Por Justo J. Watson.-
¿Es posible cambiar… en serio?
Según encuestas y a casi tres años de abandonar el poder, la ex presidente Cristina F. de Kirchner y su partido, conservan una sorprendente cantidad de seguidores.
Sorprendente porque son ciudadanos que volverían a votar por ella y por su equipo… después de las lapidarias revelaciones y confesiones habidas en este tiempo.
O sea, aun sabiendo a ciencia cierta que se trata de ladrones. Y a escala monumental.
Es evidente que apoyar a delincuentes para encumbrarlos en las más altas magistraturas ofreciéndoles nuevo poder y protección dentro del sistema, requiere aceptarse plenamente como partícipe necesario de un acto delictual. Como mínimo, en calidad de cómplice.
Según sondeos fiables, un tercio de los electores argentinos, más de 11 millones de personas, estarían eventualmente dispuestos a emitir este tipo de voto… delincuente.
¿Sorprendente? No tanto si consideramos que otro presidiario fehacientemente condenado por robar desde el poder del Estado, L. I. “Lula” da Silva, reunía hasta hace poco la intención de voto de más del 39 % de los electores del Brasil (unos 44 millones de ciudadanos, equivalentes a toda la población argentina).
Está claro que el voto truhan, el voto cómplice a sabiendas, siempre existió. Aquí y en todas partes, configurando el primero de los muchos defectos que tiene la democracia en tanto sistema de organización social.
Y está claro asimismo que cuando estos votos exceden cierto límite (y 11 millones lo exceden) el resultado se vuelve incompatible con nuestro -teórico- ordenamiento republicano, representativo y federal.
Compatible, si, en cambio, con los diversos autoritarismos electivos que los argentinos hemos tenido por democracias republicanas y que no han dudado en violar la independencia de los poderes, el respeto por la propiedad y en general el pleno de las garantías de la Constitución; para no hablar de la ablación de su espíritu (que era, durante el apogeo nacional, absolutamente protector y liberal).
Este voto delincuente es el problema más letal que tenemos dado que apoyar a un ladrón es… ser un ladrón, no en potencia sino en acto. Con el acto mismo del sufragio.
Así, sin importar cuáles sean sus condiciones económicas individuales ni su responsabilidad en ello a través de votos anteriores, 11 millones de ladronas y ladrones sufragando para llevar a sus cómplices a los poderes públicos, manifestándose para que otros les solventen la vida, opinando y confundiendo a jóvenes e incautos con sus valores torcidos o simplemente circulando por las calles con mirada turbia y pretensiones de inocencia cívica… son un escollo insuperable a la creación de inclusión social real.
Conscientes de ello o no, son mano de obra esclava de una verdadera fábrica de pobres trabajando a doble turno. Militando a cara de perro contra la honestidad intelectual.
Cuando una masa crítica de ciudadanos rompe con la buena fe -como está sucediendo en nuestra Argentina- se quiebra el Contrato Social; ese que hace que todos estemos voluntariamente de acuerdo en una suerte de pacto no escrito en virtud del cual admitamos la existencia de una autoridad, de unas normas éticas y de unas leyes a las que habremos de someternos.
Hablamos de reglas básicas de convivencia que la Constitución de 1853 procuró en su momento codificar, evitando la secesión de las partes y la desintegración de la república.
Roto ese contrato, ya no es posible debatir (mala fe o acción directa de por medio) desacuerdos de fondo, como los planteados por el periodista J. Fernández Díaz en un artículo reciente.
Tales como quién es aquí realmente “el pueblo” y quién “la oligarquía” o bien quién es el explotador y quién el explotado. Discutir si ser cosmopolita y abierto es anti argentino o si propiciar inversiones extranjeras es ser entreguista. Debatir racionalmente si competir es igual a darwinismo salvaje o si ajustar la economía para hacerla sustentable es un planteo inabordable por “neoliberal”. Tanto como descalificar el crecimiento por mérito propio por ser “de derecha” o como afirmar que las empresas privadas son estructuras de esclavización y que la agroindustria argentina es un mero resabio colonial.
