Por Carlos Tórtora.-

El aumento de tarifas y la complejidad de la segmentación tarifaria disimularon estos días algo que iría creciendo de ahora en más: la carencia de un programa económico. Dentro de unos días, Sergio Massa afrontará su primera prueba de fuego en los EEUU y a partir de allí la presión por las definiciones sobre déficit fiscal y la inflación crecería cada vez más. Massa hace desde Economía lo que mejor sabe hacer, esto es, generar expectativas y conseguir gestos de buena voluntad por parte de empresarios, sindicalistas y ruralistas. A todo esto, el equilibrio interno del poder está dado por la actitud de Cristina Kirchner. Ésta se llamó a un riguroso silencio que no debe confundirse con inactividad. No hay duda de que la traba para designar a Gabriel Rubinstein como Secretario de Programación Económica es obra de ella. Decididamente, Cristina no parece encaminarse hacia aplaudir la nueva gestión económica. Por el contrario, su silencio indicaría que no cree en las posibilidades de éxito de Massa y que se reserva para el día después. En este aspecto, la lógica política sería inexorable, ya que un éxito de Massa implicaría su estrellato político y el eclipse del kirchnerismo duro. ¿Prefiere entonces Cristina sacarse de encima a Massa aunque la situación económica se agrave aún más? Es difícil contestar a este enigma pero lo cierto es que el ejemplar alegato del Fiscal Diego Luciani en la causa de Vialidad ha debilitado políticamente a la vicepresidenta y ya nadie piensa que pueda evitar una condena. Ella necesita ahora revalidar su liderazgo político y demostrarle a la dirigencia política que no está golpeada por la ofensiva judicial en su contra. A su manera, también Alberto Fernández está dejando a Massa librado a su suerte, discurseando sobre temas ajenos a la situación económica. Todo esto quiere decir en resumidas cuentas que Massa se juega el todo por el todo solo. Si el kirchnerismo no apoya activamente a Massa, el resto del peronismo también se sienta a esperar la suerte del nuevo ministro.

Conmocionada por las explosivas de Elisa Carrió, JXC, por su parte, es evidente que le abrió a Massa una tregua para evitar que el gobierno diga que hacen oposición salvaje.

El ataque de Carrió al acercamiento opositor a Massa ya produjo sus efectos y la dirigencia del PRO se cuida ahora de acercarse a él.

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