Por Carlos Tórtora.-

El acto de Cristina Kirchner en La Plata fue una puesta en escena pensada hasta en sus menores detalles. Todo estuvo planeado para mostrar que el peronismo está unido detrás de su candidatura. Sin embargo, esta escenografía en realidad funciona como una cortina de humo para tapar una serie de problemas críticos que enfrenta el kirchnerismo. El primero y más obvio es el que señalan la mayor parte de las encuestas: CFK perdería en un ballotage contra Javier Milei o cualquier precandidato de JxC y, por otra parte, la maniobra del 2019 de ungir a un candidato sin votos propios es casi irrepetible. Así es que ella marcha hacia una guerra que no puede ganar a menos que la economía entre en una etapa de mejoramiento sostenido y muy rápido, lo que no se ve.

La inviabilidad del Cristina Presidente es el más obvio de los problemas pero de ninguna manera el único. La casi totalidad de los gobernadores del PJ apuntaron claramente a la suspensión de las PASO, lo que no se logró por falta de votos en Diputados. Pero los mandatarios provinciales dejaron en claro que, de no haber suspensión, la mayor parte de ellos desdoblarían las fechas de las elecciones provinciales, desacoplándolas de las nacionales y restando así el peso de los aparatos políticos locales al esfuerzo nacional del FdT. De este modo buscarían sacarse de encima la pesada ancla del gobierno nacional para hacer campaña defendiendo las gestiones locales. Como están las cosas, los riesgos de que esto ocurra son altos y la autoridad de Cristina no sería suficiente como para conjurar el problema.

Los barones

Relacionado con las mismas causas, en el corazón del poder k, el conurbano bonaerense, subyace otro problema hasta ahora insoluble. Los intendentes del PJ ven que, con estos números y los que proyectan para el año que viene, corren el serio peligro de perder las mayorías en sus consejos deliberantes, lo que podría colocarlos a tiro de su destitución. En este punto es donde surgen soluciones non sanctas. Por ejemplo, repartir boletas con las listas a concejales de los barones del conurbano pero junto a la boleta de un presidencial opositor, por ejemplo Milei. De ese modo, se asegurarían los intendentes que sus concejales junten más votos. Este tipo de artilugio ya se vio por ejemplo en el 2009, cuando muchos intendentes repartieron boletas de Francisco de Narváez.

Ahora la vicepresidenta está chocando contra estos dos problemas de los gobernadores y los intendentes que se juegan su subsistencia. De poco valen para esto las escenografías que monte el kirchnerismo, porque se trata de una cuestión fría de números.

Otros problemas, como por ejemplo la eventual aparición de un candidato presidencial disruptivo como podría ser Juan Schiaretti, son amenazas que Cristina podría superar con su habilidad.

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