Por Hernán Andrés Kruse.-

El imperio de los patrones de estancia

El fútbol y el Covid-19 pusieron al descubierto en los últimos días el poder que detentan algunos gobernadores, la impunidad con que se mueven dentro de un territorio que consideran propio.

Santiago del Estero es una de las provincias más pobres del país. Más de la mitad de su población viven en la pobreza y para trabajar hay que insertarse de alguna manera en la gigantesca estructura estatal. Imperan el clientelismo y el patoterismo. Brillan por su ausencia la justicia independiente y la libertad de prensa. Las elecciones son plebiscitos destinados a legitimar la dominación del caudillo. Imperan el miedo y la delación, la obsecuencia y el conformismo social. El gobernador hace lo que se le da la gana y nadie osa cuestionarlo.

Durante la semana River y Racing disputaron una final en esa provincia. El escenario fue un majestuoso estadio, cuyo lujo nada tiene que envidiarle al de los estadios más imponentes del mundo. Para construirlo se gastaron unos 1500 millones de pesos. Una cifra escandalosa para una provincia sumergida en la pobreza. Emerge en toda su magnitud la inmoralidad de su patrón de estancia, el radical Gerardo Zamora. Para este nefasto personaje el fútbol es más importante que el bienestar de sus gobernados. ¿Cuántos hospitales, casas y escuelas se hubieran construido con semejante cantidad de dinero? La respuesta es obvia: muchísimos. En lugar de ello el mandamás prefirió edificar un estadio colosal, propio de un reino árabe. Ante el alud de críticas que comenzó a recibir el gobernador, Alberto Fernández se limitó a preguntar qué tenía de malo que Santiago del Estero tuviera semejante nave espacial. El caudillismo, qué duda cabe, sigue recibiendo la bendición del presidente de turno.

Formosa es otra de las provincias más pobres del país. Desde 1995 gobierna el peronista Gildo Insfrán. Lo expresado sobre Santiago del Estero cabe ser aplicado a Formosa. En esta provincia norteña la libertad brilla por su ausencia. Nadie osa cuestionar a Insfran porque las represalias son muy severas. Pero un día importantes sectores de la sociedad formoseña dijeron ¡basta! El motivo de la rebelión fue la decisión del gobernador de obligar a los formoseños a retornar a la fase 1 de la cuarentena. Al observar la magnitud de la protesta Insfran ordenó a su fuerza pretoriana a entrar en acción. Las escenas que registraron las cámaras de televisión fueron dramáticas. Nadie se salvó de la represión policial.

La dramática situación formoseña obligó a Alberto Fernández a reconocer que su gobierno estaba muy preocupado por lo que está ocurriendo en la estancia de Insfrán. No sucede lo mismo con los gurcas del kirchnerismo. Para estos fanáticos se trata de un intento destituyente orquestado desde las oficinas de Héctor Magnetto. Se trata, alucinan, de un ensayo. Si tiene éxito podría llegar a producirse una suerte de efecto dominó que provocaría una crisis institucional inusitada. En consecuencia, hay que apoyar a Insfrán. Para los ultras K todo se tolera, menos la posibilidad de que el gorilismo retorne al poder.

Como era de preverse desde el arco opositor se comenzó a disparar munición gruesa contra Insfrán. De repente para Bullrich y compañía el gobernador formoseño pasó a ser el emblema de la corrupción, el autoritarismo y la impunidad. Qué lástima que no tuvieran la misma actitud durante la presidencia de Macri, quien jamás osó cuestionar la hegemonía peronista en Formosa. Porque entre 2015 y 2019 el mandamás formoseño fue tan sátrapa como lo es ahora. Pero en esos años los referentes de Cambiemos se mantuvieron en silencio y ahora, justo en un crucial año electoral, salen a criticarlo con dureza.

El oficialismo y la oposición han decidido radicalizar sus posturas de cara a las elecciones que se avecinan. En el medio hay una sociedad hastiada y angustiada que, lamentablemente, adoptará la actitud de siempre: agachar la cabeza.

El poder de Cristina

Nunca antes un vicepresidente tuvo tanto poder. A tal punto es así que durante toda la jornada de ayer (4/3) no hubo otro tema de conversación, de análisis, más que la aparición televisiva de CFK. Qué hubiera dicho Germán Bidart Campos, quien hace unos años afirmó que en nuestro sistema constitucional “el vicepresidente no toca ningún pito”. Pues bien, Cristina le acaba de demostrar al gran constitucionalista argentino que el vicepresidente puede llegar a detentar inmensas cuotas de poder.

¿Por qué la vicepresidenta es tan poderosa? La respuesta no admite ningún tipo de duda: porque el presidente carece de autoridad. Alberto Fernández es un presidente débil, consciente de que con Cristina no puede. Esta dependencia del presidente respecto a su vice es la lógica consecuencia del proceso que lo terminó depositando en la candidatura presidencial del FdT.

A comienzos de 2019 el entonces presidente Macri se encaminaba a obtener la reelección. Pese a la desastrosa situación económica la oposición estaba tan fragmentada que la victoria del macrismo aparecía como inexorable. El escenario electoral cambió radicalmente por una jugada magistral de Cristina. Consciente de que con los votos exclusivos del kirchnerismo Macri no sería derrotado, consideró que sólo logrando reunificar al peronismo el retorno al poder era altamente probable. ¿Qué fue lo que hizo? Todos lo recordamos. Le ofreció a Alberto Fernández la candidatura presidencial, reservándose ella, obviamente, la candidatura a la vicepresidencia. Fue una brillante jugada de ajedrez que descolocó al oficialismo y a los medios de comunicación. En el fondo CFK no hizo más que ejecutar aquella reflexión del propio Alberto Fernández: “Con Cristina no alcanza pero sin Cristina no se puede”.

