Por Carlos Tórtora.-

Luego de mostrar un atisbo de independencia, Alberto Fernández cedió ante la presión de Cristina Kirchner, designando un gabinete en el que sus únicos incondicionales serán el canciller Santiago Cafiero y el ministro de Producción Matías Kulfas. En medio de su derrota, el presidente logró retener a Martín Guzmán, estabilizado por la negociación con el FMI. Es evidente que la vicepresidenta teme que se descontrole la situación económica y prefiere el método de presionar a Guzmán para que haga concesiones.

En la práctica, AF se enfrenta a una realidad política muy complicada: tres de sus ministros, De Pedro, Manzur y Aníbal Fernández, tienen tanta llegada como él a Cristina y podrán moverse políticamente casi prescindiendo de sus instrucciones. En el caso de Manzur, su pertenencia al club de gobernadores lo convierte en un operador de primera clase del peronismo nacional y disminuye la esfera de influencia del reducido círculo presidencial. En el caso de Aníbal F, su peso puede hacerse sentir en la relación con los intendentes del conurbano, a los que conoce de memoria.

El acceso al gabinete de operadores políticos de primera línea le reduce el espacio al más movedizo de los miembros de la coalición gobernante, Sergio Massa. Éste tiene como modus operandi ser intermediario en las situaciones conflictivas pero ahora se encuentra frente a jugadores -Manzur y Aníbal- que son especialistas en pilotear tormentas. También esta situación impacta en Axel Kicillof, que viene ejerciendo una especie de contralor del gobierno nacional que ahora se reduciría.

Cómo impacta en la oposición

La oposición tiene motivos para festejar, porque CFK es su blanco político más rentable. La demonización de su figura ha sido y es el eje del discurso opositor. En cambio, si el presidente hubiera roto lanzas con el cristinismo, podría producirse una ola de apoyos en la sociedad que trabaría a la oposición.

Sin embargo, la cúpula de Juntos por el Cambio también tiene motivos para preocuparse: Manzur tendrá como principal misión evitar que Cristina pierda el quórum en el Senado y Aníbal estará a cargo de rescatar los votos peronistas en el conurbano. Si el Frente de Todos consiguiera en noviembre achicar la diferencia, aun perdiendo podría frustrar la imagen de triunfo categórico de Juntos por el Cambio.

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