Por Oscar Edgardo García.-

La incapacidad del gobierno está evidenciada no sólo en la falta de control de la inflación, la escalada del dólar o la reducción del déficit fiscal sino también en su ineptitud para tomarle el pulso al pueblo y la temperatura al ambiente social.

El desconocimiento de estos aspectos es rayano con lo absurdo, salvo que sea ignorado deliberadamente lo cual sería mucho más grave.

En el pasado reciente las manifestaciones críticas a la gestión del Gobierno Nacional provenían de diferentes sectores de la oposición pero el escenario actual presenta a actores integrantes o adherentes del oficialismo expresando duras opiniones sobre el accionar de sus líderes y su incompetencia para resolver los problemas que enfrenta a diario el pueblo.

Juan Grabois, Hebe de Bonafini y Eduardo Belliboni, entre otros dirigentes de organizaciones sociales, son caras visibles del desencanto y la frustración para con las conductas del Presidente de la Nación con expresiones no solo descalificativas sino también agresivas, despectivas e irrespetuosas, incluyendo predicciones agoreras de colapso social, hasta con saqueos y eventual derramamiento de sangre.

Las clases sociales más desprotegidas se encuentran con serios problemas en materia de seguridad, salud y educación pero la inflación está destruyendo su ya paupérrima calidad de vida y la única herramienta que les queda para apelar antes de que su drama actual termine en catástrofe es la protesta social.

Cristina Kirchner y Alberto Fernández tienen la responsabilidad de aplicar la medicación correspondiente, más allá de sus intereses personales, para resolver la crisis existente y evitar que estallen el pulso y la temperatura social antes de que sea demasiado tarde.

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