Cristina logró lo que hasta ese momento parecía una misión imposible: la unificación del peronismo. La presencia de Alberto encabezando la fórmula del FdT convenció a los gobernadores peronistas, los barones del conurbano y a Sergio Massa de alinearse. Las urnas no hicieron más que confirmar el olfato político de Cristina. El 10 de diciembre Alberto Fernández sucedió a Mauricio Macri. El peronismo-no el kirchnerismo-había retornado al poder.

La pregunta que muchos nos formulamos en ese momento es la siguiente: ¿podrá el presidente cortar el cordón umbilical que lo mantenía unido a Cristina? Han pasado 16 meses y evidentemente no lo ha logrado. Alberto sigue siendo tan dependiente de CFK como lo era al asumir. Ahora bien, oportunidades no le faltaron. En plena cuarentena su imagen positiva superó el 80%. ¿Por qué no aprovechó ese momento de apogeo para afirmar su autoridad como presidente? ¿Acaso no se atrevió a desafiar a Cristina? Puede ser. Lo concreto es que con el transcurrir de la pandemia y ante el evidente fracaso de la cuarentena, la dependencia de Alberto se hizo cada día más evidente.

La aparición televisiva de la ex presidente es la lógica consecuencia de la incapacidad de Alberto de crear poder. Ni siquiera Chacho Álvarez hubiera sido capaz de hacer algo parecido durante la presidencia del débil e irresoluto De la Rúa. Nadie, por ende, debe haberse sorprendido con la decisión de Alberto Fernández de apoyar el alegato de CFK en la causa dólar futuro. “Tiene toda la razón del mundo”, afirmó. El presidente terminó por comprender lo que significa ser presidente en la Argentina. Los buenos modales no sirven. Hay que gobernar a cara de perro, como lo hizo su admirado Néstor Kirchner. En consecuencia, decidió que lo más conveniente era radicalizarse o, si se prefiere, “cristinizarse”. Aunque hay que ser comprensivo con Alberto Fernández ya que otra no le quedaba.

Alegato de Cristina Kirchner en la causa dólar futuro

Párrafos esenciales

1-El lawfare como todos sabemos, no todos pero por lo menos lo que los sufrimos sí, es esta corriente regional que ha, a través de los poderes judiciales de los distintos países, estigmatizado a los movimientos populares y a los dirigentes. Y que los persiguen. Ya no era necesario encarcelarlos como le pasó a Yrigoyen en el año 30 porque, si me permite una digresión Sr Presidente, hay todo una cuestión de que las causas de corrupción solamente atañen al peronismo. Bueno, lamento informar que el primer presidente acusado de corrupción y juzgado y encarcelado no fue Juan Domingo Perón que tuvo que huir del país tras ser derrocado. Fue Hipólito Yrigoyen, primer presidente de la Unión Civica Radical, cuando la Unión Cívica Radical encarnaba al movimiento popular y nacional. Bien, ha sido sustituida esta… estos golpes de Estado que casualmente y para hacer una referencia histórica fue legitimado por la Corte Suprema de Justicia de aquel entonces en 1930 instalando la doctrina de facto. Y bueno, allí empezó una serie de golpes militares que sacudieron la Argentina y la región también donde la seguridad nacional y la persecución a los movimientos populares se hacía a través de las fuerzas armadas. La experiencia Argentina de Memoria Verdad y justicia culminó con un proceso que había iniciado también el presidente Alfonsín con el juicio a las juntas militares en donde finalmente las cosas, por lo menos en lo que hace a la institucionalidad de las Fuerzas Armadas y su rol, retornó a su lugar de origen. Sin embargo se dio esta suerte de surgimiento de lawfare, ya no es necesario desaparecer mediáticamente, materialmente a los dirigentes políticos sino que con lo mediático se lo suprime. ¿Y cómo se concatena esto? Bueno, el lawfare no es solamente la persecución desde el poder judicial. Es además la articulación con los medios de comunicación. ¿Por qué? ¿Cómo se hace esto? ¿Unicamente porque los medios de comunicación titulan: corrupción, aquél es un corrupto, aquella es una corrupta? No, no, no. Cuentan cosas que no existen en los expedientes. O sea: relatan, forman un relato que después no encuentran asidero en las pruebas y en los hechos concretos que tienen los expedientes judiciales que tramitan en el Poder Judicial. Pero claro, pero claro, ya cuando se deciden las sentencias tienen que ver con lo que apareció publicado en los medios pero poco o nada absolutamente que ver con lo que aparece en el expediente. Por eso el tema de la presencia de los medios de comunicación. Y la presencialidad también porque es bueno siempre conocerle la cara a los jueces, a los fiscales.

