Por Paul Battistón.-

A Argentina aún le queda un largo proceso de limpieza de máculas y quistes.

La democracia prometía ser un buen removedor y de hecho con ella se removió una de nuestras manchas más notorias que se había mantenido persistente durante todo el siglo pasado -la de alterar el marco institucional de los gobiernos- (Bueno, casi…)

Lo que quedó claro es que la misma no fue suficiente, ni para curar, ni para comer, ni educar…

La subsistencia de manchas quizás sea producto -como gusta decir a los políticos que carecen de respuestas o que desean evadirla- una cuestión de fondo.

En el fondo llevamos ciertas basuras que se manifiestan en grandes manchas, muchas de ellas resultado de delicadas combinaciones de diferentes basuras.

Hablando de basura…

Para un país mediterráneo de escaso territorio y la mayor parte del mismo escarpado, la generación de basura es un verdadero problema. Tal el caso de Suiza.

¿Pero hay algo que los suizos no puedan resolver con racionalidad y paciencia?

Para sacar la basura en Suiza se debe hacer con una bolsa especial que tiene un determinado costo que literalmente se transforma en un impuesto a la basura. Quien menos genera basura menos paga del mismo. La basura se saca seleccionada en distintos colores de estas bolsas. Sacarla en bolsas incorrectas o no adecuadas provoca onerosas multas. ¿Parece excesivo? Pues si alguien no puede o no desea pagar las bolsas puede arrojar su basura en contenedores cerrados ubicados en lugares estratégicos sin ningún costo, pero claro… es Suiza y no son dos los contenedores. Son casi diez según los lugares, orgánicos, papeles, vidrios según sus colores, metales ferrosos, no ferrosos, aluminio (aparte de los demás metales), plásticos…

Todo este despliegue de relojería suiza aplicada a la basura confluye en plantas de reciclado que genera mano de obra (rotativa) sostenida por el impuesto a la basura (las bolsas) y que recicla (pone en recirculación) el 50% de la basura recibida.

La edición de uno de los últimos tradicionales diarios en papel en Argentina fechado el 1° de marzo de 2023 ofrecía un relato de la implementación del tratado racional de la basura en nuestro país, aunque inicialmente limitado a CABA y algunos municipios colindantes que adhirieron al intento de algo que prometía ser promisorio.

La nota relataba o mejor dicho enumeraba las causas del total fracaso del sistema, comenzando por una gran resistencia al pago de las bolsas (aunque había que reconocer un cierto precio excesivo de las mismas y la existencia de otros impuestos que se superponían en finalidad). La oposición al sistema se manifestó en primera instancia con el intento de seguir haciendo uso de bolsas comunes las que al ser rechazadas por la recolección genero un amontonamiento de basura que carreros y marginales aprovecharon como fuente de trabajo llevándose la basura a un costo inferior al de la suma de las bolsas a municipios donde la recolección era aun tradicional. Las sanciones (multas) parecieron finalmente encaminar (aunque no del todo) el uso de las bolsas correctas (aun faltaba seguir concientizando sobre la preselección de la basura y el uso de los colores correctos). El costo de las bolsas y la imposibilidad de usar las comunes por las multas produjo un extraño fenómeno de varias facetas, el robo de las bolsas, el agregado de basura en bolsas de vecinos o simplemente arrojar la basura en bolsas no adecuadas pero en un domicilio ajeno. Aunque todos estos detalles se corrigieron con la aparición de bolsas falsificadas a menor costo.

Acudir a los contenedores no era tan fácil, eran escasos, se generaban colas en los mismos y se transformaba en una salida a la inseguridad. La salidera y entradera basurera se volvió una novedad por lo que los contenedores comenzaron a ser dejados de lado.

Todo este delicado sistema convergía en las plantas recicladoras donde se transformaba en necesidad de mano de obra que era brindada por aquellos que necesitaban de trabajo momentáneo, casual o intermitente. Solo era necesario hacer cola frente a la planta de reciclado suplir a alguien saliente y cumplir con 4 hs de trabajo con paga inmediata y sin posibilidades de repetir hasta después de 12 hs. En poco tiempo estas sencillas normas habían sido tergiversadas y una mafia de relojería Suiza manipulaba los puestos y los horarios exigiendo a quienes trabajaban el pago de una cuota en retribución por su elección para el ingreso a la planta.

El gremio de camioneros y de la basura mediante presiones lograron que de lo pagado se descontara una parte en compensación por el supuesto daño que este nuevo sistema reciclador ocasionaba a los trabajadores del sistema tradicional.

Finalmente las organizaciones de izquierda recriminaron al estado que este nuevo sistema era solo un mecanismo para no generar relación de dependencia del estado y ante las negativas del cambio del mismo obstaculizaron en forma regular el ingreso tanto de basura como de interesados en trabajar lo que finalmente significo un acuerdo (transa) entre la mafia de la basura y las organizaciones de izquierda financiado por un aumento en la cuota exigida a quienes ingresaban a la planta.

El resultado final fue apenas un 10% de basura puesta en recirculación, un gran mercado negro de bolsas falsificadas, una mafia de reciclado y aportes gremiales sin retorno.

Argentina siguió sin poder quitarse la basura de encima de una forma eficiente.

Una basura cubría a la otra.

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