Por Raúl Cuello.-
En la nota anterior me referí al Riesgo y a la Incertidumbre. Este es un tema que hoy preocupa al “Mercado Financiero” en relación a quienes han de competir en las próximas elecciones de octubre. Naturalmente las eventuales utilidades que vayan emparentadas con las ideas pro-mercados, en la medida que se vislumbren como ganadoras, permitirán obtener utilidades a quienes jueguen a favor de tal posibilidad. Tal sería el caso si el candidato a ganador fuese Macri con el refuerzo de Massa como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, ya que hay quienes anticipan que el salto en acciones y bonos podría llegar a ser entre un 30 y 40% a partir de los valores actuales y que el rally alcista se concretarían entre fines de junio y las PASO de agosto. (Claro está las chances disminuirían si Macri se afirma en su partido y declina el acuerdo con el Frente Renovador, como algunos asesores le aconsejan).
Pero aún así a Macri se le asignan grandes chances de poder ordenar las enormes distorsiones que dejará el actual gobierno. Primero porque sus antecedentes lo ubican en las antípodas del populismo y segundo porque su equipo de economistas tienen los antecedentes académicos, conocimiento de los resortes del Estado y reconocimiento de los mercados internacionales, sus instituciones públicas y Privadas, como así también de los sectores empresarios, sindicales y profesionales de nuestro país. Ellos saben que el ajuste de los “desenfocados precios relativos”, no pasa por la simple solución del tan mentado “ajuste”. Se trata de reducir la magnitud del Estado y expandir la asignación de recursos en el sector privado.
Quienes alegan desde el oficialismo, que el ajuste produciría simplemente desempleo y caídas de salarios reales, desconocen que en la medida que se opere con eficiencia sobre el presupuesto público, no necesariamente se ha de reducir el consumo ya que las eventuales modificaciones de la estructura cambiaria, de los incentivos a las exportaciones y la respuesta de los movimientos de capitales, todo ello sincronizado en un plan coherente, permitirá la salida de los actuales desequilibrios, tal como lo declarar dos parlamentarios alemanes en una reciente visita a la Argentina, destacando que nuestro país no es Grecia, que tanto preocupa a Bruselas, porque tiene mayor deuda externa y menos recursos para enfrentarlos.
Cercano al escenario Macrista podría ubicarse al Sciolismo, que en su versión pura (libre de la influencia de CFK y La Cámpora, por citar sólo a los mayores exponentes de las corriente K), también tiene equipo económico de valía con conocimientos y praxis suficiente como para garantizar una salida profesional generadora de expectativas favorables, aunque más débiles que la que aportaría Macri, ya que este trataría de llevar adelante un gobierno con convicciones personales más firmes que las que pueda portar Scioli. Al aludir a Scioli me refiero a asesores calificados como Bein y Blejer. Si el mercado descontara como factible esta opción, también se produciría un alza de acciones y bonos de similar magnitud a la anterior. Nadie podría dudar que en ambas hipótesis, el acuerdo con los hold outs habría de producirse al corto plazo un replanteo de las finanzas públicas, de la estructura cambiaria y un reacomodamiento de los precios relativos.
Frente a la posibilidad de una elección, donde los dos más fuertes candidatos a la Presidencia estén dispuestos a gobernar para terminar de una vez por todas con las causas de la de cadencia argentina, que no otras que las que enmarcan las políticas heterodoxas, ancladas en el privilegio al Consumo por sobre la Inversión, el Unitarismo Fiscal en lugar del Federalismo de nuestra Constitución y el cierre virtual de la economía para consagrar la “sustitución de Importaciones”. Ideas y equipos sobran a los equipos que acompañarán a Macri y Scioli. El primero aparece con más convicción que el segundo, que hasta ahora ha mostrado como mayor caudal político su lealtad a los Presidente con los que actuó. Después de las PASO tiene que mostrar su fuerza política independiente.
He mostrado hasta acá que podría movilizar el espíritu innovador de los empresarios argentinos, habida cuenta que se ha llegado a un verdadero cuadro crítico en lo económico y social QUE NO SE SOLUCIONA CON MAS POPULISMO. Hemos llegado al final de un ciclo económico que ha perdido para nuestro país la oportunidad más brillante que se le dio a gobierno alguno en los últimos 50 años. Y eso lo produjo la simbiosis generada entre el Gobierno y el Estado. Para colmo, un Estado cada vez más voluminoso y menos eficiente y al que cada vez acudieron empresarios, trabajadores y consumidores para dar a cada uno de ellos lo que no supieron, no pudieron o no quisieron satisfacer sus requerimientos con su esfuerzo.
