Por Juan José de Guzmán.-

Confieso (con mucha satisfacción) que nunca he visto un equipo argentino con tanta intensidad en el juego amén de la actitud solidaria durante los 90’ que dura un partido.

Esto redujo al seleccionado polaco al papel que le cabe a los partenaires, no pareció un partido de mundial.

Hay un par de jugadas que grafican esto con exactitud, una pelota llovida, que cae en campo argentino (saque del arquero), pica y en el salto Lewandowski le gana la posición a Cuti Romero, en medio de ambos aparece Otamendi para robar la pelota y dejarlos cuerpeándose, Otra, ya en el segundo tiempo una de las escasísimas arrimadas de Polonia al área argentina, en el momento que un jugador polaco estaba disparando desde la medialuna aparece como una tromba, desde atrás, Enzo Fernández y le sopla la pelota que va a parar a los pies de un defensor argentino.

Aunque me inclino por la segunda, no sé si esto se debió a que se dieron una serie de factores coincidentes entre los jugadores, que tuvieron una tarde espectacular o que, con el correr de los partidos y los cambios introducidos el equipo crece en cada partido. Lo cierto es que hoy por hoy, después de Polonia, no parecería alocado jugarle unas fichitas a la Scaloneta.

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