Por Germán Gorraiz López.-

El retorno al Poder de Netanyahu en coalición con varios partidos ultraderechistas y ultraortodoxos sería un misil en la línea de flotación de los Acuerdos de Oslo al continuar con la sistemática campaña de asentamientos ilegales, cuyo penúltimo episodio sería el anuncio de la creación de las nuevas colonias de Asif y Matar con el objetivo confeso de «doblar la población de los Altos del Golán» así como una seria amenaza a la sui generis democracia israelí al intentar liquidar la actual separación de poderes.

Así, en una carta dirigida a la Corte Suprema y firmada por casi 1.200 militares veteranos de las Fuerzas Aéreas se advierte del peligro que entraña el Ejecutivo de coalición encabezada por el Likud de Netanyahu y que contaría con Sionismo Religioso, Poder Judío y Noam como aliados principales. Según los firmantes de dicha carta: «Venimos de todos los estratos de la sociedad y de todo el espectro político y lo que tenemos en común hoy es el temor de que el estado democrático de Israel esté en peligro».

Asimismo, un comunicado firmado por los líderes de los partidos en la oposición y entre los que figura Yair Lapid, expresa su rechazo al nuevo Gobierno Netanyahu afirmando que: «Cuando volvamos al poder, prometemos cancelar cualquier legislación extremista que dañe la democracia, la seguridad, la economía o la sociedad israelí».

¿Peligra la sui generis democracia israelí?

La amenaza a la separación de poderes en la democracia liberal israelí vendría marcada por el anuncio de varios miembros del nuevo Gobierno de aprobar la llamada «cláusula de anulación» que permitirá al nuevo Parlamento judío implantar leyes que contradigan la Carta Magna y eliminar la capacidad del Tribunal Supremo para anularla.

Ello supondría el finiquito de la separación de poderes de una democracia liberal y la irrupción de un Gobierno autocrático con claros tintes teocráticos por lo que la Administración estadounidense ha condenado dichas intenciones advirtiendo que » la democracia israelí correría peligro con dicha iniciativa». Asimismo, Netanyahu necesita imperiosamente que la niebla del olvido cubra con su manto el proceso judicial en el que está acusado de soborno, fraude y abuso de confianza y que según sus palabras tan sólo sería un «Golpe de Estado Judicial para apartarlo del Poder».

¿Es Netanyahu un obstáculo para Biden y la AIPAC?

El anuncio de la reforma del sistema judicial habría sembrado la inquietud en la Administración Biden y en la todopoderosa AIPAC. Así, el Presidente Biden en declaraciones a la CNN afirmó que «el gobierno actual de Israel tiene a algunos de los miembros más extremos que haya visto», criticó el apoyo a los asentamientos en Cisjordania y pidió a Netanyahu «mostrar un poco de moderación con la reforma al sistema judicial».

En el fondo subyace el deseo de Biden de renovar los Acuerdos de Oslo para hacer posible la utopía de «Dos pueblos, dos Estados» que aspiran a establecer la coexistencia de los Estados judío y palestino pues tanto Biden como la AIPAC son conscientes de que una nueva y cruenta intifada daría al traste con la entente entre EEUU, Israel Emiratos Árabes y Arabia Saudí para una próximo ataque a Irán.

Israel considera a Irán el mayor exportador de terror y de violación de los Derechos en el mundo, al tiempo que denuncia que Irán sigue enriqueciendo uranio y se acerca peligrosamente a la obtención de una bomba nuclear y estaría moviendo ya sus piezas del Mossad para mediante atentados mediáticos y selectivos desestabilizar el régimen del líder supremo, ayatollah Ali Khamenei, al tiempo que habría sellado alianzas con Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí para conformar una entente contra Irán.

Tras el fracaso de la revolución de colores teledirigida por la CIA contra el gobierno iraní y conocida como la «Revuelta del velo islámico», Biden se servirá de un inicial ataque sorpresa de Israel a Irán para iniciar una nueva Guerra en Oriente Medio con el doble objetivo de secar las fuentes energéticas de China e incrementar su popularidad cara a las presidenciales del 2024.

Así, el objetivo inequívoco de la Trilateral EEUU-Gran Bretaña-Israel sería desencadenar un nuevo conflicto con Irán para proceder a rediseñar la cartografía del puzzle inconexo formado por los actuales países de Oriente Próximo y Medio y así lograr unas fronteras estratégicamente ventajosas para Israel, siguiendo el plan orquestado hace 60 años de forma conjunta por los gobiernos de Gran Bretaña, Estados Unidos e Israel y que contaría con el respaldo de los principales aliados occidentales.

Dado que Netanyahu sería refractario a las advertencias de Biden y la AIPAC, podríamos asistir a la implementación de una Revolución de Colores contra Netanyahu. Así, mediante masivas protestas callejeras y la convocatoria de huelga general por el sindicato mayoritario para paralizar el país, intentarán lograr la división interna en el Likud y dar por finiquitado el actual Gobierno de Netanyahu y finalmente, lograr la convocatoria de Elecciones anticipadas que faciliten la formación de un nuevo Gobierno de coalición.

Dicho nuevo Ejecutivo contaría con las bendiciones del AIPAC y de Joe Biden y tendría como tarea ineludible la renovación de los Acuerdos de Oslo para hacer posible la utopía de «Dos pueblos, dos Estados» y centrarse en el plan para resucitar el endemismo del Gran Israel (Eretz Israel). Ello supondría la restauración de la Declaración Balfour (1917), que dibujaba un Estado de Israel dotado de una vasta extensión cercana a las 46.000 millas cuadradas y que se extendía desde el Mediterráneo al este del Éufrates.

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