2-En definitiva, hoy está comprobado que no hubo perjuicio, que hubo ganancias en el balance del Banco Central. Banco Central al que tampoco ni Axel Kicillof como ministro ni yo como Presidenta tenemos ningún tipo de injerencia por una razón de estatuto del Banco Central. El Banco Central no puede recibir órdenes de absolutamente nadie. Y además, esta teoría, esta teoría que es la teoría del alter ego que querían derrumbar los bonistas diciendo que el Banco Central es exactamente lo mismo que la Argentina, la puso prácticamente en crisis Bonadio, pero como ya iban a arreglar con los bonistas tampoco había ningún problema. ¿Qué es la teoría del alter ego? Los bonistas decían que el Banco Central es el alter ego de la Presidencia y que, por lo tanto, los recursos del Tesoro Nacional son lo mismo que las reservas del Banco Central. ¿Cuál es la diferencia? Que con las reservas del Banco Central ellos no las pueden embargar y con las del Tesoro sí. Por eso es tan importante seguir diferenciando la personalidad totalmente separada del Banco Central de quien ejerce la primera magistratura o del Poder Ejecutivo o de cualquier otro poder en la Argentina. Todo esto se lo pasaron Dios sabe por dónde. Nada fue aplicado. Todos los códigos fueron violados, todas las normas fueron violadas, toda la razón fue violada y seguimos hoy, cinco años después, sentados acá en el sillón de los acusados. ¿Y qué pasó en el mientras tantos en el país? Y por esto quiero hacer hincapié en lo importante que son las decisiones del Poder Judicial. Mucha gente cuando escucha hablar del Lawfare y demás piensa que son cosas alejadas de los políticos y los jueces y en realidad la mayoría de la gente nunca accede a la justicia. Pero las decisiones que toma el Poder Judicial impactan luego directamente en la vida y en el patrimonio de las personas. Lo cierto es que nosotros, que administrábamos el tipo de cambio, que fuimos presionados muchas veces para devaluar, inclusive en este propio gobierno. Lo podemos recordar que este gobierno hace pocos meses presionado y corrido literalmente para que devaluara con un dólar a 200. Y, sin embargo, pudo administrarse la crisis como tantas otras crisis que nos hicieron a nosotros durante nuestra gestión, para no devaluar. Porque sabemos el impacto brutal, terrible que tiene la devaluación en la vida de la gente. Nada de eso les importó. Habían venido a eso, a devaluar, lo hicieron y dijeron: no, no importa la devaluación total el precio de la economía, de los bienes, de los servicios está al precio del dólar blue. ¡Mínga al precio del dólar blue! El precio del dólar blue era 9,74 cuando yo dejé la presidencia y los bienes y servicios de la República Argentina estaban con un dólar a 9,74. Cuando el genio de las finanzas, Prat Gay dijo que no, que estaba todo a 15 o 16 pesos que era el precio del dólar blue: todo a los demonios. Hicieron una devaluación no me acuerdo si era del 40 o el 60 por ciento catastrófica. Vinieron para eso, y ustedes, el Poder Judicial contribuyeron a que ese gobierno ganara las elecciones e hiciera lo que hizo después. Ustedes también son responsables de lo que pasó y de lo que está pasando en la República Argentina. Y realmente me da mucha bronca porque la que sufre es la gente.

3-En definitiva, hoy está comprobado que no hubo perjuicio, que hubo ganancias en el balance del Banco Central. Banco Central al que tampoco ni Axel Kicillof como ministro ni yo como Presidenta tenemos ningún tipo de injerencia por una razón de estatuto del Banco Central. El Banco Central no puede recibir órdenes de absolutamente nadie. Y además, esta teoría, esta teoría que es la teoría del alter ego que querían derrumbar los bonistas diciendo que el Banco Central es exactamente lo mismo que la Argentina, la puso prácticamente en crisis Bonadío, pero como ya iban a arreglar con los bonistas tampoco había ningún problema. ¿Qué es la teoría del alter ego? Los bonistas decían que el Banco Central es el alter ego de la Presidencia y que, por lo tanto, los recursos del Tesoro Nacional son lo mismo que las reservas del Banco Central. ¿Cuál es la diferencia? Que con las reservas del Banco Central ellos no las pueden embargar y con las del Tesoro sí. Por eso es tan importante seguir diferenciando la personalidad totalmente separada del Banco Central de quien ejerce la primera magistratura o del Poder Ejecutivo o de cualquier otro poder en la Argentina. Todo esto se lo pasaron Dios sabe por dónde. Nada fue aplicado. Todos los códigos fueron violados, todas las normas fueron violadas, toda la razón fue violada y seguimos hoy, cinco años después, sentados acá en el sillón de los acusados. ¿Y qué pasó en el mientras tantos en el país? Y por esto quiero hacer hincapié en lo importante que son las decisiones del Poder Judicial. Mucha gente cuando escucha hablar del Lawfare y demás piensa que son cosas alejadas de los políticos y los jueces y en realidad la mayoría de la gente nunca accede a la justicia. Pero las decisiones que toma el Poder Judicial impactan luego directamente en la vida y en el patrimonio de las personas. Lo cierto es que nosotros, que administrábamos el tipo de cambio, que fuimos presionados muchas veces para devaluar, inclusive en este propio gobierno. Lo podemos recordar que este gobierno hace pocos meses presionado y corrido literalmente para que devaluara con un dólar a 200. Y, sin embargo, pudo administrarse la crisis como tantas otras crisis que nos hicieron a nosotros durante nuestra gestión, para no devaluar. Porque sabemos el impacto brutal, terrible que tiene la devaluación en la vida de la gente. Nada de eso les importó. Habían venido a eso, a devaluar, lo hicieron y dijeron: no, no importa la devaluación total el precio de la economía, de los bienes, de los servicios está al precio del dólar blue. ¡Mínga al precio del dólar blue! El precio del dólar blue era 9,74 cuando yo dejé la presidencia y los bienes y servicios de la República Argentina estaban con un dólar a 9,74. Cuando el genio de las finanzas, Prat Gay dijo que no, que estaba todo a 15 o 16 pesos que era el precio del dólar blue: todo a los demonios. Hicieron una devaluación no me acuerdo si era del 40 o el 60 por ciento catastrófica. Vinieron para eso, y ustedes, el Poder Judicial contribuyeron a que ese gobierno ganara las elecciones e hiciera lo que hizo después. Ustedes también son responsables de lo que pasó y de lo que está pasando en la República Argentina. Y realmente me da mucha bronca porque la que sufre es la gente. (fuente: Página/12)

Un año

El 3 de marzo de 2020 se detectó el primer caso de coronavirus en la Argentina. En ese momento el virus no ocupaba un lugar de privilegio en nuestras prioridades. Sabíamos lo que estaba pasando en China, Europa y Estados Unidos. Éramos conscientes de su peligrosidad. Sin embargo, hace un año creíamos que el bicho no se ensañaría con nosotros.

