Por Carlos Tórtora.-

Todo indicaba que Alberto Fernández iba a jugar todas sus cartas a la aplicación de un riguroso toque de queda de 23 a 06 y que éste, junto con la campaña de vacunación, serían los dos ejes para frenar la segunda ola de Covid-19. Sin embargo, con el correr de las horas, la dureza del esquema empezó a ceder y el texto del Decreto 4/2021 se limita a recomendar a las provincias medidas de restricción nocturna pero dejando la graduación de las mismas a consideración de los gobiernos locales. ¿Qué pasó entremedio? En la Casa Rosada habría crecido el temor a una desobediencia masiva al toque de queda, sobre todo teniendo en cuenta que la oposición salió a plantear que el tema es una facultad del Congreso y no del Ejecutivo y que el humor social resulta adverso a cualquier medida de restricción severa. También influyó la postura anti toque de queda de Córdoba, Capital y Mendoza. Todo un frente de tormenta que habría convencido al presidente de que no será conveniente arriesgar tanto. El resultado son restricciones leves al funcionamiento nocturno de los comercios y una serie de medidas accesorias. El gobierno confía que con esto, más el aumento de la vacunación, sería suficiente como para aplanar la nueva curva de contagios. Se trata, en definitiva, de un reconocimiento implícito del gobierno a una situación de malestar social que excede bastante a los efectos de la misma pandemia. A diez meses de las PASO -si es que se realizan- la Casa Rosada busca recuperar oxígeno político hasta que haya un rebote de la economía que tibiamente algunos funcionarios esperan para marzo-abril.

Vacuna para pocos

Tampoco son ajenos a la prudencia del gobierno otros factores que empezarán a hacerse notar en las próximas semanas. La logística montada por el Ministerio de Salud para la aplicación de la vacuna es bastante modesta en sus alcances y hasta el momento no se contaría con capacidad para más de 50.000 aplicaciones por semana, lo que da un total por mes de apenas 200.000. Esto es que sería necesario más de un mes para cubrir a un millón de personas. La afirmación del presidente de que habría un ejército de vacunadores se tradujo en una escasa cantidad, que se explica por la carencia de una organización realmente masiva del estado nacional. Como se advierte en las estadísticas internacionales, el país líder en cantidad de vacunados, con un millón y medio, es Israel, que funciona militarizado por su estado de guerra con los países árabes. A decir verdad, hasta los EEUU están teniendo problemas logísticos serios con la vacunación y su ritmo es muy inferior al esperado.

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