Por Carlos Tórtora.-

El altísimo perfil que está adquiriendo Elisa Carrió en las últimas semanas es, sin duda, parte de su instalación para convertirse en la primera candidata a senadora nacional por el macrismo en la Provincia de Buenos Aires el año que viene. Sin embargo, la creciente sensación de que este operativo está en marcha no es gratis para el PRO. La primera damnificada es María Eugenia Vidal, que se desvive para negociar a través de su ministro de gobierno, Federico Salvai, acuerdos con los intendentes peronistas, prometiéndoles que en el 2017 el macrismo no los olvidará a la hora de redactar las listas de candidatos a legisladores provinciales, concejales, etc. “Por un lado nos prometen el cielo y por el otro nos largan encima a la jefa del partido antiperonista. Carrió sólo podrá hacer campaña sin llevar candidatos peronistas y con un discurso gorila. O sea, que vamos a quedar afuera de las listas”, razonaba ayer un intendente peronista.

Indudablemente, las idas y venidas de Sergio Massa con el proyecto de ley antidespidos habrían terminado por convencer a Macri de que tiene un aliado muy peligroso y capaz de ganar la senaduría nacional bonaerense a partir de una serie de factores. Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, sin muchas otras opciones, están impulsando a Massa. En segundo lugar, a partir de la reunión que tuvo lugar entre éste y Máximo Kirchner, está funcionando una mesa de diálogo permanente entre La Cámpora y el Frente Renovador. Eduardo Wado de Pedro y Andrés Larroque, despechados por José Luis Gioja y Daniel Scioli en el armado de la cúpula partidaria, le estarían ofreciendo al líder renovador financiamiento (que no les falta) a cambio de lo que más necesitan: un buen reciclado que los convierta en dirigentes peronistas moderados y borre su prontuario como guardia pretoriana de la asociación ilícita que saqueó al país durante doce años.

Massa escucha pero duda. Sumar a La Cámpora sería darle al gobierno -y en especial a Carrió- un regalo inapreciable. Sólo faltaría que aparezca CFK dando la bendición para que el Frente Renovador deba cargar con todo el lastre del kirchnerismo. Ser el lavador político de La Cámpora no es un trabajo precisamente prestigioso.

El hombre providencial

En la ingeniería electoral básica del PRO, está la ilusión de que haya varias listas peronistas encabezadas por Massa, Florencio Randazzo, Cristina, etc., y que todas se resten votos entre sí, asegurándole entonces el triunfo a Carrió.

Pero en realidad nadie cree que el peronismo incurra en un error semejante, por más dividido que esté.

Para algunos, la presencia de Carrió puede, por efecto contrario, incentivar el crecimiento de Massa ante la sensación de que se debe jugar una especie de Boca-River. Tendiendo una cortina de humo sobre sus intenciones -conducta que practica con frecuencia- el tigrense no se cansa de comentar “en una de esas no me presento y la apoyo a Margarita” y “si yo no estoy, les va resultar muy difícil armar las listas”.

En síntesis, buscaría un operativo clamor del peronismo provincial levantando su figura como indispensable.

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