El 19 de marzo el presidente de la nación anunció la cuarentena. Todos adentro y sin chistar, fue la orden. De un día para el otro nuestras vidas se modificaron radicalmente. Las calles quedaron desiertas. El silencio era atronador. Para hacer las compras en el supermercado debíamos aguardar pacientemente en la calle respetando la distancia social. Nuestras miradas denotaban una tristeza infinita. Nadie hablaba. Parecíamos zombies.

La cuarentena duró hasta fines de abril. El encierro se hacía intolerable. Nada funcionaba, salvo algunos servicios esenciales. Los comercios cerrados, al igual que las escuelas, los cines y los restaurantes. El fútbol-pasión de multitudes-pasó a ser un recuerdo. Mientras tanto, la televisión registraba el drama europeo, norteamericano y brasileño. Hace un año Donald Trump había tomado la decisión de privilegiar la economía sobre la salud. Lo mismo hizo Jair Bolsonaro. Alberto Fernández optó, en cambio, por la salud.

Hasta mayo los números le daban la razón al presidente. El número de contagios y muertos era, en comparación con los números de los países recién mencionados, ínfimo. La cuarentena estaba dando sus frutos, lo que le permitió al sistema de salud prepararse por si llegaba el tsunami. Cada dos semanas el presidente, flanqueado por Kicillof y Larreta, se encargaba de informar a la población sobre los buenos resultados en la lucha contra la pandemia.

Fue el apogeo del presidente. Su imagen positiva superaba el 80%. Sin embargo, no todo era color de rosas. La cuarentena había comenzado a causar estragos en la economía y en la educación. Sin embargo, Alberto Fernández continuaba prolongando la cuarentena porque, no se cansaba de repetir, la salud era más importante que la economía. ¿Quién se iba a animar a cuestionarlo?

Allá por julio el panorama comenzó a cambiar. Comenzaron a crecer de manera exponencial los números de contagios y de fallecidos. Y aparecieron las primeras críticas. Que los testeos eran escasos, que era demencial seguir teniendo cerradas las escuelas, que la situación económica se agravaba día a día, etc. La cuarentena ya no resultaba tan eficaz. Alberto Fernández sintió el impacto y a partir de entonces no logró recuperar la iniciativa.

Aquel Alberto Fernández dialoguista y amable dio paso a un Alberto Fernández nervioso, malhumorado e intolerante. Fue entonces cuando apostó por el plan de vacunación. Prometió que para marzo de 2021 estarían vacunados varios millones de argentinos. También anunció con bombos y platillos el acuerdo con Putin para garantizar el envío de millones de dosis de la Sputnik V. Cuando expiraba el dramático 2020 el número de fallecidos rozaba los 50 mil y las dosis de la vacuna rusa eran mínimas.

Hoy la situación sigue siendo igual de dramática. En cuestión de semanas los fallecidos serán 60 mil. Lamentablemente, el número de vacunados es pequeño, al igual que el de las dosis. Por si ello no resultara suficiente estalló el vacunagate, un escándalo que tuvo su chivo expiatorio: Ginés González García. Es probable que en poco tiempo el pueblo se olvide que mientras los viejos y el personal de salud aguardaban ser vacunados, los amigos del poder se vacunaron en las sombras.

Hace un año que estamos conviviendo con el Covid-19. Según los expertos esa convivencia se extenderá, cuanto menos, un año más. Es muy probable-ojalá me equivoque-que el gobierno tarde más de lo planeado en vacunar a los que más lo necesitan. No creo que en 2021 se logre la tan ansiada inmunidad de rebaño, vacunar al 70 % de los argentinos. Es casi un hecho que muy pronto habrá un segundo oleaje de coronavirus lo que provocará un aumento del número de contagios y muertes. Seguirá siendo vital el cuidado personal, la responsabilidad de cada uno de nosotros.

Mientras tanto, la clase política sólo piensa en las elecciones…

La presencia de Cristina en el Congreso

Muchos dirán que se trata de algo irrelevante, de detalles que, si se los menciona, se favorece a la oposición. Pero en política los gestos, las actitudes y las miradas son relevantes, forman parte del carácter simbólico de ese mundo que fue calificado como “mágico” por el maestro George Bourdeau.

Las cámaras de televisión no dejan mentir. Al ingresar al Congreso junto al presidente de la nación, Cristina Kirchner no ejerció el rol de vicepresidente sino de dueña del recinto. Entró al Congreso como lo hace en su residencia de El Calafate. Totalmente suelta, casi alegre, muy distendida. Saludó a varias personas y llegó a ponerse por delante del presidente. Sentada a su lado en el recinto lo calmó con su mano derecha ante el ataque verbal de Fernando Iglesias. A veces daba la impresión de que con su mirada le estaba tomando examen.

