Por Oscar Edgardo García.-

La cadena que fue construyendo el gobierno desde sus inicios está atestada de eslabones con errores, argucias, desatinos, falsedades y desaciertos y un eslabón que debería haber sido inquebrantable se ha roto: el contrato social.

Alberto Fernández vulneró la casi totalidad de los compromisos que asumió con la sociedad durante su campaña electoral, a lo que se suman varios hechos desafortunados, personales y de su administración, ocurridos durante la pandemia.

El resultado se trasunta en la pérdida de confianza en las distintas clases sociales pero, rebalsando el vaso, también en las propias filas de la alianza política que lo ha llevado a la presidencia de la Nación.

A varios de sus miembros, conscientes de la crítica situación que están enfrentando, se les ha ocurrido dar un manotazo de ahogado convocando a la oposición a concretar un acuerdo para salvar al país cuando han estado escondiendo permanentemente sus propias incompetencias adjudicando las culpas del producto de su gestión a la herencia recibida de Mauricio Macri y denostando a la alianza opositora.

La calificación de su accionar se puede resumir en unas pocas palabras: hipocresía, necedad e ineptitud.

La oposición ya ha experimentado en demasía los desprecios y las hostilidades provocadas por el oficialismo y no caerá inocentemente en una nueva triquiñuela.

Por otra parte, ante un país con elevadísimos índices de inflación y de pobreza y un pueblo sumido en la alienación y la tristeza, el pacto social permanecerá quebrado.

El Gobierno, por acción u omisión, continuará transitando por un callejón sin salida y sin retorno alguno si no procede a la recomposición de su integración y a la elaboración de planes y políticas que posibiliten la generación de credibilidad y de esperanza en el futuro inmediato.

Empero cabe preguntarse si tiene la voluntad y la capacidad para ello.

Los antecedentes permiten inferir que la respuesta no sería afirmativa por lo que si por lo menos tuviera una cuota de dignidad y de patriotismo el Gobierno debería salir de su propia encrucijada dando un paso al costado para evitarle al país y a su pueblo una catástrofe aún mayor.

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