Por Guillermo Cherashny.-

En los Estados Unidos seguramente Trump no sería reelegido, porque produjo una gran polarización que hizo que 75 millones salieran a votar contra él, aunque él también superó los 70 millones de votos, lo que demuestra que tiene millones de norteamericanos que lo siguen apoyando. Es más, estaría para ganar si no fuera por el masivo voto por correo que cambió la tendencia el día miércoles, que favorecía a Trump. Es bastante probable que Biden sea el futuro presidente y ya lo aventaja por más de 3 millones de votantes en el voto popular, aunque en ese país se elige por colegio electoral. Tampoco está confirmado que los republicanos se queden con la mayoría del senado pero, si sucediera así, Biden no tendrá problema en gobernar e imponer sus reformas, porque el poder presidencial es absoluto, como lo es el del vicepresidente, como pasó con Dick Cheney, quien fuera vice de Bush Jr. los 8 años de su mandato. Como Bush le concedió poderes a Cheney en defensa, seguridad y relaciones exteriores, el poder que no ejercía Bush estaba en manos de Cheney, quien forzó la intervención en Irak contra la opinión de Colín Powell, el secretario de estado, y los medios de comunicación, que se oponían tenazmente.

Volviendo a nuestro país, pasa algo similar, porque después de la carta de Cristina, donde señaló que el que gobierna es Alberto, todos sabemos que no es tan así. Por lo que fuera, el presidente concedió poder a la vicepresidente para que su gente maneje seguridad y defensa y haga paralelismo en política exterior, ya que Felipe Solá es el canciller pero en la situación de Venezuela, el presidente y Solá son críticos de la violación de los derechos humanos, mientras que el cristinismo no lo es y lo hace saber.

La última contradicción que parece solucionada es sobre el pliego del juez Rafecas para Procurador General, donde el cristinismo en el senado no trataba el pliego pero en un almuerzo del presidente con el senador Parrilli parece que se limaron las asperezas. Pero el sector negociador de Juntos por el Cambio, que parecía apoyar el pliego de Rafecas, ahora, ante la oposición cristinista, volvió a la intransigencia.

Así las cosas, está claro que en Estados Unidos o la Argentina el poder absoluto del presidente y el vicepresidente es muy grande y así fue descripto por Antonin Scallia, el juez de la Corte Suprema de Estados Unidos fallecido hace poco, que desarrolló la teoría del «ejecutivo unitario», que minimiza el poder de congreso ante el poder presidencial.

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