Por Carlos Tórtora.-

En el ámbito diplomático, todavía resuenan los efectos de la negativa de la Argentina a condenar la semana pasada la invasión rusa a Ucrania. Esto en contra de 20 países americanos que votaron en sentido inverso, es decir, por la iniciativa de los EEUU. Este voto de la cancillería pareció marcar un paso atrás con relación a los primeros pronunciamientos oficiales que exhortaban a Rusia a cesar el fuego. No es difícil suponer que los crecientes compromisos de Alberto con Putin marcan una línea roja: no habrá condena a Rusia por parte de Argentina. Todo parecería indicar que el gobierno kirchnerista apuesta a un alto el fuego y el inicio de negociaciones de paz, lo que le evitaría a la cancillería chocar nuevamente con Washington. Sin embargo, la lógica indica que Putin no puede aceptar un alto el fuego en tanto que sus tropas, a una semana de iniciadas las hostilidades, no consiguieron todavía ningún resultado decisivo. Un alto el fuego en estas condiciones parecería una manifestación de impotencia de Rusia y un enorme éxito para el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky. Lo más probable, entonces, es que las operaciones militares continúen al menos hasta que los rusos consigan eventualmente algún resultado importante.

La apuesta

Es evidente que Alberto apuesta a un triunfo ruso o al menos a una negociación con Putin en posición ganadora. Queda la incógnita de si habrá represalias comerciales por parte de los EEUU -y en especial en el FMI- por la negativa de Santiago Cafiero a acompañar las condenas al Kremlin.

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