada a la gobernación, nadie daba mucho por el destino inmediato de Weretilneck. Lo cierto es que sobrevivió a esa etapa, construyó una estructura política propia con desgajamientos del Frente Grande y del propio peronismo y hoy se presenta como una opción de continuidad de una Provincia con problemas de futuro pero con recursos para el presente.

Como señalaba antes, el radicalismo provincial está ahora sometido a una diáspora generada por su salida del kirchnerismo o radicalismo K, entregando dirigentes a todas las fuerzas políticas. Mendioroz al ARI de Magdalena Odarda, Ana Piccinini al Pichettismo neokirchnerista y una nueva conducción proveniente de un viejo fracaso como es Horacio Massaccesi. Así, ciudades como Bariloche, que otrora tuviera Intendentes radicales o alianzas radicales vecinalistas, ahora mirará desde un rincón como la Intendencia se la disputan entre peronistas y una alianza oficialista provincial con el vecinalismo que representa Genusso.

Así, el 14 de junio habrá elecciones provinciales y todo puede pasar. Lo único seguro es que nada parece generar que se salga de esa suerte de modorra intelectual en donde es cada día más difícil encontrar proyectos innovadores que desafíen la imaginación y los sueños de una población que no encuentra una raíz rionegrina totalizadora más allá de sus propias características geográficas lindantes. El Valle, la Costa, la estepa y la Comarca Andina parecen cada día más un concepto feudal desintegrador que piezas de una armonía productiva para una Provincia que no termina de darse cuenta que lo es.

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