Evidentemente Cristina siente que el Congreso es de su propiedad. Al igual que la Rosada y la residencia de Olivos. Ello es propio de los caudillos provinciales. Su poder es tan omnipresente que finalmente se borra la línea que divide lo privado de lo público. Creen que los dineros que manejan son de ellos, que el poder que detentan es para siempre. Para Cristina, entonces, lo natural es que en 2023 asuma Máximo ya que Alberto no es más que un presidente de transición.

Luego de su derrota en 2017 en provincia de Buenos aires Cristina se dio cuenta de que retornar a la Rosada se había constituido una misión imposible. Si bien su piso siempre fue bastante alto, su techo era demasiado bajo. Expresado en otros términos: el porcentaje del voto cautivo, si bien era elevado, le impedía llegar a la presidencia si no contaba con la ayuda de otros sectores del peronismo. Ello explica su decisión de ofrecerle a Alberto Fernández la candidatura presidencial. No lo hizo por ser bondadosa, generosa. Lo hizo porque otra no le quedaba. Seguramente meditó largo tiempo a quién le haría semejante ofrecimiento. Su dedo recayó sobre la figura de Alberto Fernández, un dirigente que Cristina conoce demasiado. Qué mejor que alguien que conoce las entrañas del poder pero que carece de votos propios. Qué mejor que alguien capaz de atraer a todos los sectores del peronismo que no soportan al kirchnerismo.

La elección de Fernández como candidato a presidente del FdT fue una de las jugadas políticas más brillantes de Cristina. Con Alberto de candidato se acercaron Massa y los gobernadores, fundamentales para garantizar la victoria. Alberto Fernández debe ser el presidente que asumió con mayor debilidad política. Su autoridad era prácticamente nula. Pero su habilidad para manejarse con soltura durante los primeros meses de la pandemia le permitió independizarse un poco de Cristina. Incluso algunos llegaron a especular con una eventual reelección. La denuncia de Verbitsky puso las cosas en su lugar. Alberto debió desprenderse del ministro de Salud quedando a la defensiva. La desenvoltura de Cristina el 1 de marzo en el Congreso no hizo más que confirmarlo.

La confrontación permanente

En la apertura de sesiones del centésimo trigésimo noveno período de sesiones ordinarias del Congreso el presidente abandonó la mesura de sus dos exposiciones anteriores. Emulando a Mauricio Macri, quien el 1 de marzo de 2019 pronunció un violento discurso de despedida, Alberto Fernández leyó un típico discurso de barricada dirigido a su propia tropa y fundamentalmente a Cristina Kirchner, quien estaba a su lado ejerciendo una férrea vigilancia.

En pleno año electoral el presidente demostró una vez más su capacidad para adaptarse a los más diversos ambientes. Se mostró afable y cordial durante la primera etapa de la pandemia, cuando le hablaba a la población en tono paternal, flanqueado por Kicillof y Larreta. Era el momento de su apogeo político. En ese entonces su imagen positiva superaba el 80% y todo parecía indicar que nada ni nadie estaba en condiciones de cuestionar su autoridad. Es probable que, con semejante apoyo popular, Alberto haya expuesto su verdadero rostro.

Pero con el paso del tiempo todo cambió para peor. El presidente comenzó a verse desbordado por una pandemia que le demostraba que no merecía ser subestimada. Paulatinamente el Alberto condescendiente y amable fue reemplazado por el Alberto combativo, duro, “cristinista”. El vacunagate lo convenció de que había llegado la hora de la confrontación. Lo que aconteció en la Cámara de Diputados no hizo más que confirmarlo.

Una vez más oficialismo y oposición protagonizarán una riña de gallos hasta las elecciones. Y gran parte de la población querrá ser protagonista, dividiéndose en dos sectores antagónicos, irreductibles. Lo notable es que este escenario lejos está de ser una novedad. Desde hace muchos años que la confrontación ha impuesto sus códigos en cada proceso electoral. La pregunta que cabe formular es la siguiente: ¿realmente los referentes de las dos fuerzas políticas en pugna representan, como no se cansan de afirmarlo, dos modelos de país antitético o se trata sólo de una puesta en escena, de una dramatización perfectamente planeada para manipular a los votantes?

Creo que se trata de lo segundo. Tanto al oficialismo como a la oposición les conviene un escenario de confrontación. Pero se trata de una confrontación ficticia ya que, en el fondo, oficialistas y opositores saben perfectamente que el único modelo de país viable es el que se sustenta en el capitalismo. Veamos el siguiente ejemplo. En 2018 Macri arregló con el FMI una ayuda financiera colosal. La oposición montó en cólera. No perdonó al gobierno de Cambiemos lo que consideró fue una entrega de nuestra soberanía al FMI. Hace unas horas Alberto Fernández anunció su decisión de demandar criminalmente a Macri por dicho arreglo. Sin embargo, desde que asumió no tuvo intención alguna de cortar con el FMI. Todo lo contrario. La designación de Guzmán en el ministerio de Economía obedece a la necesidad del FdT de cerrar un acuerdo con el FMI.

¿Pero no constituía un atentado a nuestra soberanía el acuerdo de Macri con el FMI? Sí, claro. ¿Entonces por qué el eventual acuerdo del FdT con el FMI no lesionaría nuestra soberanía? Si acordar con el FMI significa menoscabar la soberanía, entonces ambos acuerdos lo hacen. ¿Son, en el fondo, tan diferentes JpC y el FdT? En este asunto fundamental no lo son. En consecuencia sus peleas son para la popular, para la gilada. La confrontación permanente no es más que un engaño, una fenomenal puesta en escena con fines puramente electorales.

