Por Carlos Tórtora.-

La semana que pasó mostró al menos tres cambios de tendencia que influyen en el escenario político. El primero tiene que ver con el desarrollo de la pandemia. Por primera vez, la semana pasada el gobierno pudo decir que cuenta con un stock significativo de vacunas para encarar los dos meses más decisivos de la campaña de vacunación. El incipiente alivio llega tarde, aunque es indispensable: el mes que viene -según la tendencia-, la Argentina llegará a la cifra emblemática de los 100.000 muertos y la oposición hará de esto una bandera para cuestionar todo lo hecho o más bien lo que no se hizo. Los consultores oficialistas marcan que el gobierno debe conseguir un cambio de tendencia en la opinión pública a más tardar en la primera semana de agosto, es decir a un mes de las PASO. Ahora es cuando algunos legisladores de Juntos por el Cambio empezarían a arrepentirse de haber votado la postergación por un mes de las PASO y de las elecciones generales, ya que el gobierno no tendría tiempo de recuperarse si las primarias no se hubieran corrido de fecha. La oposición le dio luz verde al proyecto oficialista -porque necesita más tiempo para intentar resolver la compleja interna oficialista- pero en realidad le dio así a la Casa Rosada una carta decisiva para triunfar en las urnas

Otro cambio que se profundizó es la tendencia a la confrontación entre Macri y Bullrich, por un lado, y Larreta y Vidal, por el otro. La perspectiva de que haya un acuerdo de unidad que evite la competencia en las PASO de Capital y Buenos Aires es cada vez más remota. En Olivos mirarían este proceso con creciente interés. Había hasta hace poco la impresión generalizada de que la disputa entre Macri y Larreta recién se dirimiría en el 2023 pero los hechos demostraron lo contrario. Si la confrontación deriva en un clima de crisis, la coalición opositora podría entrar en un tembladeral que favorecería a un oficialismo heterogéneo pero que se alinea debajo de la batuta de Cristina Kirchner.

Tiempo de bolivarianos

El tercer cambio tiene que ver con lo internacional. No por nada Alberto Fernández se apuró a felicitar a Pedro Castillo como nuevo presidente de Perú. El triunfo del maestro rural es para el presidente argentino la justificación de su reciente giro pro Venezuela. En el Instituto Patria se entusiasman con la posibilidad de un eje Caracas-Lima-Buenos Aires que le haga frente a Jair Bolsonaro, que cuenta con el seguimiento de Uruguay y Paraguay. Castillo tiene la ventaja, para la cancillería argentina, de que tiene un discurso a veces prerrevolucionario, lo que le permitiría a AF plantarse en una posición más moderada.

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