Por Carlos Belgrano.-

Como el resto de curiosos que hurgan en este contemporáneo circo global de tres pistas, infiero que una sostenida campaña en pos de esmerilar el equilibrio gobernante de este petiso, todo indica que comienza a exhibir fuertes bríos.

Hoy fue en el londinense Times donde se deslizó la presunta infidencia de un presunto funcionario del MI6, a quien el matutino señaló sin individualizar como pregonero de esta ficta primicia.

Y, a partir de mañana, en este DC, serán varios los editoriales que recogerán el guante en una dirección periodística muy similar.

Pero esta no es más que una estratagema o mejor dicho brulote, resultante de otra anterior que dio cuenta y con bastante adhesión, noventa y seis horas atrás que, el Premier Federativo, cuando las columnas de los mercenarios de Wagner se acercaban a Moscú, raudamente había ascendido a su jet particular y decoló a Minsk, para que su secretario Lukaschenko le brindase asilo y refugio.

Todo lo cual acredita que son los aficionados e improvisados del periodismo quienes han reemplazado a los otrora, profesionales.

Deviniendo este fenómeno, como algo sumamente afín a lo que acontece en identidad en el universo de la polític,a que es timoneada por un hato de corrompidos gandules.

Y es del todo menester que debamos asirnos a tiempos pretéritos y sus protagonistas para que los más jóvenes e imberbes, en su universalidad mayoritaria, pertenecientes a la órbita de los estudiantes universitarios e incluso, de posgrado -como es el desgastante caso de los míos-.

Que, casi en integralidad, aún desconocen que la Capital de los Estados Confederados era la virginiana Richmond, y no Montgomery en Alabama.

Pero retornado a un falsamente acechado Putin, saludable resultaría que los poco memoriosos recurran a cualquier archivo y analicen, aunque fuese merced a una breve perspectiva, que el Poder en la Madre Rusia es algo que no se disputa, sin contar previamente con la adhesión de todas las cúpulas castrenses.

Y tal hipótesis ni remotamente se encuentra presente en las actuales circunstancias, porque salvo la excepcionalidad del último Romanov -Nicolás II-, que era un soberano pelotudo, de un estilo intelectivo muy sinonímico al ex monarca de España -Juan Carlos I-, a ningún gobernante ruso se le ha montado conjura ninguna, durante un conflicto bélico, ni interno y mucho menos externo.

Aunque, remontándome a un pasado muy distante existió un sujeto casi analfabeto -Vosstaniye Pugachov- que, luego de desertar como oficial subalterno de la caballería imperial, adquirió en un tiempo récord, suficientes adherentes entre aquel hambreado campesinado, para jaquear casi en las adyacencias de Stalingrado, la obscena omnipotencia de una prusiana -Catalina II-.

Por todo lo antedicho, sería altísimamente conveniente y saludable que, antes de lanzar al ruedo tal magnitud de inconsistencias, respecto de las internas en el cenáculo del Kremlin que, quienes opinan sin un mínimo conocimiento sobre las intrigas palaciegas moscovitas, antes se ilustren debidamente sobre sus anales frondosos al respecto.

Aunque, muy a mi pesar, resulta muchas veces tedioso e indigesto, ejercer una suerte de necesaria docencia para con los que desconocen las reglas mafiosas que imperan en esas lejanas Estepas.

Lo que me impele a practicar un apretado resumen, a saber:

Un sujeto como Putin, que proviene de la más oscura y tenebrosa membresía callejera de la ex KGB, para ascender, suprimió por cuenta propia y/o a través de otros gatilleros de su calaña, a quienes osaron interrumpir su ascenso a las cúpulas, se encuentran del todo habituados a contar con un equipo de muchos ejecutores a tiempo fijo.

Que cuentan con un protocolo itinerante en caso que al líder se lo carguen.

Y con instructivos precisos de cepillar a los autores intelectuales y físicos de un eventual magnicidio.

Con la convincente advertencia de que, si llegado el caso, los encargados, omitiesen sus deberes, pues, en tal emergencia, otro selecto grupo se cargaría a sus seres queridos.

Pero, independientemente de ese esquema de planificadas -de momento-, vendettas post mortem, existe otra realidad fáctica.

Y esta es que los individuos que alcanzan un estrellato tan inalcanzable no se pueden dar el lujo de meditar en un posible exilio u ostracismo, porque saben y sobradamente que, ninguno de sus amigos lo acogerán como refugiado.

Porque, al hacerlo, se generarían a sí mismos un frente interno a modo de efecto cascada sobre la suerte del acogido.

Y, por sobre todo ello fuese insuficiente, en esas esferas, los intereses involucrados, implican la suprema incomodidad que les irrogaría a sus hombres de paja, ingentes entuertos para reasignarse entre ellos billones de dólares.

Como podrán apreciar, estimados, los superpoderosos son intocables, salvo la infalibilidad de una muerte, debidamente chequeada como no traumática.

En síntesis, no tomen demasiado en serio estos cantos de sirenas que proclaman…

LA ESTABILIDAD DE PUTIN ES INDISCUTIBLE PESE A TANTAS FAKES NEWS EN SENTIDO INVERSO.

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