Una declaración de guerra

Confieso que me sorprendió. Sinceramente no esperaba de parte del presidente semejante declaración de guerra a la oposición. Dijo Alberto Fernández en el recinto de la Cámara de Diputados: “Pongamos fin a las aventuras de hipotecar al país, es necesario que endeudarse no sea gratis y que los responsables rindan cuentas de sus actos y dejen de circular impunes dando clases de economía en el país y en el mundo”. “Por eso, he instruido a las autoridades pertinentes para que formalmente inicien querella criminal tendiente a determinar quiénes han sido los autores y partícipes de la mayor administración fraudulenta y de la mayor malversación de caudales que nuestra memoria registra”.

Alberto Fernández aludió al histórico préstamo otorgado por Christine Lagarde al gobierno de Mauricio Macri en 2018. Se trata de unos 57 mil millones de dólares de los cuales unos 45 mil fueron desembolsados y que muy rápidamente se fugaron. Lo que acaba de exigir el presidente es que la justicie investigue hasta las últimas consecuencias quiénes fueron los máximos responsables de semejante desastre financiero. Conviene refrescar nuestra memoria. A comienzos de aquel año Wall Street tomó una severa decisión: no más ayuda financiera a Macri. De repente el gobierno nacional se quedó sin el oxígeno del que se había valido para respirar desde el 10 de diciembre de 2015. La única opción que tenía Macri era el FMI, el histórico prestamista internacional de última instancia. El ruego del presidente fue ampliamente satisfecho. Con el visto bueno de Donald Trump el FMI desembolsó aquella histórica cifra para ayudar al amigo Mauricio. El problema es que jamás se supo qué paso con esa montaña de dólares. Los dólares simplemente “desaparecieron” como por arte de magia.

Macri y el mejor equipo de los últimos 50 años endeudaron al país de una manera artera, absolutamente irresponsable. Porque ni Macri, ni Dujovne, ni Sandleris, etc. se harán cargo de ese monstruoso pasivo sino todos los argentinos. Salvo que de una vez por todas la justicia se calce los pantalones largos y ahora sí actúe como corresponde. Esperemos que no se trate de un nuevo espejismo, de un mero anuncio electoral. Tantas veces nos han mentido en la cara…

Lo cierto es que Alberto Fernández abandonó la moderación que siempre lo caracterizó. Consciente de que otro camino no le queda, decidió emular a Néstor y Cristina. Hoy el presidente se cristinizó, eligió el camino de la confrontación abierta como táctica para conseguir la victoria en las elecciones de medio término. Hoy Alberto Fernández reconoció que su excelente discurso del 10 de diciembre de 2019 sólo cuaja en democracias adultas y desarrolladas. Hoy el presidente ahondó la grieta, dobló la apuesta. Fue como si le hubiera dicho a la oposición: “quieren guerra, pues guerra tendrán”.

Creo que la oposición se equivocó de manera grosera. Su decisión de confrontar con el gobierno atenta contra sus chances electorales. Ello por una simple y contundente razón: cuando el peronismo se ve atacado deja de lado todas sus diferencias y se abroquela en torno del jefe, en este caso el presidente de la razón. Y la historia ha enseñado hasta el hartazgo que cuando el peronismo se une es invencible en las urnas.

Lamentable jornada

Desconozco si quedará registrado en los futuros libros de historia, pero lo que sucedió en la residencia presidencial de Olivos y en la Plaza de Mayo este sábado no puede ni debe quedar en la nada. Todo el mundo tiene el derecho de manifestar públicamente su descontento con el gobierno de turno. Existen varias maneras de hacerlo: a través de las cartas de lectores de los diarios, a través de las redes sociales como Facebook y Twitter, y marchando por las calles. Desde que estalló el conflicto con las entidades del agro en 2008 el antikirchnerismo desafió al peronismo en donde más le duele: el control de la calle. Los sectores medios altos y altos consideraron que había llegado la hora de hacerle sentir al gobierno de Cristina su descontento por la resolución 125. Ante un peronismo atónito el conservadorismo antiperonista se adueñó de las calles de las principales ciudades del país, portando pancartas de todo tipo y exteriorizando a viva voz su descontento.

Esas manifestaciones se caracterizaron por una extrema violencia verbal y por un odio de clase imposible de ocultar. El antagonismo entre el peronismo y el antiperonismo siempre estuvo en estado latente, dispuesto a entrar en erupción ante cualquier provocación, ante cualquier pretexto. Pues bien, en 2008 el pretexto fue la resolución 125 como pudo haber sido cualquier otra decisión de Cristina que hubiera incomodado al establishment. El rencor y el odio que el conservadurismo sentía por Cristina desde el momento en que Néstor Kirchner la ungió como su sucesora estalló cuando el entonces ministro de Economía Martín Lousteau anunció la suba de retenciones.

Con el vital apoyo de Néstor Kirchner, la presidenta dobló la apuesta. A partir de entonces la famosa grieta se ahondó día a día. La unión nacional pasó a ser una quimera, un ideal inalcanzable. Nadie quería ceder. La política se transformó en un combate de boxeo entre dos pesos pesados dispuestos a aniquilarse, como Alí y Frazier. Con el paso del tiempo fue evidente que había algo en el que coincidían oficialismo y oposición: a ambos les convenía, electoralmente hablando, la grieta. A Cristina le convenía confrontar con el campo y a la oposición le convenía tener a Cristina de enemiga. La polarización extrema se había convertido en la estrategia electoral de ambos contendientes.

