Por Carlos Tórtora.-

Se sabía que el discurso inaugural del mandato de JM iba a concentrarse en un diagnóstico crudo de la situación económica y efectivamente así fue. Definió la magnitud del ajuste en 5 puntos del PBI y excluyó cualquier mención a la dolarización y al cierre del Banco Central.

También se ocupó de marcar diferencias con el gobierno de Mauricio Macri al precisar con detalle que no habrá gradualismo sino política de shock. En otras palabras, que el gobierno jugaría todas sus cartas en los primeros meses de gestión. Esto esboza una colisión: todas las señales indican que el Congreso estaría decidido a hacerse valer y tomarse su tiempo para examinar el proyecto de ley ómnibus -o los paquetes de leyes- que se envíen en los próximos días. Esta contraposición podría estar indicando que, ante la imposibilidad de aplicar el shock por las trabas legislativas, JM recurra a los DNU para salvar el ajuste. De ser así, se correría el riesgo de un conflicto de poderes, porque la oposición tiene mayoría en el Congreso y podría desaprobar los DNU.

Simbólicamente, la tensión naciente entre el nuevo Ejecutivo y el Congreso la marcó ayer el mismo JM al hablar ayer de espaldas al edificio legislativo.

Volviendo al discurso, el presidente no descartó y más bien enfatizó el riesgo de hiperinflación como una forma de justificar la dureza del ajuste.

El discurso fue escaso de contenidos que no fueran económicos, pero algunos fueron importantes. JM desplegó su bandera contra los cortes de calle con un slogan: «el que corta no cobra». Esta estrategia plantearía el debate acerca de los alcances del derecho a peticionar del artículo 14 de la Constitución Nacional. Para aplicar esta frase habría que detener a los manifestantes que cortan la vía pública e identificarlos, lo que generaría disturbios. La cuestión se definiría en sede judicial.

Muy importante fue el mensaje de JM a la clase política. «No venimos a perseguir a nadie», dijo. Debe entenderse esto como una garantía al kirchnerismo de que el gobierno no impulsará la investigación de los ilícitos cometidos en los últimos 4 años. Esta interpretación se refuerza por el hecho de que el presidente no mencionó la palabra corrupción en todo su discurso. ¿Esperaría que la no investigación de la corrupción le abra el juego a una negociación para aprobar las políticas de ajuste?

La esperanza del 2025

En síntesis, el discurso fue una apuesta política definida. JM aparentemente está convencido de jugar a todo o nada en el corto plazo y antes que se erosione su capital electoral. Su construcción política apunta a soportar un 2024 en pésimas condiciones para que un ligero repunte económico en el 2025 le posibilite ganar las elecciones de medio término y conseguir mayoría propia en el Congreso.

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