Por Carlos Tórtora.-

Antes de fin de mes, varias encuestadoras incorporarán en sus mediciones para presidente a Daniel Scioli y éste se incorporaría así a la grilla de precandidatos. Su asunción como ministro de Desarrollo Productivo convocó a prácticamente a todo el espectro peronista y no dejó lugar a dudas de que se apoyaba a un presidenciable. Todo esto coincide con otros dos hechos: Alberto Fernández dejó de aludir a la posibilidad de su reelección y los dos precandidatos que habían empezado a carretear, Eduardo Wado de Pedro y Jorge Capitanich, bajaron su perfil. Es obvio que Cristina Kirchner acepta, aunque no sabemos si de buen grado, que Scioli aparezca como un presidenciable para el público de centro. Pero la situación es más compleja, porque la mano derecha de Cristina en el Senado, el formoseño José Mayans, anunció que lo mejor sería que ella sea la candidata.

El centrismo K

Todo indica entonces que la oferta para el 2023 se concentrará en las dos figuras. Claro está que Scioli, siguiendo su estilo, no construirá ningún proyecto propio y actuará como fronting del aparato K. Sobre todo ahora que varios de los alfiles del presidente, los ministros de Obras Públicas y Desarrollo Social, Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta, se plegaron a la estrategia de La Cámpora. El exmotonauta, en su retorno político, funcionará en un eje con Martín Guzmán, quien entra en 90 días de prueba de fuego para bajar la inflación. El target del exmotonauta es penetrar en el electorado moderado que sigue a Horacio Rodríguez Larreta y a Gerardo Morales. Si lo logra, tendría grandes posibilidades de ser el presidenciable kirchnerista. Para la coalición opositora, la nueva amenaza se sumaría a la pérdida de votos que representa el avance de Javier Milei.

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