Demasiada gente, por otra parte, cree que la Ley es un truco de los poderosos, que toda persona merece un subsidio (¡porque la gratuidad es un derecho humano!), que lo estatal es mejor que lo privado y que lo nacional es mejor a lo extranjero.
Se trata de personas para quienes todo orden es fascista y que opinan que aplicar la autoridad para restablecer la ley es… represión. Que creen que el espíritu emprendedor es sospechoso, el esfuerzo reaccionario y la propiedad, finalmente, un robo.
Nada de esto puede ser civilizadamente debatido y saldado en democracia sin violencia si el contrato social está quebrado. Si no hay confianza intracomunitaria: si el adversario se transformó, tras 7 décadas de adoctrinamiento pobrista, en enemigo falsario hecho y derecho.
La grieta moral, señoras y señores, llegó para quedarse.
Alineando sin más eufemismos de un lado a los ladrones y del otro a los honestos, haciendo de nuestra Argentina 2018 un país democráticamente inviable por su incapacidad para acordar un proyecto de vida en común, ya que no hay forma de ponerse de acuerdo con 11 millones de personas que adhieren a la falta de ética como valor fundante. Para no hablar de otro tanto de filo-peronistas “normales” e izquierdistas desactualizados, de todo pelaje.
¿Hay salida? Siempre la hay, si abrimos nuestra mente cuestionándonos preconceptos, mitos y tabúes; muchos arrastrados desde la juventud y nunca revisados.
Aquí va uno: si la democracia en nuestro caso es “el dios que falló” (como bien tituló su libro del 2001 el brillante intelectual austríaco Hans Hermann Hoppe), la libertad de elección personal como sistema funcionando bajo el paraguas de una contractualidad total, es el camino evolutivo que marca nuestra creciente adscripción a tecnologías que terminarán haciendo de la interconexión en tiempo real, la respuesta a los requerimientos de comunidades más complejas y ricas, de intereses multiplicados y oportunidades cada vez más diversas.
Un sistema, el libertario, que irá reuniendo a las personas en subsistemas virtuales de su elección paso a paso y contrato individual por contrato individual, para todas las necesidades de la vida. Incluyendo seguridad implacable a través de agencias armadas y de inteligencia privadas, justicia rápida a través de agencias de mediación privadas (basadas en un concepto retributivo: del reo hacia la víctima, no hacia “la sociedad”) en lugar del actual modelo punitivo, cárceles privadas financiadas por el propio trabajo y retribución de los condenados, previsión social, médica y patrimonial a través de redes de compañías de seguros de acción ampliada, educación privada de excelencia para todos empezando con vouchers parentales individuales y autogestión profesional docente de unidades ex estatales, poderosa solidaridad privada para los rezagados con conexión directa a capacitación y empleo, basada en la fuerza multiplicadora de la sustitución de la exacción impositiva por ingresos reinvertibles extendidos para la comunidad y sus empresarios, infraestructura privada de todo tipo financiada por capitales de riesgo y pagada a lo largo de décadas por los usuarios reales de cada obra o red de obras y tantas otras iniciativas competitivas que podrían hacer estallar la prosperidad, terminar con la pobreza y abrir nuestro anquilosado sistema, tan extractivo; tan depresor; tan estatista, violento y… zombie.
Abriéndolo con audacia hacia un emprendedorismo sin las limitantes de nuestro ventajero reglamentarismo; sin hijos y entenados. Hacia la creatividad innovadora y la riqueza general acelerada, en el contexto de una sociedad que crezca en base al mérito mientras se aliviana del peso muerto del Estado. ¿Queremos ir hacia allí? Parafraseando al refrán: si sabemos hacia dónde queremos ir, seremos capaces de aprovechar los vientos favorables, que siempre los hay.