De lo anterior son muestras el cepo cambiario, los regímenes impositivos de privilegio, los planes sociales que no impidieron que haya cada vez más pobres, el desendeudamiento al que se primero y al que se cambia por endeudamiento adornándolo de virtuoso, el cambio del traje a rayas para evasores por blanqueos gratuitos sin final y moratorias a diez años de plazo. Es muestra también un sistema sin premios ni castigos como ocurre con los delincuentes y también con los alumnos. Todo es igual como en el tango de Discépolo. Y esto es lo que pretende consolidarse de cara al futuro si el sciolismo es acompañado en el Ministerio de Economía por Kicillof como es el deseo de la Presidente de la Nación. Es el ideal de quien bautizó a la actual como la “década ganada”, partiendo del principio que la política puede modificar las leyes económicas.
Si Scioli ganara las elecciones, CFK detentara el Poder reeditando la experiencia de Perón con Cámpora y Axel fuera el Ministro, ya se podría aventurar una fenomenal crisis por la aplicación de ideas extraídas, fuera de tiempo y circunstancias, de Keynes. Porque tendríamos más Gasto Público, menos Inversión, atraso cambiario, exceso de emisión monetaria, caída adicional de exportaciones e importaciones, caída acelerada de la actividad económica y el desempleo, una situación que nos haría retrotraer al 2003, más precisamente el 25 de mayo, cuando NK con un discurso que hoy se calificaría de neoliberal. Fue entonces cuando a partir de Lavagna y Prat Gay, articuló los tres pilares de una política que tuvo su apoyo en el alto precio de la soja: los dos superávits gemelos y el peso devaluado. Pero eso duró poco ya que a partir de 2006 se embarcó en la política que sentía y practicaba en Santa Cruz: y así el déficit fiscal se hace realidad en 2009 hasta llegar hoy al 7% del PBI no obstante que los impuestos crecieron hasta el 40% del PBI.
Hoy están en crisis las economías regionales que son “típica mente mano de obra intensivas”, desapareció la industria cárnica exportadora por la crisis de la ganadería vacuna, se redujeron significativamente las reservas hidrocarburíferas convencionales por falta de inversión dada la política de precios seguida. Se está en un escenario de puja distributiva don de mandas salariales superiores al 30% acompañadas de un clima anárquico que conlleva pérdidas monetarias y no monetarias que perjudican a todo el cuerpo social, como ha ocurrido con el complejo aceitero del Paraná y la huelga bancaria que agravia a los más desposeídos, como son los jubilados.
Pronto habrá de elegir al próximo gobierno y allí primarán más que nombres y apellidos, la voluntad de darle al país el futuro que se merece. En el momento de elegir, es posible que la mayoría dude extender un cheque al populismo, que es quien ha hecho retroceder a la Argentina a un puesto que corresponde a los países menos creíbles del mundo. Es un excelente ejercicio de POLITICA PRACTICA compara el discurso referido con el presente de hoy. Allí se apreciará que del dicho al hecho hay mucho trecho y que a la hora de tomar decisiones recordar la expresión que le dirigiera APELES a un remendón que se permitió criticar un cuadro en el que estaba trabajando: “ZAPATERO A TUS ZAPATOS”. De esto se sale con muchos conocimientos y experiencias. Y tales atributos no los tiene cualquier aficionado a la Economía.
31/05/2015 a las 9:06 AM
Dr. Cuello
Ud es una persona seria
No puede mezclar los “mercados” con la economía real.
Los mercados son una banda de especuladores que tratan de ganar dinero con las oscilaciones en las espectativa (que muchas veces ellos mismos crean y publicitan). Los mercados, si hubiera estabilidad plena y certidumbre en el futuro, se moririan de hambre.
La economía real, la de los productores, comerciantes y consumidores es la que necesita estabilidad y certidumbre a largo plazo para poder hacer inversiones, para poder planificar para bajar sus margenes de ganancia ya que podrán recuperar sus inversiones en plazos largos.
¿Que va a ocurrir con los candidatos? Ni ellos mismos lo saben. Ninguno tiene informacion plena del desastre que economico que heredará ni como reaccionarán los distintos actores sociales a las medidas de correccion que habrá que tomar
31/05/2015 a las 2:22 PM
EDITORIAL LA NACION
El fantasma del populismo
No pueden engañar a nadie los cambios forzados hacia el pragmatismo que hacen los gobiernos populistas, pues carecen de convicción ideológica
Un reciente y punzante editorial del Financial Times, titulado “Los rebeldes latinoamericanos giran hacia el pragmatismo”, nos alienta, por su impactante contenido, a hacer algunas reflexiones, porque refleja la repentina ola de pragmatismo que parece estar afectando al perverso populismo latinoamericano y que está generando los primeros cambios de estrategias económicas que, hasta no hace mucho, parecían impensables.
