Por Oscar Edgardo García.-

La Casa Rosada, morada del Presidente de la Nación, es la isla de un gobierno rodeada por una laguna poblada con innumerables cocodrilos hambrientos y exasperados.

Es dable suponer que Alberto Fernández es consciente de esa realidad y que para llegar sano y salvo al fin de su mandato, y no terminar siendo presa anticipadamente de esos animales feroces e insaciables, cada tanto les va arrojando alimento de acuerdo a los lineamientos que le va imponiendo la persona que lo entronizó en el sillón de Rivadavia.

El último plato que les sirvió del menú de su gabinete de funcionarios se llama Matías Kulfas.

Los funcionarios que aún sobreviven se están preguntando quién será el próximo.

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