En este sentido, la idea de las “free cities”, aplicada con gran éxito en China y de manera incipiente en la legislación de Honduras (allí las llaman Regiones Especiales de Desarrollo) y otros sitios, puede muy bien ser una alternativa inteligente para permitir en nuestro país la instalación de polos de trabajo y vida disruptivos, traccionadores, experimentales a escala limitada si se quiere, liberados de las limitantes institucionales, legales, laborales, impositivas y de otras clases que frenan al resto de la Argentina. Algo así como una zona franca potenciada en la que (a ejemplo real de China), mientras menos control haya del gobierno, más éxito tendrá.
La propuesta trata de enclaves productivos que operan bajo nomas políticas y jurídicas diferentes a las del resto del país. Normas contractuales aplicadas en una o más “ciudades libres” enteramente nuevas y de localización a convenir, administradas por un consorcio de empresas (y/u ONG’s) que compran un terreno propicio, redactan su estatuto de funcionamiento y crean sus propias autoridades.
Sitios que operan con sus propias reglas, libremente aceptadas por los ciudadanos que quieran participar.
Ciertamente hay que dejar atrás tabúes arraigados como el de la “soberanía” y temores egoístas a un efecto contagio (por éxito visible) que ponga en el tembladeral a un extenso lote de creencias tan envidiosas como ladinas.
Pero es también un camino conducente a ese futuro posible de decisiones personales no coactivas, libertades inéditas y riqueza honesta que, por el sólo peso de los hechos, acabaría poniendo fin a nuestra inacabable grieta.
01/10/2018 a las 4:40 PM
Asumió la Presidencia de la Nación advirtiendo que aquellos que aseguraban una devaluación realizaban una «campaña del miedo». El 10 de diciembre de 2015 recibió el país con un dólar a 9,75 pesos y una inflación del 22%, la cual prometió bajar a un dígito porque se trataba de la política económica «más fácil del mundo».
Dos años después, un dólar equivalía a 17,66 pesos y la inflación anual era del 24,8 por ciento. Hoy, tenemos un dólar sin intervención del Banco Central a más de 40 pesos y las estimaciones para la inflación de 2018 van de un 35 a un 40 por ciento.
En campaña electoral de 2015, entre la batería de promesas que hicieron que muchos trabajadores inclinaran su voto en el ballotage que lo llevó a conducir los destinos de la Argentina, fueron:
-«Los trabajadores no van a pagar ganancias»: presupuesto previsto para 2019 se amplía e incluiría a los jubilados que no pagaban ese tributo.
-«El objetivo es lograr la pobreza cero»: el índice de pobreza se situó en 27,3% en el primer semestre del año, 1,6 puntos por arriba del segundo semestre del año pasado. Esto significa que en Argentina hay unos 11 millones de pobres.
-«No vamos a hacer ajustes». En lo que va de su gestión, Macri sacó los subsidios a los servicios, lo que provocó los tarifazos en agua, luz y gas.
Bajo el argumento de la «vuelta al mundo», y proponiéndose como objetivo recolocar a la Argentina como alternativa para las finanzas internacionales, liberalizó el comercio en detrimento de las pymes, ejecutó la apertura del movimiento de capitales, desreguló los mercados y aplicó una política monetaria instrumentada en favor de la renta y la especulación financiera.
Ahora, con un presupuesto 2019 Christine Lagarde, encabezando el anuncio del acuerdo —en un gesto de ausencia total de independencia económica, soberanía política y sin justicia social— los argentinos estamos en las peores condiciones en muchos años. Pero también sabemos que el Gobierno mintió desde el primer día y por eso es necesario ejercitar la memoria.
Si el equipo causante de la situación a la que se llegó es suficiente para cambiar la CONFIANZA, hay un bloqueo de apreciación, porque si fuera futbol, tres años de ERRORES, exigen un cambio de jugadores. Si es posible el arquero y el aguatero.
01/10/2018 a las 6:11 PM
Excelente, Don Lacho, lástima que el problema no es del hijo de franco, que es lo que es y está a la vista. El problema es que la gente les cree, ¡y los vota!
Después claro, se rasgan las vestiduras, en especial los siguientes cinco minutos después de enterarse de algún aumento de tarifas; pero con eso no se arregla nada.