Cristina se fue y llegó Macri. Durante su gestión el hijo de don Franco no hizo más que ahondar la grieta, fomentar el odio de clase, atemorizar a la población con un eventual retorno de Cristina. Ello le permitió ganar con holgura las elecciones de 2017. En 2019 el FdT llegó al poder de la mano de Alberto Fernández y la propia Cristina. En muy poco tiempo el presidente se dio cuenta de que es imposible gobernar en la Argentina valiéndose de los buenos modales. En consecuencia, entró en la lógica de la confrontación, exacerbada por la pandemia.

La gota que rebalsó el vaso fue lo que seguramente los historiadores denominarán el vacunagate. A partir de entonces el antagonismo creció de manera exponencial. Oficialismo y oposición archivaron el diálogo y la tolerancia. Con ese estado de ánimo se llegó al 27 de febrero. En las inmediaciones de la quinta presidencial de Olivos se juntaron varios miles de manifestantes que exteriorizaron su bronca con el gobierno. Lamentablemente la violencia entró en escena. Una fuerza de choque sindical se hizo presente en un evidente intento de intimidación. La televisión registró escenas lamentables que incluyeron a manifestantes, algunos jubilados, heridos. Finalmente los matones abandonaron el lugar. Fue entonces cuando quedó registrada otra escena de oprobio: manifestantes antiK colocaron en la vereda varias bolsas mortuorias con los nombres de varios dirigentes gubernamentales (lo mismo sucedió en la Plaza de Mayo).

Alberto Fernández condenó enérgicamente esta actitud pero nada dijo sobre los matones sindicales. Los antikirchneristas, lógicamente, apoyaron a quienes colocaron las bolsas mortuorias. “Esta es nuestra reacción ante tanta violencia desplegada por el gobierno en materia sanitaria (el vacunagate)”, fue su canto de guerra. Por su parte desde el oficialismo se acusó a la oposición de hacer apología del terrorismo de estado. ¡Cómo duele la Argentina!

La dramática y fascinante historia argentina

Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810

Las armas de combate

Los fusiles y carabinas utilizados por los soldados eran producidos en fábricas montadas en Buenos Aires, Tucumán y Mendoza. Pero como su número era escaso y su calidad dejaba mucho que desear los revolucionarios no tuvieron más remedio que comprar armas al imperio anglosajón. Pero como no vendía sus mejores armas los patriotas debieron conformarse con pocas armas y de escasa operatividad. De lo que sí dispusieron los criollos fue de cañones a raíz de la existencia de un importante parque artillero montado desde la época del virreinato. Además, desde 1812 existía una fábrica de cañones en Buenos Aires. El alcance máximo de los fusiles era de 200 metros pero su utilidad se reducía a la mitad. Como debían ser cargados por boca una infantería profesional tardaba no menos de un minuto para efectuar tan solo tres disparos. Para frenar un embate de la infantería enemiga los criollos sólo podían efectuar cinco disparos por hombre, lo que hacía inevitable el combate cuerpo a cuerpo. Ello explica que los soldados fueran equipados con bayonetas.

Las armas de los soldados de a caballo eran el sable, la carabina y la lanza. Las tropas irregulares se valían del lazo y las bolas. Los cañones eran de hierro y avancarga. Si el terreno era llano las mulas los arrastraban o los desarmaban. En las zonas montañosas eran transportados por animales de carga. Sus disparos tenían un alcance de mil metros y su velocidad de tiro era de dos minutos. En aquella época prácticamente no había fortificaciones. Su influencia era, por ende, nula. Por ejemplo, la ciudadela de Tucumán era apenas un campo fortificado y en Ensenada había un fuerte que carecía de defensas. Los realistas estaban en una situación similar. Colonia, que estaba en su poder, era la imagen de la indefensión. En Martín García sólo había una batería. Las verdades fortificaciones estaban localizadas en Montevideo, Talcahuano y El Callao (1).

(1) Floria y García Belsunce, historia de…., capítulo 16.

Las tropas: cómo eran reclutadas y cómo se dividían

Las tropas eran reclutadas de manera voluntaria o de manera obligatoria. El reclutamiento voluntario era posible si la opinión pública imperante lo propiciaba o serias amenazas se cernían sobre el lugar de residencia de los futuros soldados. Quienes eran obligados a alistarse frecuentemente provenían del mundo de la delincuencia. También hubo casos de esclavos que fueron obligados a servir en el ejército durante un determinado período para luego obtener la ansiada libertad. En aquel entonces los soldados no eran reclutados de manera orgánica lo que era perfectamente entendible ya que se trataba de un recurso que comenzaba a ser puesto en ejecución, y con la resistencia de varios países, en la mismísima Europa.

Con posterioridad a la gesta de Mayo los batallones de infantería asentados en Buenos Aires pasaron a la categoría de regimientos divididos en dos batallones compuestos cada uno por ocho compañías, una de cazadores, otra de granaderos (la fuerza de élite creada por San Martín) y seis de fusileros. Los regimientos de caballería contaban con una serie de escuadrones (tres como máximo), cada uno de ellos compuestos por tres compañías. También había cuerpos de artillería pero jamás entraron en combate de manera sistémica. Era muy raro que algún ejército revolucionario pudiese contar con más de diez piezas de artillería (1).

(1) Floria y García Belsunce, Historia de…capítulo 16.

