Por Oscar Edgardo García.-

Las principales figuras del PRO tratan de escenificar la existencia de un bloque unificado pero en el fondo no logran disimular un clima de tensión interna producido por los movimientos que cada uno de ellos realiza en pos de sus posicionamientos personales.

La lucha por las candidaturas futuras no hace más que trasmitir la posibilidad de un eventual resquebrajamiento de las interdependencias, creando irreflexivamente dudas en los votantes para su decisión electoral

El escenario actual emularía a todos los jugadores de la partida enfrentados a un tablero de ajedrez haciendo movimientos con sus fichas en procura de un liderazgo propio pero sin imposibilitar la generación de roces, rencillas y confusiones internas totalmente inconducentes para su electorado.

Con cierto grado de astucia, pero conscientes de que carecen del liderazgo necesario para imponer sus objetivos personales, cada uno está haciendo su juego, observando cómo queda posicionado y, a la vez, dónde y cómo queda ubicado quien finalmente es su rival.

En definitiva, es un juego estratégico que está rodeado de una buena dosis de peligro porque todos tienen sus ambiciones individuales y es dable que conduzca a resultados finales que no son los perseguidos desde una visión general, objetiva y de conjunto.

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