Seguramente desean que aparezca otro, con un mensaje de paz, amor y esperanza, con globitos -de otro color, eso sí-, y así pueden vivir eternamente en la ilusión infantil de que los han engañado.
Estoy muy enojado y decepcionado, no veo el más mínimo intento de cambiar nada, la anestesia es brutal.
01/10/2018 a las 9:45 PM
Don Orejano. Siempre, en mi recorrido ejecutando de funciones, me catalogaban de escéptico sobre los resultados que buscaban lograr con una u otra política de trabajo. Si Ud. cree que estos imberbes amarillos, que sin combustible dinerario no moverían un dedo en la PC, y por más que cuenten con una herramienta cibernética bien aplicada (porque lograron llegar), no podrán soñar con seguir consiguiendo el voto de los que ya se desencantaron por observar las conductas aberrantes de falta de respeto y burlas a una ciudadanía que buscó simplemente que lo dejen trabajar como lo venían haciendo. Tienen ciegos que optaron serlo porque su fanatismo o comodidad, lo llevan a consumir la «verdad que esperan se lo den». Ya no se informan ni se interesan por ser sus propios creadores de verdades. Estos siempre estuvieron. Son los eternos ganadores de un puesto público, desde donde proyectan el camino tedioso para llegar a un sólo fin: jubilarse sin mayores preocupaciones. Estos no son patriotas. Estos son mutantes que ni siquiera tienen voluntad para conducir a sus hijos y mostrarles el camino de la instrucción por medio de trabajo y estudio. No se desencante amigo. Verá que las cosas y las conductas harán que el miedo cambie de vereda. Abrazo hermano
02/10/2018 a las 7:51 AM
Don Lacho, usted tiene toda la razón. Éste país (y casi toda América) está enfermo de «presupuesto público», todos quieren vivir del mismo.
Son los que Don Francisco Piria llamaba «los presupuestívoros», y no son solamente «planeros», son también ministros, subsecretarios, presidentes, empresas constructoras y consultores «expertos», todos pretenden una tajada del presupuesto público, como si fuera algo infinito que sale «de algún lado», pero al que tengo derecho proque total no afecta a nadie, o sino, si no lo hago yo lo hará otro.
Creo que uno de los cambios fundamentales para cortar con eso es cambiar la Constitución y dejar explicita y meridianamente claro que el gobierno no puede endeudarse en nuestro nombre sin nuestra autorización DIRECTA. Ahí se terminan los «servidores públicos», pero también los usureros que viven del trabajo ajeno basándo su engaño en sistemas monetarios falsos que no son representación del valor verdadero que es el trabajo (recuerden a los adoradores del becerro de oro).
Los votantes de los chicos de los globos, Don Lacho, yo los considero en su gran mayoría gente asustada, aterrorizada ante la posibilidad de la vuelta de los K; los unió el espanto. Eso no los deja pensar, los mantiene unidos solo el recuerdo de todo lo que dijeron sobre sus vecinos K y que ahora piensan que pueden venir por ellos…
Los que realmente votaron al hijo de franco sabiendo que no era mucho mejor pero había que sacar a los otros, ésos (que también existen), ya hace rato que dejaron de apoyarlos y ahora son racionalmente críticos. Con ellos pienso que se puede contar para un proyecto alternativo.
Un abrazo, Don Lacho, gracias por compartir sabiduría y experiencia.
02/10/2018 a las 10:48 AM
¡¡¡¡¡BRILLANTE!!!!!…, Don Orejano.
Hay que hacer una Nueva Constitución…, por lo tan atrasada, involucionada y agraviada que ha quedado lo que Alberdi soñó. Hace tres cuartos de Siglo que se la pisotea, acomoda a piacere de los capangas de turno, y/o se la ignora olímpicamente.., mientras los especialistas en esos meneteres «se hacen los osos».
No está el caldo como para echar los fideos.., ¡¡pero a eso debemos apuntar!!…, DEBEMOS SABER HACIA DONDE QUEREMOS IR.