Las tropas: cómo operaban

Emergía en toda su magnitud la escasez de tropas para ejecutar varias funciones, todas relevantes, al unísono como la atención simultánea de varios frentes de guerra y la defensa de la capital, muy vulnerable a los ataques marítimos. Comparadas con las fuerzas europeas, las criollas jamás alcanzaron el poderío de una división del viejo continente. Que hubiera pocas tropas esparcidas sobre un vasto territorio impedía ejecutar la táctica de la concentración de fuerzas, como lo hizo Napoleón y que fue imitada a posteriori por sus enemigos. Las fuerzas patriotas estaban condenadas, pues, a ejecutar operaciones lineales, a que una sola división avanzara o retrocediera sobre su blanco, aguardando el momento oportuno para atacarlo de frente, por el costado o por la retaguardia. Acosadas por las mismas limitaciones las tropas realistas imitaron a las criollas, lo que se tradujo en la ejecución por ambos bandos de esquemas tácticos y estratégicos muy simples.

¿Cómo avanzaban las tropas? Si el terreno lo permitía lo hacían en columnas paralelas para de esa manera facilitar el despliegue bélico. Un cuerpo avanzaba al frente como escudo protector del cuerpo principal y como servicio de descubierta. La exploración del escenario era por demás rudimentaria. Debido a la carencia de apoyo logístico en reiteradas oportunidades los criollos se valían de la información brindada por enemigos que habían desertado. Además, ambos contendientes se valían del espionaje que, aunque elemental, era muy activo. Ello explica que los ataques por sorpresa estuvieran a la orden del día. Cuando las tropas entraban en combate se disponían de la siguiente manera: a los costados estaba la caballería y la infantería ocupaba el centro apoyada por la artillería. El ataque era ejecutado por formaciones compactas y lo que se buscaba era asaltar la línea. La infantería chocaba de manera intencional contra una línea pasiva para dejarla fuera de combate y envolverla por los costados con ataques de la caballería (1).

(1) Floria y García Belsunce, Historia de….capítulo 16.

Una conducción militar deficiente

La conducción de las tropas fue deplorable. Así como es imposible que un hospital sea eficiente si carece de médicos competentes, un ejército es fácilmente vulnerable si hay pocos oficiales de carrera al mando. Con posterioridad a las invasiones inglesas fueron incorporados a los batallones urbanos grupos de civiles que poseían grados de capitanes y sargentos, como Martín Rodríguez y el mismísimo Manuel Belgrano. De este grupo emergieron quienes los condujeron con grados militares superiores, como Pueyrredón y el mismísimo Cornelio Saavedra. Si a ello se le agregaba el que, en los albores de la revolución, los ascensos se produjeran por necesidad, emergía en toda su magnitud la mediocridad de la conducción militar. No resultó extraño que las tropas carecieran de una formación militar acorde con las circunstancias. Sin preparación adecuada los oficiales se vieron obligados a hacerse cargo de una situación extremadamente compleja.

En la vereda de enfrente sobraban los oficiales de carrera, militares con un altísimo nivel de profesionalismo. A pesar de semejante desventaja el desempeño de los oficiales patriotas fue muy auspicioso. Los oficiales más destacados fueron San Martín y Belgrano. El primero descolló por su capacidad técnica que le permitió formar entre 1815 y 1820 una jerarquizada escuela de formación militar. El segundo tuvo el mérito de haber sobresalido como conductor militar pese a su carencia de formación técnica. Todos los jefes militares criollos demostraron poseer un alto espíritu de combate, lo que explica su tendencia a la ofensiva, tanto estratégica como táctica. Estas virtudes se complementaban con marcados defectos como las fallas evidenciadas en la coordinación de las tres armas.

Hasta 1814 el Río de la Plata y sus afluentes Paraná y Uruguay fue el único teatro de operaciones. España jamás se dignó a enviar a la zona de guerra refuerzos navales mientras que los criollos sólo pudieron contar con una escuadra que mereciera tal nombre a partir de 1814. A raíz de la escasez de hombres y materiales los criollos debieron valerse de marinos foráneos como Guillermo Brown quien, pese a ser un marino mercante, demostró una gran capacidad militar como quedó evidenciada en la trascendente batalla de El Buceo (1).

(1) Floria y García Belsunce, historia de…. capítulo 16.

Bibliografía básica

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-Natalio Botana, El orden conservador, Ed. Sudamericana, Bs. As., 1977.

-Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De la República posible a la República verdadera” (1880/1910), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo III, Ariel, Bs.As., 1997.

-José Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina (1800/1846), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo I, Ariel, Bs. As., 1997.

-Carlos Floria y César García Belsunce, Historia de los argentinos, Ed. Larousse, Buenos Aires, 2004.

-Tulio Halperín Dongui, Vida y muerte de la República verdadera (1910-1930), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo IV, Ariel, Bs. As., 1999.

-Tulio Halperín Donghi, Proyecto y construcción de una nación (1846/1880), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo II, Ariel, Bs. As., 1995.

-Daniel James (director del tomo 9), Nueva historia argentina, Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Ed. Sudamericana, Bs. As., 2003

-John Lynch y otros autores, Historia de la Argentina, Ed. Crítica, Barcelona, 2001.

-Marcos Novaro, historia de la Argentina contemporánea, edhasa, Buenos aires, 2006

-David Rock, Argentina 1516-1987, Universidad de California, Berkeley, Los Angeles, 1987.

-José Luis Romero, Las ideas políticas en Argentina, FCE., Bs. As., 1956.

-Juan José Sebreli, Crítica de las ideas políticas argentina, Ed. Sudamericana, Bs. As., 2003.

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