Por Paul Battistón.-

Todo se reduce a la energía; cualquier problema ingenieril, en el fondo, llevará a cuestiones energéticas. A su presencia en alguna u otra forma.

Aun cuando se esté ante una ausencia de movimiento, esa estaticidad deseada o no, será en el fondo una cuestión energética (un equilibrio energético).

En problemas con movimiento, su presencia es clara; sin ella no existirían. Siempre se estará resolviendo su transformación de una forma a otra, su disipación (energías desaprovechadas), su equilibrio o su absorción (deformación de algún material).

El cosmos nos da respuestas a sus intrigas a través de la energía de su radiación de fondo.

En las cuestiones económicas, la resolución de problemas y la puesta en marcha de proyectos dependen de la propia energía de este campo, la financiación. Nada se mueve en la economía sin su fuente de energía monetaria. Una financiación genuina no será otra cosa que fondos acumulados dispuestos a ser liberados en una dirección predeterminada análogamente a una energía potencial liberada para ser aprovechada como energía cinética solo que en este caso en lugar de direccionar un movimiento mecánico (físico) direccionara un movimiento económico (desarrollo).

En las cuestiones sociológicas, la marcha de un conjunto humano, de una tendencia renovadora o de la creatividad individual dependerá de una energía genuina que alimente la voluntad de esa marcha, de dicho cambio o de cualquier intento de creatividad. Esa fuente energética particular de las cuestiones sociales se resume en una palabra, libertad.

La libertad individual siempre será la energía que pondrá al individuo a crear, a emprender o a poner su potencial a funcionar en conjunto con predisposiciones similares en lo que podría ser una libertad grupal. Aun cuando existan diferencias de criterio la resultante de un proyecto social sustentable será la sumatoria de las libertades individuales aportadas.

La supuesta “ingeniería social”, en su intento de redireccionar comportamientos, parte del error más básico e intencional posible, el de anular o limitar las libertades individuales encerrándolas en colectivismos oportunos. Tan oportuno y amplio como el proletariado del que se valió el marxismo para aniquilar las libertades más básicas de los individuos, desde circular, disponer de la propiedad privada y por sobre todo pensar diferente (en definitiva pensar).

En pleno derrumbe del marxismo, Ernesto Laclau fue un paso más allá premoldeando lo que sería el post marxismo, esa izquierda capaz de abrazar todo lo que antes exterminaba. La ausencia de libertad individual colectivizada en el marxismo ahora será sostenida en una supuesta libertad de variadas colectivizaciones limitadas. El proletariado puesto en obsolescencia por el capitalismo fue reemplazado por una diversidad de sujetos minoritarios que a falta de objetivos comunes son unidos por lazos emocionales en busca de consignas y objetivos utópicos inalcanzados por la presencia de un enemigo común, “ellos”.

Ese enemigo común los “ellos” puede vislumbrarse como la resultante del neoliberalismo. A punto tal que Ernesto Laclau deja en claro para sus seguidores que es imposible conseguir acuerdos racionales en una democracia liberal (sencillamente una democracia) y que todo logro posible lo es por el sometimiento del otro.

Ya desde el título de su libro “La razón populista” establece una posición mesiánica de poseedor de la razón y en su escrito de 1985 “Hegemonía y estrategia socialista” (previo al colapso del marxismo) planea imponer a la izquierda como una hegemonía a lograr, curiosamente es el concepto que utilizaran en forma constante para señalar a cualquier tendencia política de derecha o centro derecha como parte de una hegemonía imperialista a enfrentar.

En el marxismo no hubo, y en el postmarxismo tampoco hay, una voluntad democrática apoyada en las libertades individuales. Para destruir estas democracias liberales (simplemente democracias) el post marxismo cuenta con una herramienta llamada populismo.

El populismo es el que coordina los múltiples sujetos políticos mediante un líder mesiánico indicándoles las múltiples luchas a desarrollarse en contra del enemigo al cual se lo debe odiar.

La existencia de las denominadas grietas son objetivos establecidos por el populismo, crea lazos emocionales entre la variedad de sujetos colectivos con la finalidad de colectivizarlos nuevamente en una única causa, la de la lucha contra el neoliberalismo (significante vacío aggiornado del imperialismo). Para cumplir con este objetivo crean constantes mecanismos de radicalización arremetiendo contra todo lo establecido. La destrucción es su forma de construcción.

Este último método podría ser simplificado en su descripción, como un aumento constante y planeado de la conflictividad social y por supuesto la izquierda (la del post marxismo) es la única que se presenta como capaz de coordinar y apaciguar esos múltiples conflictos sociales ante sus adoctrinados.

Una vez iniciada la conflictividad social la sostendrán renegando de los consensos (atropellaran), evitaran los acuerdos (o los romperán), transformaran las sesiones parlamentarias en peleas tribuneras huecas y acudirán como mecanismo de refuerzo a la indignación estratégicamente direccionada tratando de sumar incautos a cada una de sus causas. Demás está decir que la aceptación de la separación de poderes es sólo formal, su fin último es disponer enteramente de los mismos para lograr la hegemonía buscada.

En definitiva atentan contra el concepto de democracia y detestan la República, van por la destrucción de ambos, única forma posible de lograr la hegemonía de la izquierda planteada por Laclau.

Volviendo a los planteos iniciales, el postmarxismo no es la excepción en el sometimiento de las libertades individuales, solo que lo hace de una forma más sutil sumando incautos a colectivismos de voluntades dirigidas. El postmarxismo encaja en lo que se ha dado llamar ingenierías sociales, pero en realidad es una contra ingeniería que parte de contrariar el principio básico del desarrollo de una sociedad, la libertad del individuo. En nuestro país donde este engendro ha logrado ubicarse en la posición oficial era de esperar que también desafiaran los principios básicos del funcionamiento de una economía lógica y de cualquier desarrollo sustentable hacia el crecimiento.

Rápidamente acudieron a un falso financiamiento (emisión monetaria) y subestimaron la provisión energética como directriz del desarrollo. Todo apunta hacia la miseria, el subdesarrollo y el sometimiento a un estado totalitario.

La izquierda es un elemento contrario a la democracia y por consiguiente incompatible con República.

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