Por Luis Alejandro Rizzi.-

Sin darnos cuenta ya terminaron las primeras “PASO” que eliminaron de modo sucesivo de la carrera electoral a Kristina Fernández y a Mauricio Macri, sin competir.

Fue suficiente con los números de varias encuestas que mostraban muy altos niveles de rechazo para los dos. Nadie se pregunta qué hubiera pasado en un “tête à tête”, ya que habría sido muy probable que el alto porcentaje que rechazaba a uno se convirtiera en votos a favor del otro, con lo cual se podrían haber llevado el 80% de los votos.

Es mala praxis comenzar por el conteo de los rechazos; es un modo muy sutil de “cancelación” política.

En fin, nunca lo sabremos… pero lo cierto es que se corrieron ellos solos, y poco importan sus falsas excusas, “su ego” por el lado de Macri y las fantasmagóricas “proscripciones” por el de “la Kristina”, que como en los cuentos de “sevillanos”, se extiende a todo el peronismo.

Sin embargo, debemos distinguir las diferentes motivaciones. Macri creyó que perdía y Cristina cree que necesita perder decorosamente; no le pasa por la cabeza la idea de ganar.

También en estas “PASO invisibles” hubo otros damnificados, por lo que se va a dificultar la conformación de fórmulas de precandidatos y, desde luego, varios quedaron eliminados. El problema es de JxC.

Quien hasta ahora perdió más fue JxC y es difícil conjeturar sobre la forma que votarán en la general quienes hayan votado en las PASO por los perdedores; es posible que los números resten en vez de sumar.

Macri es gran responsable de este otro fracaso, porque contribuyó a crear una subgrieta de la grieta. En política hay que dividir a los otros, no a los propios, diría Bilardo.

Cristina tiene su cuota de responsabilidad en el “oficialismo”, porque desea y necesita perder, lo que tendría su lógica, ya que si a la oposición se le hará difícil gobernar a Cristina le sería imposible.

Ella se borra para no ser el “rostro de una nueva derrota” que paradojalmente sería su gran triunfo.

Es probable que su preferencia por Massa o, como lo sugirió Andrés Malamud, Malena Galmarini, sea su carta escondida de triunfo; se sacaría de encima a la familia Massa.

Cristina precisa una cara de la derrota para mantener su liderazgo opositor, que será tan virulento que tendrá el efecto de una epidemia local.

Cualquier candidato a presidente del oficialismo sabe que va a una muerte política, sin posibilidad de resucitar.

Cristina necesita del sufrido conurbano bonaerense para deslegitimar al futuro gobierno; por eso el combate político sólo lo dará en la Provincia de Buenos Aires, donde constituirá su “gobierno proscripto en el exilio”.

Para ganar necesita que la oposición vaya dividida y acá es donde juega Javier Milei, que es muy probable que recoja parte de los votos de los perdedores en la interna de JxC.

Cristina sabe que contará con un buen número de diputados y senadores, lo suficiente para impedir que se reúnan los dos tercios necesarios para casos decisivos, artículos 59 (juicio político), 81 (bloquear proyectos de leyes) y 99 inc. 4 (elección de jueces de la Corte) de la Constitución.

Las próximas elecciones ya tienen un ganador virtual: Cristina Fernández, quizás la única política que tiene la Argentina, que perdiendo puede ganar con amplitud y frustrar el triunfo del ganador.

Siempre hay un riesgo; podría ser que se quede sin nada, pero tampoco perdería, porque no participa del juego. Eso explica que tampoco se presente por una senaduría.

Se excluyó de la casta, se autoexilió.

Debo reconocer que cuando pensé esta nota dejé de ver a nuestra política de modo lineal. En cierto modo me estoy rectificando parcialmente. Cristina tiene resto. Ya tiene una condena, en revisión, por cierto, pero condena útil para la “novela política de Cristina”.

Todo esto tiene una razón: el populismo es financiado exclusivamente por los perversos dólares.

Es lo que cuesta entender.

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