Por Jorge Enrique Yunes.-

La desgraciada muletilla de la ex primera mandataria, Cristina Fernández de Kirchner, “todos y todas”, verdadera retahíla que nos trepana el cerebro, ya encuentra su lugar de privilegio en el tema de la seguridad pública a nivel nacional: “Inseguridad para todos y todas”. Pero como ocurre en toda gran familia, en esta bendita Argentina, también existen “hijos y entenados”. Los primeros son los menos en número. Son los privilegiados, los poderosos. Son nuestros mandatarios. Nuestros “intocables”. Son los que se jactan de tener un “espíritu garantista”, pero eso sí, siempre y cuando sigan detentando ese poder político y económico que les permita solventar y mantener con holgura un séquito de guardaespaldas que les garantice a diario la integridad de su propia vida. Los otros, somos los más. Somos los decepcionados mandantes de aquellos corruptos que nos gobiernan. Somos el pueblo honesto y trabajador, no subsidiado, que arriesga a diario su propia vida cuando emprende el camino hacia su trabajo y sólo pretende regresar sano y salvo a su hogar con el pan familiar.

A esta casta de “intocables privilegiados”, que no les importa un rábano la delincuencia ni el crimen organizado que se enseñorea por nuestras calles arrebatándonos la vida a cada instante. A este “grupete de notables”, que dan muestras de una sordera y una ceguera irremediable que no les permite captar la pavorosa inseguridad que existe. A estos verdaderos enfermos, que desquiciadamente y con total desparpajo hablan de una “mera sensación de inseguridad”, solo le podemos desear algo: Que Dios o el destino, conforme a sus creencias, se encargue algún día de demostrarles en carne propia que esta “sensación”, de la que ellos burlonamente refieren, es una realidad irrefutable y está ahora golpeando sus “intangibles” puertas. Solo así podremos comenzar a ver, de modo paulatino, que la impunidad en la sociedad argentina es un monstruo en vías de extinción y que la máxima del genial Ulpiano, cuando definió certeramente a la justicia con su “Dar a cada uno lo suyo”, finalmente nos gobierna y dejó de ser una mera utopía.

“Una injusticia hecha a uno solo, es una amenaza hecha a todos”. Charles Louis de Montesquieu.

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