Guille
01/10/2018 a las 10:04 PM
Pasado en limpio: Los «cabeza de termo» que no piensan trabajar jamás y por ende no tributar ningún impuesto, ya saben que los demás (Usted y yo que trabajamos como bueyes, tributamos y nos pasamos todos los feriados trabajando para que ganancias no nos lime tanto los haberes..) lo seguiremos haciendo porque no somos ni seremos como ellos.
Pero también lo sabe cualquier político, que tiene de rehén a la clase media desde siempre, por dos razones:
1) Por lo expuesto anteriormente.
2) Porque naturalmente somos gente prudente, que no queremos sangre ni violencia y sólo pretendemos vivir en paz y progresar.
Por lo expuesto, el «sistema» no se desarticulará jamás!!!
¿Qué hacer entonces? No ir a votar en masa; que el ganador lo haga con unos 200.000 votos y su ilegitimidad sea aberrante! (vemos que pasará al día siguiente…)
O, irnos del país y dejar que esas masa de vagos, finalmente sin dineros públicos ni alimentos ni nada, comience a comerse entre sí hasta su total extinción.
01/10/2018 a las 11:08 PM
No había leído su mensaje cuando escribí el que mandé 10:40 PM., Señor Santiago.
Aporta usted material valioso, ¡no habitual!…, Y ES JUSTAMENTE LO NO HABITUAL A LO QUE DEBEMOS VOLCARNOS PARA SALIR DE LA CIÉNAGA QUE NOS TIENE ATRAPADOS…, en la Producción, en el Aprovechamiento de nuestras naturales capacidades física e intelectuales, en Hacer lo que se debe hacer sin esperar que lo hagan los otros, y en Recuperar LA DIGNIDAD Y EL VALOR DE LA PALABRA EMPEÑADA.
¡¡¡YO QUIERO RECUPERAR MI ARGENTINA!!!
Guille
02/10/2018 a las 7:37 AM
Gracias por su aporte, Santiago.
En cuanto a sus propuestas:
La de irse y dejar que los vagos «se arreglen» es válida, muy válida, pero es de corte individual, y debe ser evaluada y resuelta por cada uno. Una variación de la misma es quedarse y dejar que los vagos se arreglen.
La curva de Laffer mostraba gráficamente una teorización sobre el resultado de cobrar más y más impuestos; llega un momento que a nadie le interesa seguir produciendo porque no gana nada.
Vendría a ser algo así como la rebelión de Atlas, cuando los que sostenemos el sistema decidamos no hacer más nada, ellos verán como se arreglan. Y no hablo de evadir impuestos- que con un 70% de carga tributaria expropiatoria, sería válido-, hablo simplemente de no hacer más nada en el campo «legal». Comercio chico, se da de baja y vende en mercado informal, trabajador que realiza horas extras que luego se las queda AFIP por descuento de ganancias, no las hace más, y así con todo. Porque aumentar los impuestos pueden, pero obligarnos a trabajar o a tener un comercio abierto, no.
Para pensar…
Sobre lo de no ir a votar, es lo que vengo proponiendo hace años. La legitimidad del sistema «democrático» se basa en que como todos tuvimos nuestra oportunidad y todos somos electores y elegibles, hay que respetar los resultados. En palabras de la chorra de Tolosa, hagan un partido y ganen las elecciones.
El político (es decir el parásito presupuestívoro que nunca vivió de otra cosa), repite una y mil veces en período electoral, «voten por cualquiera, pero vayan a votar», ¿por qué será?
Simplemente porque lo que le da validez a su poder es que la gente eligió, votó más del 50% de la población habilitada (SIEMPRE), por lo tanto, la minoría mayor es la que tiene la mayor representatividad y es la que le toca gobernar.
¿Y si votara en total menos del 50% del padrón? Ahí ya no sería representativo, ya no habría otra opción que aceptar que cambiaron las condiciones.
