Por Italo Pallotti.-

¿Por qué la política sigue soportando a esta gente? La respuesta es simple. Porque los otros, en su momento, no los sacaron de circulación con mejores argumentos y gestión. Y de nuevo los trajeron para que se encaramaran en el poder con los mismos vicios, las mismas mañas, un superlativo grado de corrupción, una degradación institucional pocas veces vista y otras secuencias disfuncionales que han ido, en los últimos años, cercenando el buen manejo de la cosa pública y en consecuencia todo lo que tenga que ver con la vida de los ciudadanos. La mala praxis de otros nos instaló en el escenario a un grupo duro, que, llevado de la mano de una Vicepresidenta, producto de su poder casi de ilusionista, saca y pone piezas de un tablero cada día más torpe y estrafalario. Las medidas que se tomaron han tenido el sello de su ingenio y retórica. Desde el “parto” de “su Presidente” hasta el de su “Super Ministro” (hoy candidato de un casi ignoto espacio) debió, por la pésima gestión, deglutirlos en silencio cómplice, muy de su costumbre, hasta el día de hoy.

Ya toda su habitual maestría (o inteligencia, según algún desorientado) ha quedado rota por los hechos; por una funesta realidad. La ruina de un país que viene gobernando desde hace tantos años abruma y aplasta todo argumento, mentira o justificativo que pretende, junto a sus compañeros de lucha, justificar el desempeño del cargo. Ya de nada sirvió la argucia del cambio de nombre de cuanto partido sacó de la galera para sobrevivir políticamente. Ya los “inventos” de nuevos espacios ni la alianza con su respaldo “La Cámpora” le sirvieron de nada. Todo le está quedando chico para la reacción. El KO, creo, está a la vuelta de la esquina. Todo resultó, al parecer, muy trucho, muy inocuo para sostenerse. Los aliados ya no sirven y, si en tal caso lo fueran un día, es probable que se corten solos para alejar todo vestigio de pertenencia a sus dominios. Todo será una triste copia en un relicario triste, opaco, siniestro de esas cosas que en mejor olvidarlas lo antes posible.

No hay dudas que si la ciudadanía fuera justa con sus íntimas convicciones (maltrechas por el populismo feroz y asqueroso de los últimos tiempos), la paliza que debería darles sería para figurar en los números más desoladores que una elección dejaría para la estadística. Pero todo está por verse. La democracia suele sorprender, y de hecho lo está haciendo, con actitudes, al momento de votar, que bajo el dominio de componendas y “sociedades ocultas”, puede generar resultados de lo más estrambóticos. Sólo les queda la práctica del embrollo, de los discursos populacheros y de otras prácticas despreciables; muy a tono con la vieja e infame escuela del General. De más está decir que en este cuadro no queda exento de aparecer el mundo del sindicalismo, siempre dispuesto a triturar cualquier molde de la coherencia y el buen gusto político para unirse hasta con el mismo diablo, si éste le ofrece algún sitio para sostener privilegios.

Hasta ahora la han sacado barata. Porque este sufrido pueblo soporta y (ojalá no, por mucho tiempo) cualquier golpe; enfrascado como está en sobrevivir en medio de una tragedia que le han impuesto quirúrgicamente. Por ahora, en muchos casos, el reparto obsceno de los recursos que no son de Uds. les ha permitido comprar voluntades en una gran parte de la sociedad obnubilada por la dádiva, el prebendismo y sobre todo por la ignorancia de la que se han aprovechado para someterlos a sus bajos instintos políticos (por ser suave en el concepto). Dicho esto no deberá sorprender que Argentina siga con su dinámica de poder y veamos pronto “sociedades insólitas” entre los “enemigos” de hoy, pues ése es su estilo, su molde, su status quo. La sociedad, mal que nos pese (ojalá no), los jubila por “un rato”. Es de esperar que esta vez el hartazgo movilice la memoria y mande al ostracismo a una indeseable, como perversa lista.

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