Un ejemplo puede estar dado por la devaluación del peso argentino producida en enero del año pasado, llevada a cabo pese a que la presidenta Cristina Kirchner había asegurado poco tiempo antes que su gobierno no iba a devaluar nunca. Más recientemente, el ministro de Economía, Axel Kicillof, dio señales de preocupación por la posibilidad de que negociaciones salariales imprudentes pudiesen alimentar la inflación y forzó a gremios y cámaras empresariales a moderar los aumentos, a contrapelo de la bandera de “paritarias libres” de la que se jactaba el Gobierno.
Otra señal la configura el inicio del regreso de Ecuador a los mercados internacionales de crédito, esto es, a pedir préstamos a quienes en su momento defaulteó. El gobierno argentino también pretende volver a la colocación de bonos en dólares, contrariando su política de “desendeudamiento” que intentó mitificar: así, el Estado nacional pudo obtener algo de financiamiento para paliar su descomunal déficit fiscal, aunque a tasas del orden del 9%, equivalentes a alrededor del doble del promedio de aquellas a las que se endeudaron Chile, Uruguay y Paraguay. Hasta la destrozada Venezuela está abriendo su sector cambiario, para ir dejando atrás los “cepos” que tanto daño hicieron a su economía y tantas privaciones generaron.
Para el prestigioso medio europeo mencionado, el aparente cambio de rumbo de la Argentina, Ecuador y Venezuela es una experiencia fascinante para observar, en tanto divierte ver a sus líderes comerse sus propias palabras, además de ser un síntoma de un costoso error histórico por el que los ciudadanos de esos tres países pagarán seguramente un altísimo precio. El cambio de rumbo sucede después de haber vuelto buena parte de nuestra región a la perimida y falsa retórica propia de los años 70, demonizando al llamado “neoliberalismo”.
Cuando hubo “viento de cola”, el populismo no tuvo límites en transitar los andariveles de la imprudencia. El ruido reemplazó a la racionalidad y la ortodoxia fue objeto constante de denuestos. Los opositores fueron demonizados; la disidencia, despreciada; las sociedades, divididas, y los odios y resentimientos, alentados. Esto, y no otra cosa, es lo que ocurrió en la triste década pasada en los países víctimas del populismo demagógico. Hoy aquel viento a favor está amainando. Intimidar y denostar es un estilo de gobierno que ya no sirve para gobernar e intentar controlarlo todo ya no es sencillo. Por la situación de las economías populistas, ahora hay que saber y hacer, aceptar y mostrar la verdad, en lugar de declamar, engañar o defraudar falseando cifras.
¿Cuánto de real tiene la aparente “conversión” del populismo?, se pregunta el Financial Times. Nada. Se trata de un presunto cambio de rumbo sin convicción ideológica, forzado por circunstancias a las cuales nos han conducido los mismos gobiernos populistas. Es el resultado de una inflación galopante; de reservas deterioradas y sólo disimuladas por los swaps chinos y por crecientes atrasos en los pagos a los importadores, en el caso argentino; de la falta de inversiones y de una situación cada vez más recesiva.
Según el relato oficial, la culpa siempre es del otro. Pero no son los “fascistas” ni los “neoliberales” los responsables de esos fracasos. Tampoco son éstos la consecuencia de un mundo que se nos cayó encima, como suele explicar la Presidenta. Son, por el contrario, las caprichosas políticas populistas y su absoluta irracionalidad, a la luz de las cuales la corrupción ha florecido, las que han provocado los actuales desaguisados. El origen de los males está en los propios gobiernos populistas y en la fiebre inagotable de sus grotescos líderes por tratar de perpetuarse lo más posible en el poder.
Las razones del fracaso del populismo deben buscarse en torno a su total desmanejo de la economía, evidenciado en los distorsionadores controles de precios, en la afectación de los flujos tradicionales de exportación, en apuestas irracionales al consumo, en el dirigismo intervencionista que ha llenado de toda suerte de trabas y obstáculos a la actividad económica en general, alimentando el desorbitado crecimiento del sector público y resintiendo claramente la productividad del sector privado, al que además se asfixia con presiones impositivas.
El populismo es un sistema derivado de una filosofía según la cual la asignación de beneficios económicos es el factor determinante de las lealtades políticas. Así, a algunos hombres de empresa les resulta más importante la capacidad para cortejar al poder político y convertirse en experto en regulaciones del sector público, que la competencia y el conocimiento de los mercados. Y con gobiernos, como el argentino, que sostienen públicamente que hay que agrandar aún más el Estado para desarrollar los mercados, no hay posibilidad de inversiones productivas genuinas.
No habrá revolución pragmática mientras el poder central se siga asegurando lealtades de gobernadores con las autorizaciones del Estado nacional para obtener financiamiento a través de bonos y letras; mientras persista el discrecional otorgamiento de fondos de la Nación para obras públicas en municipios, y se busque presionar a los jueces. Los cambios forzados por los mismos pilotos que nos han condenado a las ruinas del populismo no pueden engañar a nadie.