¿Qué harían?, probablemente querrían seguir en el poder diciendo que los que no votamos somos «sediciosos», que queremos destruir la patria y todas esas cosas que sólo conocen de nombre pero que jamás se preocuparon de honrar.
La solución sería instaurar un gobierno provisorio, realizar una asamblea constituyente y empezar de nuevo. Inclusive debe pensarse que las FFAA tendrían que acompañar el proceso, puesto que no deben obedecer a esos sátrapas contra nosotros, ya que la soberanía radica en el pueblo y los políticos no fueron electos como representantes por la mayoría del mismo (suponiendo que vote menos de un 50%).
Es la única forma de que el miedo cambie de bando, cuando nos teman a nosotros, ahí van a negociar, por ahora le temen al político de más arriba, y al narco y/o lavador que les financia la campaña (sea el partido que sea).
Parece una utopía, pero con recetas tradicionales estamos como estamos. Como dice Don Guille, lo que daba hacerse, se hará.
02/10/2018 a las 10:28 AM
Pasado en limpio: Los “cabeza de termo” que no piensan trabajar jamás y por ende no tributar ningún impuesto, ya saben que los demás (Usted y yo que trabajamos como bueyes, tributamos y nos pasamos todos los feriados trabajando para que ganancias no nos lime tanto los haberes..) lo seguiremos haciendo porque no somos ni seremos como ellos.
SI QUIERE CAMBIAR NO SOLO SE QUEJE, ACTUE CON SUS MISMAS ARMAS SINO SIEMPRE ESTARA EN INFERIORIDAD DE CONDICIONES. TRABAJE EN NEGRO. NO TRIBUTE SINO USTED LOS POTENCIA. ES UN CONTRASENTIDO QUEJARSE Y A LA VEZ SOMETERSE. PIENSELO.
Pero también lo sabe cualquier político, que tiene de rehén a la clase media desde siempre, por dos razones:
1) Por lo expuesto anteriormente.
2) Porque naturalmente somos gente prudente, que no queremos sangre ni violencia y sólo pretendemos vivir en paz y progresar.
Por lo expuesto, el “sistema” no se desarticulará jamás!!!
ESTA EQUIVOCADO CADA CRISIS ES POR QUE LA GENTE POR UNA U OTRA RAZON DEJA DE APOYARLOS, OPONIENDOSE COMO EMPIEZA A VISLUMBRARSE AHORA MISMO AUNQUE YA CON EL DEL DAÑO HECHO.
¿Qué hacer entonces? No ir a votar en masa; que el ganador lo haga con unos 200.000 votos y su ilegitimidad sea aberrante! (vemos que pasará al día siguiente…)ESO YA SUCEDE MAS ALLA DE LAS MAGNITUDES LOS VOTARON UNA FRANCA MINORIA CON RESPECTO AL RESTO DE DESUNIDOS PERO PENSANTES, CON DISTINTOS PARECERES Y PRURITOS, ETC.
O, irnos del país y dejar que esas masa de vagos, finalmente sin dineros públicos ni alimentos ni nada, comience a comerse entre sí hasta su total extinción. ES VIABLE PERO TAMBIEN MUY DOLOROSO EN LO PERSONAL Y NO CAMBIA NADA DE FONDO SOLO SU PROPIA EXISTENCIA.
02/10/2018 a las 10:57 AM
¡¡CORRECTO!!
Guille
01/10/2018 a las 10:40 PM
Si como dicen las «encuestas» a las que pocos ya aprecian, tuviera nuestro País YA DISPUESTOS ONCE (11) MILLONES DE VOTANTES dispuestos a volver a votar a los delincuentes que nos llevaron al estado que padecíamos a fines de 2015…, y a esos millones sumáramos los más de los millones que votamos la actual DESADMINISTRACIÓN.., y no volveremos a hacerlo por una ineptitud que supera hasta las más precaucionistas sospechas…,significa que quienes tuvieron la posibilidad de ser «Gardeles» con mínimo esfuerzo, teniendo en cuenta el deterioro causado por la anterior delincuencia…, ¡¡no han tenido capacidad, voluntad, conocimientos ni Sentido Común para conseguir, ¡al menos!.., no ser más que iguales a los anteriores!!., lo que no excluye la posibilidad de ser aún peores.., cosa que solo podrá saberse con el paso de meses o años.
