Por Oscar Edgardo García.-

Sergio Massa, con la ligereza que lo caracteriza, opinó sobre el affaire que Martín Insaurralde tuvo con la modelo Sofía Clérici, en un lujoso yate en el Mediterráneo y en medio de la campaña política, manifestando que fue «un error grave que tuvo que pagar con dos renuncias».

Es posible que el candidato presidencial tenga alguna dosis de razón si pensáramos que Insaurralde cometió un error de cálculo al no tomar en cuenta que su lujuria trascendería su intimidad para convertirse en un fenomenal escándalo público.

Empero, si nos sujetáramos a que un error es una acción que no sigue lo que es correcto, acertado o verdadero, deberíamos juzgar que la opinión de Massa es que lo apropiado hubiera sido que Insaurralde no ostentara su obscenidad y ocultara su fortuna, seguramente obtenida de manera ilícita, para no dejar al desnudo la miseria y la corrupción de su clase política.

Por otra parte, con total cinismo y desparpajo, el Ministro de Economía expresó que «frente a un error de tal magnitud hay que cortar rápido y hacer lo mejor para la sociedad».

Lo mejor y más ejemplar para la ciudadanía, sin hipocresías de por medio, sería que Massa iniciara una investigación sobre un eventual enriquecimiento ilícito y lavado de dinero del ex Jefe de Gabinete provincial dado que, ateniéndose solamente a la última declaración patrimonial que presentó, no sería posible que pudiera sufragar su orgía en Marbella, circunstancia que es sabido de antemano que no se producirá.

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