Contamos en este momento con un Watson que conoce de lo que habla..; sería afortunado se le sumara un «Crick» con conocimientos políticos a su altura, porque así como los Genios Bioquímicos Watson y Crick nos dieron la llave maestra para entrar profundamente en las instalaciones de la genética., podrían llegar sus símiles políticos a explicarnos ¿cual es la secuencia del ADN político de los administradores que, en vez de apuntalar y hacer renacer la estructura de nuestra Patria?.., están minando sus cimientos, aunque puede que de tan giles no se den cuenta (intenté cerrar el cuadro lo más suavemente posible)
Gracias LACHO y Orejano.., que me animaron con sus mensajes a meterme en un tema al que no «le rajo»…., pero que por demasiado obvio ya me cuesta tocarlo sin que la caldera levante presión.
Guille
02/10/2018 a las 2:27 AM
Suscribo totalmente los comentarios, sobre todo los de Lacho y Santiago. Argentina es un estado fallido y carece de salida viable. Fue un país, hoy es sólo un territorio gracias a los mismos argentinos.
02/10/2018 a las 10:13 AM
TODOS LOS PERSONAJES TROLLOS MULTINICK ESTAN MUY ALTERADOS Y MAS.
ALTERADISIMOS, LOS OBLIGA A MENTIR SU PROPIA INUTILIDAD DE SENTIRSE LO QUE SIEMPRE FUERON Y NO CREIAN……………..INUTILES PERVERSOS…………..MERCENARIOS POR LA SUBVENCION DE LA SUBSISTENCIA.
NO LES DA NI A SUS JEFES TAMPOCO SOLO SAQUEAR CON MENDACIDAD AL ESTILO PUNGA, HASTA QUE LA GENTE POR ALGUNA RAZON, SE AVIVA Y TOMA EL CONTROL.
ACA LA INFLACION AVIVO A LA GENTE DE LA MENTIRA SAQUEDORA, YA SIN VUELTA ATRAS. VIVIMOS EL TIEMPO DE DESCUENTO Y LO SABEN.
SECAR LA PLAZA Y SEGUIR VENDIENDO LOS POCOS DOLARES A CUENTA DEL ADELANTO DEL PRESTAMO AMPLIADO DEL FMI DE MAYO, GENERARA LA HIPER COMO EN EL FIN DE ALFONSIN COMO PELICULA ARRASTRANDO AL DOLAR COMO EN AQUELLAS EPOCAS A MAS DE 1800% EN NO MAS DE 3 MESES.
TODOS NOSOTROS POR DESUNIDOS COMO EXPECTADORES ASOMBRADOS, ELLOS DESESPERADOS Y PARALIZADOS POR NO SABER QUE HACER, QUE DECIR Y LO PEOR DONDE ESCONDERSE DESPUES.
02/10/2018 a las 10:29 AM
La mayoría de la gente posiblemente vote mal, ya sea por ignorancia o por interés, o por ambas cosas.
Sin embargo, sigo pensando lo siguiente:
¿Porqué se insiste en mantener Indra, o un sistema de cómputo imposible de ser fiscalizado por las mayorías?
¿Simplemente porque es más rápido o más cómodo?
02/10/2018 a las 11:02 AM
No conozco a nadie que insista en mantener esa sospechada forma de control de los voto, amigo Jorge. Veo que lo sostiene el mandamás de turno.., o se lo impone ¿vaya uno a saber quién?
Guille
04/10/2018 a las 2:01 PM
Estimado Guillermo:
Tiene razón en lo del mandamás, encima de turno.
Mi insistencia en el reproche está dirigida a nosotros, los votantes.
¿Seguiremos prestándonos al juego, aún a sabiendas de que es perverso?
¿Hasta cuándo?